100. LA FIESTA DE LA PUREZA (towanda)
Nací en el desierto de Somalia algún día de 1967. En el desierto no hacen falta papeles ni inscripciones en registros.
El año que cumplía cinco, madre me engalanó de manera especial y almorcé doble ración de arroz. Era mi gran fiesta. Bailamos, reímos y, llegado el momento, me acomodaron en una estera de colores. Olía rico. Madre aferró mi cabeza mientras entonaba un dulce canto. Dos mujeres sujetaron mis brazos y mis piernas abiertas. Creí que el cielo me guiñaba un ojo. Luego, un frío seco de cuchilla y el aullido de mi sangre… El desierto es más negro cuando eres mujer.
El año que cumplía trece, huí de un casamiento amañado. Acumulaba demasiadas heridas que cicatrizaban mal. Trabajé. Enfermé. Trabajaba y enfermaba sin pausas, arañando monedas al sueño y al hambre. Viví como indigente. Dormí con los sintecho y me alimenté de lo que Europa arrojaba a sus basuras.
El año que cumplía dieciocho, un fotógrafo reparó en mí. Dijo que era preciosa… Suena extraño cuando lo escuchas por primera vez. Me propuso trabajar a su lado. Era un seis de febrero de 1985, el mejor día de entre todos los vividos, para empezar a celebrar mi cumpleaños.
Tu historia hace pupa. Menos mal que el final consuela… 🙂
Hola, Edita.
Ya lo creo que hace pupa y mucha.
GRacias por acercarte a comentar.
Un beso grandísimo y que el 2017 te traiga cestas llenas de grandes deseos.
Hola, diosa Towanda María Sergia.
Te lo prometo, me lo decía el delgadísimo hilo que me comunica con los dioses de la literatura: tenías que ser tú, la deidad, la que hiciera el número 100, el número redondo; el 100 se parece mucho al 10, sólo con quitarle al 100 un cero; 100 es igual a 10 por 10. Va de cifras tu micro, como no podía ser de otra manera. El desierto será menos negro para cualquier mujer que se asemeje a ti, que las defiendes. Has debido libar en el vaso neblinosamente mágico y colorido de las maravillas, donde solo las diosas aciertan a posar sus labios y a entreabrir sus bendecidas gargantas. Los humanos esperábamos el número 100 y ya lo tenemos. Es un ejemplo. Un texto redondo como su número: comedido en adjetivos, pues no se refugia en ellos ni de ellos toma su fuerza. Un texto limpio y eficaz. Con la sencillez de lo sublime, que diría Javier Sagarna. Con verbos por doquier, a los que no les temen las diosas, las que escriben mejor que nadie. Con los sentidos involucrados, y los sentimientos a flor de cuchilla y sangre. Es una sinfonía ardua que culmina, tras un……………… precioso «crescendo», un cielo risueño (10 x 10 x 10),en el mejor texto de entre todos los leídos, en esta tanda, por este humano lector. Un beso.
Hola, Eduardo.
Te agradezco mucho tus palabras, pero no exageres porque esta historia más que un micro -te diría- es una denuncia a la que veo que te adhieres.
Un abrazo enormísimo desde la tierra, con los pies bien asentados en el suelo y muy lejos de ese Olympo que mencionasa.
Gracias, por esa amabilidad y esa sensibilidad que noté que tenías cuando te conocí. Eso es lo que al final nos hace humanos y lo que vale más que todo el oro del mundo.
Un abrazísimo gigante de Navidad y gracias por tu excelente poema.
Pues menuda moralidad la de los que pretenden que esa salvajada sea considerada una celebración de la pureza cuando lo único que consiguen es arruinar la vida de infinidad de niñas vulnerables y que deberían ser protegidas por los que las mutilan o por los que ordenan hacerlo en nombre de la tradición. Haces bien en darnos un puñetazo en la conciencia para que no olvidemos que esto sigue sucediendo. Gracias a la historia de Waris y de otras como ella esta salvajada tiene más visibilidad pero, lamentablente, su erradicación parece un imposible. Ojalá me equivoque. Gracias y suerte, Towanda. Saludos.
Hola, Jesús.
El puñetazo también me lo llevé yo cuando conocí la historia de Waris y la de otros tantos miles de niñas como ella. Hay tradiciones que deben morir y que traspasan cualquier línea de la moralidad y esta es una de ellas.
Gracias, por tu comentario y te mando para tu tierra un camello lleno de buenos deseos para el 2017.
Abrazos gigantescos.
