104. El último pueblo
El aire huele a vaca y es cortante, parece que llega sin esfuerzo hasta lo más profundo de nuestros pulmones. Las calles de este pueblo, por el que transitamos, están mal pavimentadas. Al andar los zapatos de Frank suenan contra los adoquines, provocando que un can se acerque a olisquearnos y nos siga.
Llegamos a un restaurante. Frank abre la puerta y esperamos en el umbral. Unas treinta personas se apiñan en las mesas. La camarera va y viene llevando platos, cubiertos, vasos… Nos mira y se acerca sudorosa a nosotros intentando colocar un rizo que le cae sobre la frente, sin éxito. Nos guía hasta una mesa tranquila, atravesando el comedor, en medio de un inmenso ruido de cubiertos. Frank pliega su bastón blanco.
Miro a los comensales, ellos también reparan en mí e incluso algunos me sonríen.
Frank me ofrece comida, pero no tengo hambre, estoy cansado… Cierro los ojos mientras escucho los ruidos del salón como un murmullo en la lejanía. No siento las caricias de Frank que antes me producían escalofríos al bajar por mi columna. No puedo moverme.
— ¡Despierta, amigo!
La camarera se acerca, oigo unos pasos…
— ¡Lo siento! Creo que su perro ha muerto.
¡Exquisito!
Muchas gracias, 🙂 !!
Qué tristeza tiene que dar la muerte de un animal al que consideras tu compañero. Yo, por suerte, aún no me pasado por esa experiencia, y espero que tarde mucho.
Un beso y enhorabuena, Olga.
Muchas gracias, Asun!! Yo no he tenido perro nunca, por circunstancias de la vida. Pero me hubiera encantado, aunque lo pasara mal en esos momentos. Besos.
Olga, los personajes se han entendido perfectamente y la historia también.
Pobre perro y pobre Frank.
Me slegra léete también por aquí.
Un beso grande.
Muchas gracias, Malu!! Besotes.
Un escalofrío me ha corrido a mí por la espina dorsal al leer tu increíble relato. Está escrito a la perfección. Es muy visual, exquisito, como ya te han dicho, detallista (hasta he visto ese rizo que cae sobre la cara de la camarera). Todo un señor relato que me ha dejado con el corazón encogido. Excelente el final, aunque triste, pero genial.
Y me encanta desde el punto de vista que lo has contado, con ese narrador, que no es capaz de acabar su historia.
¡Bravo!
Gracias, Pablo!! Quería contar una historia bajo el punto de vista de un narrador canino. Espero haberlo conseguido, porque no he tenido la suerte de tener uno. Muchos besos.
Hola, Olga.
La muerte, nuestra sombra, separando dos destinos entrelazados, el del perro guía y el del ciego, claro. Muy bien creada la atmósfera y muy bueno el tono del relato, eficaz y sin alardes, bien ajustadas, elegidas las palabras de cara a la peripecia, a la trama. Mi muy enhorabuena. Y un beso.
Muchas gracias, María!! 🙂 Muchos besos.
Perdón. Me acabo de dar cuenta que te he llamado María, en lugar de Martín. Mis disculpas.
No imagino narrador mejor que un ser inteligente, con los sentidos muy desarrollados. No le hace falta hablar para ser capaz de describir con sus pensamientos, como nadie, un paisaje enmarcado en un pueblo que, para él (ya lo dice el título), será el último. Es algo que no sabe hasta que no le llega (a los humanos les sucede lo mismo), también desconoce que es el verdadero protagonista de este relato. Un personaje que permanece noble y fiel hasta un final que no puede prever, que a nosotros nos sorprende más que a él, que nos rompe el corazón, como a su dueño.
Una vida de servicio y ayuda y marcharse sin hacer ruido, qué más se puede pedir, yo firmaría.
Se entiende muy bien y transmite muchas cosas, Olga
Un abrazo fuerte y suerte
Muchas gracias, Angel!! Me alegra mucho que te haya llegado. Un besazo 🙂
Nuestro amigo ha cumplido hasta su final la labor que su instinto y el cariño de Frank le marcaban. Muy triste pero, también, muy hermoso, Olga. Enhorabuena. Suerte y saludos.
Muchas gracias, Jesús! El cariño es siempre lo que queda… Muchos besos.
Triste, muy triste (Pobre Frank) y bonito, sin duda. Un beso y suerte
¡Así es la vida! Gracias, Manuel. Besos.
Olga, excelente relato, sin duda el drama que encierra duele, pero es la vida misma.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Moli!! Un abrazo.
La muerte llega sin avisar, con el transcurrir de la vida que imperturbable corretea a nuestro alrededor. Tu relato transcurre entre una vitalidad arrolladora. Permites que palpemos los momentos que lo componen hasta acabar como acaban todas las vidas, en un final inesperado y triste.
Una historia con un gran desarrollo, que deja nítidas impresiones visuales mientras se conduce a su término.
Enhorabuena, Olga.
Un abrazo.
Me gusta mucho ese tono descriptivo de tu texto, Olga, y cómo termina el relato, a pesar de la tristeza indudable que conlleva su final. ¡Enhorabuena!
Besos.
Gracias M. José!! Muchos besos.
Hola Olga, bienvenida a este espacio de buenas letras que con las tuyas se enriquece aún más. Bonita historia de ese amigo fiel hasta la muerte. De las que tocan la fibra y no dejan indiferente.
Felicidades y suerte.
Gracias por tu bienvenida, Rafa. Es el segundo que envío. Pero el otro tuvo menos visitas… jajaja. Besazos.
Hola Olga.
Me gusta mucho como narras tu relato desde el punto de vista del perro. Y el final, triste, pero muy bueno. Felicidades y mucha suerte.
Muchas gracias, Gabriel!! Besos.
Olga, usas la ternura en la forma de tocar este tema y el de la muerte del animal y quedan bellas imagenes. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda!! Muchos besos.