DIC142. EL ÁRBOL, de Javier Casado Tirado
Aquella Navidad, de niño, por fin me atreví, tuve que apartar las tiras de colores, las bombillitas y las bolas de cristal. Cuando miré en el interior con mi linterna de pilas, allí no había nadie, solo las ramas que se unían al tronco formando como un bosque, nadie vivía dentro del árbol de navidad, los había imaginado tantas veces, de tantas formas, que me sentí muy decepcionado.
Entonces pensé que sería estupendo poder jugar entre aquellas ramas y me hice pequeño, del tamaño de una ardilla. Así pude trepar hacia arriba y abajo, hasta que uno de ellos, en un descuido se dejó ver. Era un niño de mi edad, jugamos y nos hicimos amigos.
Hasta aquí es todo lo que os puedo decir, excepto que son mágicos y guardan el tesoro de la imaginación más allá de cuando se es un niño. Si quiero conservarlo no debo contar nada más, un trato es un trato.
Lo que tú no sabes es que aquí en casa también jugaban con mis hijos y les veían e incluso sabían que se comías sus chuches y algunas cosas de la nevera. Por aquí también se han dejado ver…
Suerte y feliz nochevieja y 2013.
Besicos muchos.
Feliz año para ti también, si les ves diles que aun e queda algo de la imaginación que me transmitieron. Gracias.
No sería un nabucodonosorcito de los que viven en las macetas de los Fragel y entre tanta hoja, rama y bombillita y cable, no lo distinguiste bien y te pareció un niño? Te lo digo porque los de mis macetas a veces se dan una vuelta por el salón y se meten entre cualquier planta, y cuando les saco pa llevarlos a su sitio siempre me dicen «que no, que soy un niño, no me lleves a la maceta, déjame aquí que tengo más calorcito!!». Pero yo no me dejo embaucar. Les hago ir a su sitio, hasta que me despisto, ya están otra vez por las habitaciones. Fíjate bien, fíjate, pero no desveles el secreto, no vaya a ser que se mosqueen; efectivamente, un trato es un trato :-))
Gracias Aurora por tu comentario, por lo que veo a ti también te confiaron su secreto, en este mundo de cuerdos no es fácil guardar tanta imaginación como la tuya, pero seguiremos conservando el secreto, quien lo quiera que mire dentro del árbol o en las macetas o donde se le ocurra.
Gracias Ana por leerlo y por que te guste.
Ojalá los adultos tuviéramos siempre la imaginación de un niño, cerrando tratos como este, un día la tendrá todo el mundo.