91. Tierra a la vista (JM Sánchez)
Al otro lado del mar, muy lejos de aquí, dicen que la gente se baña y toma el sol en tumbonas hasta dejarse la piel tostada, como la nuestra. Esta noche hace frío por aquí abajo, pero nada nos detiene, ni las recelosas miradas de nuestros amigos, ni las lágrimas de nuestros abuelos, demasiado viejos para acompañarnos, ni siquiera el rostro maligno del capitán, que nos ha vaciado los ahorros y las ilusiones. Tampoco nos desaniman los vetustos flotadores, ni la insegura embarcación de fortuna en la que nos haremos a la mar. No sabemos cuántas millas tendremos que flotar en un mar peligroso para poner un pie en una tierra desconfiada. Ojalá no nos ahoguemos a una brazada de la costa. Espero que los que se bañan en las playas del norte nos dejen algo de ropa seca cuando lleguemos. Aunque con tanta gente a bordo, a lo mejor no hay toallas ni mantas para todos.
Hola, Juan Manuel.
El contraste, en tu texto, entre el norte y el sur, bien caracterizados: los que doran sus pieles en la playa mientras miran al mar y los que quieren alcanzar la orilla arrostrando incomprensiones, engaños y los peligros del mar sediento de huesos.
Me gusta ese contraste y la presunta, más bien segura ausencia de generosidad en los norteños si los del sur culminan su epopeya. Enhorabuena. Un abrazote.
Una historia muy habitual en los últimos años.
Preciosa la frase que cierra el relato.
Un saludo
Tu personaje, aunque osado -como tantos a los que no les queda otra opción- al echarse al mar en busca de una mejor y nueva vida, parece albergar demasiadas dudas sobre la actitud de los que pudieran recibirlo, en caso de alcanzar ese anhelo. Suerte, Juan Manuel y un saludo.
La incertidumbre de esa deriva, muy bien contada junto al contraste de dos formas de vida tan dispares y tan de actualidad. Suerte Juan Manuel. Saludos.
Un mismo planeta y dos mundos radicalmente dispares, cuyas diferencias podrían solventarse si los que más tienen pusieran por su parte algo de buena voluntad, tan cacareada en estas fechas, pero el egoísmo y la comodidad son unos lastres poderosos, que inmovilizan toda posible iniciativa cuando no es en estricto beneficio propio. Aunque tu protagonista conoce todo eso, cualquier riesgo es asumible cuando se parte de la desesperanza absoluta.
Un abrazo grande, JM. Suerte y felices fiestas
Hola Juan M. dos mundos diferentes y cada uno ajeno a lo que le pasa al otro, solo uno de ellos es el más fuerte y ese será el encargado de conseguir que el otro llegue a salvo a a playa donde no habrá tumbonas.
saludos
La perplejidad de tu personaje ante las historias de gentes que tuestan su piel al sol, y el contraste entre dos mundos, tan bien retratado, nos deja mucho en lo que pensar.
Suerte y abrazos.