6. Lección magistral (Susana Revuelta)
Los pelos del bigote negros y relucientes; el rabo tieso y bien peinado hacia atrás; y los colmillos, blanquísimos. Qué gustazo, se decía Matthew, el aprendiz de taxidermista. Y es que no había nadie en el mundo que fuera más feliz que él mientras pasaba el cepillo por la pelambrera, aplicaba esmalte a los dientes o coloreaba de marrón el hocico al gato.
Pero cuando de pronto una garra le arrancó de la mano el pincel y le seccionó la oreja, dejándole tres surcos rojos y goteantes que le llegaban hasta la nariz, se quedó como atontado mirando al minino maullar, saltar sobre la mesa y derramar en el suelo los frascos de acetona y tinte.
Al oír el jaleo, el profesor no tuvo más remedio que dejar de cabecear en el sofá e intervenir. Abrió su cartera de piel, sacó de un estuche un escalpelo, lo clavó en el pecho del animal y mientras le extraía el corazón le repetía al cariacontecido discípulo que lo primero y más importante, antes de empezar a disecarlos, era matarlos bien muertos.
Oh Susana, divertido cuento, aunque tu ramalazo sangriento aparezca por él.
Un beso y feliz año.
Por una vez que mato al gato me llaman matagatos jaja.
Noo en serio, hay que versionar al gato este de la propuesta, que si no nos lo encontramos en mecedoras y tal y yo sinceramente prefería darle un cierto protagonismo jeje.
Hola, Susana.
Que bien vas llevando el relato hasta que, ¡miau!, el minino no estaba muerto. Para leer el libro antes hay que abrir la tapa, como para sacar algo de un cajón.
Es una pavorosa lección magistral que pone de manifiesto, por vía de hipérbole, la frialdad de muchas personas, por muy profesionales que sean, hacia los animales. El profesor, además de taxidermista era un «gaticida», merecedor de que un tigre, primo del gato, lo hiciera jirones. Buen texto, te felicito. Y, con un beso, te va mi deseo de que tengas felicidad para siempre.
Hola, Martín. Una escena que se me ocurrió, sin más.
Un abrazo.
SUSANA, buen relato, con tintes cinematográficos, diría yo. Siempre hay un proceso en todo y, en el micro que nos ofreces es fundamental que el gato esté bien muerto, sin duda.
Un abrazo.
Jaja, efectivamente, María José. Tú lo has dicho, que esté bien muerto.
Un beso.
Se me ocurren dos refranes para este simpático y un tanto gore relato: a la fuerza ahorcan y la experiencia es un grado. A mi me gusta, Susana. Suerte y saludos.
Me gusta tu perspectiva. Yo tengo una colección de refranes, no de wikipedia, sino de lo que me han transmitido. Vamos, de mi tierra. Te los mando.
El problema de dejar las tareas a medio hacer es que pueden tener indeseadas consecuencias, como esa triple cicatriz en el rostro de ese dudoso profesional, por la que le mirarán raro y tendrá que dar explicaciones diarias. Si hay que elegir entre animales y personas las segundas siempre tienen prioridad sobre las primeras, pero en este caso el gatito suscita más simpatías. Mal maestro el que pretende enseñar a otros sin aplicarse la lección a sí mismo.
Un abrazo grande, Susana. Suerte y feliz año
Ángel, I Love You. Siempre ahí, sacando lo mejor de cada relato. De este, también.
Un beso, cielo.
Tu relato tiene la frescura que le falta a tan árida profesión.
Como siempre, me admira la facilidad que tienes para hacer grande lo intranscendental.
Edita, conectamos con los cuentos tú y yo siempre. Qué bien. Como tú, pienso que lo chulo de hacer cuentos es lograr arrancar una historia, un relato, de una protagonista pelando el pavo en Navidad.
Un beso, guapa.
Definitivamente los aprendices de psicópata ya no son lo que eran antes… Jajaja terror y humor negro muy bien mezclados.
Felicitaciones Susana, un beso y uno gran año para ti.
Besísimo, Jean.
Susana. De esos relatos que me encantan y que leo y leo a ver si aprendo algo. Me ha gustado mucho. Suerte !!
Juan Antonio, bebemos creo que de las mismas fuentes, aunque últimamente no sé si vas de red bull o tequila o colacao o qué.¡Sácame de la duuuuda!
Bah, ni te molestes.
Beso grande, grande, cielo, y te veo por Amanece Metrópolis que no es poco…
Susana, muy bueno tu relato. toda la razón, a los muertos hay que matarlos bien matados.
Feliz Año Nuevo.
Ante de disecarlos, por lo menos.
María, un abrazo grande. Me encantó conocerte en Madrid, y espero que haya más veces para por lo menos acordarme de tu cara que soy muuuy despìstada. Beso, reina.
