DIC137. LA ÚLTIMA NAVIDAD, de Belén Molina Moreno
La tata se casaba en Aralcázar aquella Navidad y quería que fuéramos todos los niños que exprimíamos las tardes con ella.
Su casa era como la de la colina del portal de Belén que montábamos todos los años en el aparador. Había una habitación tan grande como un mundo y allí nos acomodamos todos los niños.
Por la noche, antes de dormir, Asun preguntó qué habíamos pedido a los Reyes Magos y desfilaron juguetes, libros, mecanos y bicis de tantos colores, letras y formas que las paredes apenas podían cobijarlos. Todo se desvaneció cuando Ana dijo alto y claro “¿Así que no sabéis que los Reyes son los padres?” Casi nos la comimos entre gritos e insultos, pero recordamos el vino no bebido por los Reyes, los mantecados intactos y la paja para los camellos impoluta.
Aquella última Navidad la tata estaba resplandeciente con su vestido de princesa.
Qué bonito lo de «una habitación tan grande como un mundo», sí, es verdad que es así en la infancia, cuatro paredes pueden contener todo un universo, sobre todo cuando se reúnen varios niños. Gracias por la nostalgia, Belén, y que el año nuevo te traiga lo que necesites y desees.
Es verdad Ana, un grupo de niños pueden construir todo un universo a medida. Gracias a ti por sentir mi relato. También te deseo que este año te traiga lo que quieres.
Un beso,
Belén
Nos hemos cobijado en la habitación grande como un mundo, Belén, hemos visto todos los juguetes de nuestros deseos y hemos visto los vasos de vino mediados en la mesa. ¡Vaya recuerdos nos has traído! Genial relato, Belén. Mil gracias por compartirlo. Abrazos.
Es un mundo precioso el que inventan los niños. Me encanta haberte hecho recodar tu infancia. Mil gracias a ti por leerlo con tanto cariño.
Abrazos miles,
Belén
Será la Navidad, pero tu relato tiene para mí una cadencia como «Platero y yo», por los recuerdos y el ritmo. Despiertas la imaginación, y con eso me quedo.La nostalgia es un buena compañera de viaje y de escritos.
Suerte.
Completamente de acuerdo contigo Antonia, la imaginación es una buena compañera de vida. Gracias Antonia.
Un beso,
Belén
Es que siempre tiene que haber alguien que abra los ojos, así que esa niña es estupenda como tú. Por cierto Ana, ¿quien es la tata de Eskarlata? Perdona mi ignorancia.
Un beso,
Belén
Es un texto muy hermoso, Belén, enhorabuena y a ver si esta vez, sí o sí, obtienes el premio que te mereces!!!
Muchos besos
NACHO RUBIO
Gracias Nacho. ¡Todo un piropo tu comentario!
Un beso grande,
Belén
La tata era una capulla de tomo y lomo. Menos mal que iba vestida de princesa, la muy!!
Por lo demás el relato es super-chulo. Me gusta como reflejas que esa fue «la última navidad».
Un abrazo.
Me ha encantado tu comentario Aurora, pero ¡pobre tata! si solo invitó a su boda a los niños con los que estaba a gusto. Quien desveló el secreto fue una de las niñas que compartían la habitación. Vamos a imaginar que fue para hacerse la mayor.
Un beso grande,
Belén
Un poco cruel era la Tata, yo me la hubiera comido. Claro que todos hemos conocido una tata de esas y nos han fastidiado las ilusiones nuestras o de nuestros hijos!!
Suerte y felices fiestas.
Besicos muchos.
Hola «Casa Encendida» (me encanta tu pseudónimo). Igual que Aurora, has visto a la tata desvelando el secreto. Si hubiera sido así, es para comérsela con patatas, pero lo que hizo fue invitar a su boda a los niños con los que compartía juegos y tardes. Como le decía a Aurora, fue una de las niñas invitadas y vamos a imaginar que fue para hacerse la mayor.
Un beso grande,
Belén
Me ha gustado la habitación mundo y la frase final del vestido. Cómo los recuerdos se sobreponen. Un acierto.
Gracias Ximens por tu opinión, que es todo un halago.
Un saludo,
Belén
Gracias Ana por tu aclaración, que ha sido un placer leerla por esas gotas de filosofía que dejas caer.
Un beso,
Belén