102. Agur, Nati! (Marta Trutxuelo)
(En homenaje a Natividad Martínez Rello, niña de la guerra de Andoain exiliada en Rusia, fallecida el 20 de diciembre de este año)
Aquella Navidad nos trajo como regalo a Nati. Nati vivía encima de una escuela. Con seis años vio desde su ventana un juego siniestro llamado guerra civil. Pero sus padres la pusieron a salvo en un barco. Nati y sus hermanas llegaron a un país muy lejano donde hacía mucho frío, pero fueron acogidas por cálidos brazos. Nati aprendió a leer y escribir en otra lengua, conoció a gentes extranjeras como ella. Nati creció y llegó a ser muy grande: fue seleccionada como gimnasta olímpica, estudió tanto que se convirtió en ingeniera agrícola, y pudo disfrutar de teatros y espectáculos. Nati se enamoró y tuvo una niña. Pero Nati echaba de menos su hogar, y aunque sabía que ya no sería el mismo, quería volver a su casa encima de la escuela. Nati regresó con su nueva familia. Pero todo había cambiado. Ella ya no era una ingeniera agrícola, sólo un ama de casa. Ya no disfrutó de teatros, sólo del cine parroquial. Durante veinte años Nati fue «la española» en Rusia y cuando regresó lo hizo como Nati, «la rusa».
Nati se ha ido antes de celebrar esta Navidad, antes de apagar las velas de su 87 cumpleaños.
Hermoso, merecido y emotivo homenaje a los niños y niñas de la guerra. Pareciera que esos niños, inocentes, no pudieran encontraran con facilidad su lugar. Allí, la española, aquí, la rusa. Allí, alguién, aquí, casi nadie. Me ha gustado y entristecido, Marta. Un saludo y suerte.
Nati no pareció encontrar nunca su sitio. Me ha gustado mucho, Marta. Hacía tiempo q no te leía.
Muxu bat
Precioso homenaje Marta. Los niños de la guerra, conocí a una de ellas también, bueno, no era tan niña, fue una joven que los acompañó. Como tantos otros emigrantes, si regresan encuentran que nada es ya igual y lo peor, como tu protagonista, siempre serán extranjeros, aquí o allí. Mucha suerte y Felices Fiestas!
Hola, Marta.
Un texto emotivo el tuyo, muy emotivo. Y muy logrado: toda la vida de una persona resumida, con certeras pinceladas, en un lienzo tan breve.
Al cabo la muerte, esa incomprendida, brinde un espacio a Natividad de donde ya nadie la mueva, donde no se sienta extraña ni extrañada, alentando de alguna manera. Y muy viva aquí en el corazón de los que la recuerden. Natividad Martínez Rello no ha muerto en verdad si tú, Marta, nos invitas a que la tengamos presente. Y con lo bien que suenan su nombre y apellidos, además… Me gusta, dentro de lo triste, tu propuesta.
Musuak. Y dicha remansada y continua en la autopista de la vida.
Siempre me ha llamado la atención la historia vivida por los llamados «niños de la guerra», que fueron llevados a Rusia. Algunos eran muy pequeños, sin embargo, todos echaban de menos los cariñosos abrazos de sus padres, a los que no volverían a ver nunca.
Has hecho un bonito homenaje a esa Niña de la Guerra. Te felicito por ello.
Un abrazo.
Bonito homenaje. A veces los emigrantes no encuentran su sitio, en ambos lugares son «extraños».
Saludos
Una historia estremecedora que tiene la habilidad de jugar al mismo tiempo con la añoranza del origen y el sentimiento de no pertenecer a ningún lugar. Muy buen relato.
Un abrazo y suerte,