Hay que respetar todas las culturas y costumbres, pero cuando se incurre en una salvajada antinatural, perpetrada a una inocente por su propia madre, en un ambiente que se pretende festivo, para todos menos para la afectada, es lógico que las alarmas se disparen. Algunos dirán que desde la distancia nadie tiene derecho a decir nada, a meterse donde no les llaman; seguro que si esas personas se ponen a escarbar encuentran prácticas criticables en cualquier entorno, pero la que aparece en tu relato, no tiene justificación por mucho que se la quiera dar. Al menos, parece que la vida afloja finalmente la cuerda con tu protagonista después de todo. Al final va a ser cierta la magia de los Reyes Magos.
La estructura del texto, con párrafos separados cronológicamente, asociados a la edad y a hechos significativos, le otorgan un ritmo ágil y a la vez ordenado.
Estoy seguro de que sabrás encontrar felicidad en estos días y oportunidades en el próximo año, pero así y todo, pero así y todo reitero mis deseos de felicidad y lo mejor para 2017.
Un abrazo grande y suerte
Hola, Ángel.
Así lo veo yo también porque este texto no es ficción, sino realidad. Por eso duele más. Es una salvajada, sí, tal y como tú dices, una salvajada antinatural y perpetrada por la propia madre. Por eso hay heridas que tardan en cicatrizar y no son solo las físicas. Una herida emocional tarda mucho en hacer callo.
Gracias, siempre, siempre y siempre por estar a todo.
Un abrazo de lo grandes para toda la familia y mis mejores deseos en este año nuevo que ya asoma un ojo.
Que la suerte nos acompañe en el 2017, ho ho ho.
¡Precioso Towanda! Se me ha erizado la piel al leerlo. Todavía esas prácticas siguen destruyendo la vida y el futuro de muchas niñas inocentes, incluso dentro de nuestra civilizada Europa, porque vienen aquí, se les acoge, pero no se protege debidamente a las pequeñas, que siguen siendo mutiladas por quienes deberían protegerlas, y obligadas a casarse a edades en las que tendrían que estar estudiando, cada vez se persigue más, es cierto, pero que suceda, aquí o allí, es tan horrendo que me alegra muchísimo leer relatos como el tuyo, debería convertirse en abanderado de todas las esas mujeres que, unidas, podamos protegerlas, protegernos.
Abrazos y mis mejores deseos para estos días, la suerte de tu relato creo que está echada, a mí me parece grande.
Hola, Yashira.
Tienes mucha razón porque en el siglo en que estamos aún hay niñas a las que mutilan bárbaramente para garantizar su pureza. Pero, qué narices es la pureza y quién tiene el derecho de salvaguardar eso…
En fin, guapa, que lo único a lo que llego es a cabrearme y a dolerme cada vez que escucho algo similar. Luego, también me alegran comentarios como el tuyo con esa parte tan bonita: «esas mujeres que, unidas, podamos protegerlas, protegernos». Porque creo que esa es la manera de luchar.
Gracias por comentar y millones de abrazos.
Magnífico, como no podía ser menos viniendo de ti. Emotivo y perfecto. Un placer siempre leerte.
Un besazo.
Hola, Asun.
Muchísimas gracias. Me alegro que la emotividad y la dureza te haya llegado.
Gracias, con el poco tiempo que tenemos en estos días, por pasar a comentar. Disfruta de tus días de descanso y brindo por ti y por el 2017!!
Abrazísimo.
Precioso y muy trabajado, Towanda. El National Geographic debería mostrar tu relato como recuerdo de esa foto que tanto ha removido, porque tu texto es capaz de remover y conmover igualmente. ¡Enhorabuena y suerte!
Hola, Alberto.
Me alegro de ese efecto de remover y conmover. Esa era, un poco, la intención. Te agradezco muchísimo tu comentario y brindo por ti y por el 2017.
Ojalá que sea un buen año, aunque yo desconfío de los años impares.
Abrazísimos.
Towanda, parece que tienes en la mente la fotografía famosa de aquella mujer de ojos verdes, que se extendió por todo el mundo. No sé si te refieres a ella pero, sea cual sea, hace estremecer tu relato. La ablación, esa salvajada que todavía hoy pervive en determinados países, la pobreza, las humillaciones… ¡Cuánto deberíamos valorar los occidentales nuestra situación y no quejarnos continuamente de temas totalmente fútiles!
Gracias por tratar un tema tan duro de esa manera tan precisa. Un abrazo.
Hola, María José.
En el caso que cuento en este micro hablo de Waris Dirie, una mujer somalí que sufrió la práctica de la infibulación, la más atroz de las mutilaciones. Esto es un acto extremo de violencia y de violación de los derechos de las mujeres y las niñas. Es tremendo.
REcuerdo la mujer de ojos verdes, cómo no, pero si mi cabeza no me miente, creo que era afgana. No lo sé con seguridad.
Estoy de acuerdo con todo lo que dices. Ni una coma le quitaría.
Te mando súper abrazos para el 2017 y cómo he leído por ahí que estuviste en Madrid en la presentación del libro y no nos vimos… Pues doble ración y estaremos más atentas en la próxima.
