119. Leyenda (Patricia Mejías)
Antaño existió una princesa maya que era la mejor pescadora de agua dulce de los reinos del Quetzal. Pero quería más presas. Se contaba que tras las Puertas Sagradas existía un río gigantesco, cuya orilla se situada al otro lado del mundo. Y aunque era tabú, la princesa franqueó la entrada. Ante ella se extendía el océano. En la caña de pescar, prendió un ratón como carnada. Extrajo de las aguas un animal desconocido que hacía miau. Esta vez, con carne por sebo, lanzó la cuerda. Obtuvo un gran perro lanudo y su coro de guas. No se parecía en nada a los pelones y mudos chichis que se servían en las ceremonias acompañados de jícaras de chocolate. En esta otra oportunidad, probó con su anillo de oro y atrajo un hombre. Aquel se veía salvaje con el vello dorado relumbrando en el rostro blanco y, sin esperar su aquiescencia, le hizo el amor en la playa. Pero atraídos por el oro, llegaron más hombres como aquel, con la cruz y la espada. Así cuentan los indígenas de tierras altas, se inició la conquista española en tierras americanas. Por culpa de un perro, un gato y una mujer curiosa.
Me ha parecido una leyenda preciosa. Cuánto daño puede hacer el oro. Espero que a ti te traiga buena suerte y pesques con tu relato alguna nominación a fin de mes.
Suerte y saludos.
Hola, Patricia.
El becerro de oro, el vellocino, El Dorado. El oro toso lo transmuta y todo lo vicia y corrompe. Es un gen texto. Besos.
El vellocino, claro. Últimamente me falla el teclado que no veas tú.
El vellocino, claro. Es un gran texto. Últimamente me falla el teclado que no veas tú.
Debió ser desconcertante encontrarse con aquellos seres bardudos de tez clara salidos de las aguas que, como bien dices, conectaban con otro mundo. Iban montados sobre unos animales que parecían formar un único ser con ellos, como si de centauros se tratara. El ruido de sus arcabuces parecía provenir del mismísimo dios del trueno e incluso la indumentaria de los sacerdotes y sus libros de oraciones estaban profetizados desde antiguo, lo que facilitó bastante las cosas a los recién llegados.
Cuando descubrieron su codicia por el metal dorado, y sobre todo que aquellos dioses en realidad eran mortales, pasaron de ser hijos de Viracocha a enviados del demonio. Pero ya era demasiado tarde.
Como siempre, es asombroso ver la cantidad de cosas que se pueden decir con 200 palabras. Y esta vez además, tan bellamente escritas.
Me ha encantado, felicidades!!!
Tu relato me parece muy colorista y hermoso. Y muy bien narrado, como lo haría una madre amorosa a sus hijos al contarle una leyenda sobre sus antepasados. Enhorabuena, Patricia. Un saludo y suerte.
Hola, Patricia.
A ver si escribo el comentario como quería, ahora que parece que funciona como es debido el teclado.
El becerro de oro, el bellocino, El Dorado. El oro todo lo transmuta y todo lo vicia y corrompe. Es un gran texto. Un texto de leyenda. Besos.
Patricia, leyenda, historia? bonita para contar a los niños. Suerte y saludos
Un cuento que deja mucho. La avaricia de algunos es el mal de todos. Me gustó como metes a los animales del caso en la historia.
Felicidades y abrazos.