92. LA ÚLTIMA FRONTERA
Caminaban cogidas de la mano, después de semanas de miedo y dolor, ya les quedaba poco para alcanzar la tierra de salvación, eran refugiadas en busca de una nueva vida, huyendo de las bombas, de las balas, de los hombres, pero tal vez la guerra también iba con ellas, era una sombra prendida a sus manos.
Ante la alambrada se agolpaba la muchedumbre, pese al hedor a humanidad, el hambre y la sed, los guardias del orden, en nombre de la llamada civilización occidental, les impedían el paso, ya que antes en otro lugar, a miles de kilómetros, sobre cómodos sillones y ante apetitosas viandas, los hombres con poder debían decidir su destino, intercambiando vidas como si fuesen cromos.
De repente sonaron unos disparos, entre la bruma de la mañana, que lo envolvía todo, solo se oían sus gritos de desesperación. Llorando amargamente, corría sin sentido, sin destino, a su madre le acababan de destrozar la cabeza, a ella el alma, a las dos la vida a las puertas de la última frontera.
Terrible Javier, qué relato tan duro, me quedé con el corazón en un puño. Casi, casi, lo habían conseguido, después de tantas penalidades y justo ahí, les destrozan lo único que les quedaba, esa vida con la otros juegan como si fueran sólo números sobre la mesa.
Mucha suerte. Saludos.
Consigues, con tu historia, hacernos partícipes de esas calamidades que no parecen tener fin para muchos de nuestros hermanos de raza. Desheredados, sí, pero también humanos. ¿No merecen una oportunidad? Si nos causa congoja leer su situación en tu relato ¿qué será sufrirla? Suerte, Javier. Un saludo y Felices Fiestas.
El camino más penoso hasta alcanzar el límite, para perderlo todo en un instante. Tus protagonistas han terminado el suyo de la peor manera y sin haberlo culminado. Algunos consiguen traspasar las barreras, pero el rechazo continúa dentro, por eso es tan acertada la frase en la que dices que la guerra seguía con ellas, dando a entender que en realidad esa última frontera es un mito, pues para algunas personas siempre hay otra después, y otra más, así hasta el infinito.
Un abrazo fuerte, suerte y, también por aquí, Javier: felices fiestas
Obstáculo tras obstáculo, amigo Javier, intentan avanzar los desheredados pero, cruelmente, siempre habrá una nueva frontera, como bien dice Ángel. Algunos, pocos, se apiadan de los refugiados pero, incluso ellos mismos, tienen las manos atadas para seguir ayudándoles. Terrible y trágico. Buen relato.
¡Que tengas una imaginativa Navidad, Javier! Abrazos.
Hola, Javier.
Un texto con un ritmo magnífico y con una magnífica atmósfera. Un drama en toda regla, que evidencia lo poco que somos los muchos, la mayoría silenciosa, que no aturdida, frente a los con poder que deciden destinos «intercambiando vidas como si fuesen cromos», qué frase tan espléndida a la par que visual. Y el terrorífico final » a las puertas de la última frontera». Muchos migrantes emigran hacia la muerte. Me gusta tu propuesta. Enhorabuena. Un abrazote.