Mi confusión se debe a que no leo ni lo que pone Jesús, jeje. Gracias por tus aclaraciones.
Por cierto, yo no he estado en Madrid el día de la Quedada. El 17 estaba presentando mi libro: Creaciones mínimas, en A Coruña. A Fernando y a mí nos tocó disfrutar hablando de nuestros respectivos libros, pero en ciudades distintas. Te envío un fuerte abrazo y todo lo mejor, para este año que está asomando tras la esquina…
Uf, pensaba que habías ido. Error mío.
Suertísima para ese libro, Creaciones mínimas.
Un abrazo doble y triple por ese éxito.
Towanda, relato crudo de una vida cruda, pero que tratas con cierta «delicadeza». Una genialidad ese «aullido de sangre» para referirte a una práctica tan deleznable.
Preciosa, eres como escribes.
Un beso.
Hola, Rosy.
Me alegro de que hayas visto cierta «delicadeza» porque no he querido ser bruta con lo que me salía por la boca, o por la mano. Son casos duros de violencia, de violación de derechos y de mutilaciones atendiendo a unos valores añejos, rancios y sin sentido. Y llamarlos valores es completamente errado por mi parte
Un abrazo grandísimo, gigante, onomatopéyico y gracias por ser tan GRANDE.
Hola, Juan.
También he tenido la dicha de tener solo hijas y estoy convencida de pensar lo mismo que tú aunque, en los términos en que me vienen las palabras, prefiero callármelas…
En fin, Juan, que no estaba muy segura de este texto porque no lo considero un micro, es más bien una denuncia social y una forma de no olvidar, en estos días en los que nos regalamos y comemos más de la cuenta, que hay tantas personas (niñas, en este caso) que siguen sufriendo el más atroz de los maltratos. Esta niña de Somalia no es ficción, existió y existe.
Un besabrazo de 2017 y otro (más carnal) por el que nos perdimos en Madrid.
Un relato que combina crudeza y contención para hablarnos de una mutilación aceptada y asumida como natural por muchos pueblos, al igual que asumimos como natural que muchos refugiados sobrevivan de los deshechos del mundo occidental. Doble denuncia en un relato lleno de frases hermosas y afortunadas. Un besazo, feliz 2017 y mucha suerte.
Hola, Ana.
Asumimos, verdaderamente, cosas que debieran estar penadas. Una lástima que el hombre pierda poco a poco su Humanidad.
Gracias, por acercarte a comentar.
Mis mejores deseos en este 2017 que ya asoma un ojo por la ventana para ti y todos los tuyos.
Besazos, rebonita.
Hola, María Sergia.
En tu modestia, para ti, quizá, te haya sobredimensionado. Ten muy presente que soy corto de vista, y lo que veo es lo que hay. Lo que subyace en el texto, alienta en mi comentario y, por sórdido y doloroso, asquerosísimo diría yo, lo sobrevolé; y no me refiero a la manera en que nos lo expusiste, con tu voz privilegiada, ves, una vez más, ya estoy reincidiendo. Un texto-denuncia es un texto, hasta para el REC, como se ha encargado de matizar Javier Sagarna, un gran tipo y dagerrotipo de la literatura, cuando ha caído en suerte un micro de semejante jaez. Y supongo, casi aseguro, que celebrándolo. Si es que hasta le gustan las motos…
Que me des las gracias por el poema me hiere el corazón con daga dulce. Eso sí es un regalo, como lo hizo Ángel Sainz Mora, como lo hizo Ana Fúster y acaso alguien innominado, sí, verás, Fernando, el de los lindos apellidos y no recuerdo alguno por añadidura, es la vejez. O demandantes: Esther, Gelines… y receptores: Esperanza Temprano, creo, Cinette Gilard, María Rojas, y Rosy Val, Patricia, ¿sí?, creo también, el inconmensurable y misticísimo y fantásticamente genial Juan Pérez, seguro, yo qué sé… Se me quedó sin él, sin el poema, Jesús Garabato, y bien que lo siento, pues se lo llevaba, que me facilite el correo vía Jams, yo qué sé… Y Calamanda, Matrioska, Nani Canovaca, Mª Carmé Marí, Anna… Solo sé que no sé nada, toma, como que me parezco a Sócrates y todo un pelín. Perdona, pero las diosas acogen, y no quiero ningunear a aquel/aquella de los que me olvide. Os quiero a todos: como dice Aute: seamos un cuerpo (un todo) enamorado. Lo somos. Y eso me torna dichoso. No somos competidores, somos exhibidores, que no exhibicionistas, de la máxima literatura que ideamos.
Felicidad, para ti, María Sergia (Towanda) sin líneas discontinuas en la autovía de la vida. Quiero tener voz de buena persona, siempre. Quiero sembrar brisas sin recoger ausencias. Un abrazísimo tan gigante como el tuyo y, faltaría plus, un beso.