Susana, menudo susto el aprendiz, imagino después de eso aprendió la lección de matar bien al muerto.
Un abrazo
Eso esperamos todos, Blanca, pues si no vaya escabechina.
El gato agotó su última vida intentando aferrarse al mundo de los vivos gracias a la incompetencia del aprendiz, lección que siempre recordará cuando no pueda acoplarse las gafas, jajaja. Original y divertido, Susana. Abrazos y suerte.
Dos personajes incompetentes + un animal doméstico torpe = relato humorístico con tintes negros. Era inevitable, Salvador, hijo.
Beso para til
A un relato negro no le voy a sacar moralinas. Bien recreado algún zarpazo que yo me llevé sin tan crudas intenciones, en todo el careto por ignorante.
Me ha gustado y ahí lo dejo.
Besetes
Precisamente de ti no esperaba moralinas, Javier. Pero si te has parado a leerlo pues guay.
Beeso grande.
Susana que buen relato, impactante y directo ya desde el título. La de taxidermista no es una profesión que me atraiga, pero con semejantes colegas ya, es para decir aquello de vade reto.
Pones el listón muy alto con este tema que aparentemente debe ser dulce, dando esta vuelta de tuerca.
Un besazo
Asunción, gracias, reina, por pararte por aquí. Lo de la taxidermia me atrae como ficción, pero sería incapaz como tú de sacar ni las tripas a un pez.
Beso.
Vade Retro quería decir (estos teclados)
Otro beso.
Susana, la falta de profesionalidad le pasa factura. Original propuesta. Feliz 2017¡¡¡
Beso, cielo. Y gracias poor pasar sin falta siempre por aquí a comentar.
Vaya que es negro tu relato, sobre todo con el giro final.
Una perlita sin duda.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Moli. Te aseguro que me lo pasé en grande «disecando» en la ficción. En la vida real no soy tan bruta.
Un beso
Eso pasa porque el maestro no ha enseñado bien la lección, ainsss… Mucha suerte, saludos.
Jaja, no sé, yo creo que el que es un poco atolondrado es el alumno, Ana.
Un abrazo, maja.
Su, qué gore. Ten cuidado no se entere la liga contra el maltrato animal, que te pone una denuncia. Es curioso que, aunque el discípulo queda malherido, el que despierta compasión es el gato, supongo que porque a pesar de sus zarpas y dientes tiene todas las de perder contra dos «bichos» mucho más grandes que él. Besos y suerte.
Lo que me gustaría es proponer un relato que se salga de las normas, que toodos sus personajes no existan ni siquiera en ficción… LO que busco es dar vuelta de cuerta a mi cabeza. Ooos cuento.
Ju a n, h i j o, M e n u do d e t a l l e. ¡Muchas gracias por tu comentario, preciso y certero como siempre lo son! Acabo de poner a un gato en la mesa de disección, de aquella manera chapucera, y me gusta que te guste mi narración.
Beso grande, rey.
Dicen que para aprender perder y tu protagonista en este caso ha perdido y mucho el sentido del oído 😉 .
Fantástico relato con ese toque gore que tanto te admiro.
Has clavado el tema con escalpelo y tus palabras. Genial lección de vida.
Un beso enorme bonita Susana.
María Belén, eres un amore. Por pararte a leer estas cosas gore tan lejos de lo tuyo, y por comentar con tan amables palabras.
Un beso.
Bueno, bueno, Susana…
No conocía esta vena sanguinaria tuya (pero me gusta).
Adios pasteleo animalista (qué fuerte, cómo te atreves!!!).
Un relato políticamente incorrecto (como la vida misma).
Vamos, que me ha gustado ese realismo animal (tan humano) que destila tu micro.
Un abrazooooo grande
¡Amparo! Si no conocías mi vena malhechora es que me has leído poco, jaja.
Beso, guapa.
Original y escalofriante relato que, sin embargo, tiene su punto de ironía y su enseñanza. Y tan bien escrito. Saludos.
Muy didactico no sé si será, pero ahí queda mi idea del disecar.
Abrazo, Manuel.
Ah, hete aquí un relato de servicio público. Si un día me hago taxidermista, tendré en cuenta esta lección.
Saludos, Susana.
Jaja, Carles, pero cuidadín con las garras que los gatos son impredecibles.
Un beso.
Me encanta, Susana. Traer a un taxidermista a cuento de esta convocatoria ya tiene su punto de provocación, pero que además tenga que «matarlos bien muertos», me parece sublime. Tiene el punto de humor y de incorrección política que lo hacen único en su género y eso, ya es un mérito grande.
Suerte y abrazos
Me encanta este comentario, así mismamente lo veo yo.
Beso grande, Anna.