Hola Martín (Eduardo?)
Acabo de poner un comentario a Towanda y veo mi nombre en el anterior… Me parece deducir que hay un poema que nos brindas a todos, pero no pudiste entregar (la mala fortuna quiso que en la agenda coincidieran demasiados actos el mismo fin de semana).
Si quieres hacerme llegar el texto, estaré encantada de recibirlo 🙂
Te puedes pasar por el formulario de Contactar de mi blog:
https://petiteshistories.wordpress.com/quant-a
Muchas gracias y ¡feliz año!
(Towanda, disculpa la intromisión entre tus comentarios… añado besitos extra para ti)
Carme.
Eduardo, te deseo todo lo mejor de lo mejor para este 2017 para ti y tu familia, sobre todo para esa persona especial a la que tanto adoras. Eres un incorregible y eso te hace diferente.
Gracias, por todo, y mi abrazo fortísimo teledirigido que impacta sincero en esta cuenta atrás: cinco, cuatro, tres…
CArme, mi casa es la tuya.
Me llevo esos besitos extra, que lo sepas.
Hola Towanda.
Otro relatazo de los tuyos. Qué dura historia, que triste realidad todavía vigente, pero que bien que lo cuentas, sobre todo cuando no lo dices, sólo pones ahí las palabras precisas y ya nos llenas de emociones.
Sobre el tema que tratas, os invito a mirar el tweet de Unicef: https://twitter.com/unicef_es/status/813810528300793856 – veréis un #MannequinChallenge distinto.
Un beso navideño, y mis mejores deseos para el 2017.
Carme.
Hola, Carme.
Vengo de ver ese tweet y es demoledor. Sin explicitar nada, hay tanta brutalidad en él que sobrecoge.
Es una realidad tristísima para tantos cientos de miles de niñas… Yo me quedo sin palabras y con la boca llena de rabia.
Un abrazo gigantesco para todo el 2017 y que podamos darnos un abrazo gigante muy pronto.
Towanda, precioso relato. Duro, de los que arruga el corazón, aunque el final tan emotivo y feliz saca una mueca parecida a sonrisa en los labios.
Un abrazo
Hola, Blanca.
Una mueca parecida a una sonrisa, es precioso lo que dices. Efectivamente, porque no es ficción, es algo que se repite y, en este caso, la protagonista llegó a ser una famosa modelo.
Gracias y abrazos multiplicados hasta el infinito.
Me gusta. Relato bibliográfico. Realidad que ignoramos. Brutalidad machista. ”El desierto es más negro cuando eres mujer” (Guau). Suerte.
Hola, Ximens.
Así lo creo, el desierto es más negro para las mujeres. En occidente no pensamos mucho en estas cosas hasta que un spot o una campaña publicitaria nos toca un poco la fibra, pero es así de crudo, de real y de asqueroso.
Muchísimas gracias por ese «guau», que me suena a ladrido celestial.
Al final, no hemos podido encontrar un hueco para tomarnos algo. Demasiado lío en estos días y lo siento.
Feliz 2017 para ti, para Saly y los chicos. De corazón y con el corazón.
Abrazos enormes.
Un testimonio de lo que representa ser mujer en muchos países cercanos al nuestro en geografía, pero muy alejados en costumbres ancestrales.
Me ha enganchado tu forma de contar, y me has introducido en su drama.
Coincido con Ximens, «El desierto es más negro cuando eres mujer», es de
guau, guau, guau, reguau (y no soy canina).
Mucha felicidad y suerte en el 2017, Towi,
Moltos besitos virtuales
Hola, María Jesús.
Guau, para ti también. Como decía aquel eslogan: «tan cerca, pero tan lejos». Efectivamente, estas prácticas se realizan en países que tenemos a la vuelta de la esquina y son celebradas como el acto de cumlminación de la pureza. No voy a reproducir aquí en qué consiste esta en concreto (la infibulación) por ser demasiado brutal,
Gracias por venir, comentar y desearme cosas buenas para el 2017.
Yo te mando mis abrazos más fuertes y todo lo mejor que le pidas al año nuevo.
Se puede escribir un texto periodístico, una crítica social a un acto repugnante y antinatura, pero tú construyes un relato en primera persona para, delicadamente, sumergirnos en los sentimientos de una mujer maltratada por unas costumbres salvajes, que camina de rodillas y que, por fin, puede levantarse y gritar su libertad. Genial, Towanda. Abrazos y feliz 2017.
«El desierto es más negro cuando eres mujer»: cuanto dolor y cuanta belleza en una sola frase (y en todo tu relato). Genial, Towanda. Emocionada estoy, todavía, después de releerlo. Ufff!
Un abrazo muy grande.