132. El perro
Llueve. En la más recóndita esquina de un callejón sin luz, busca refugio. Entre basuras, jadea con la lengua que le cuelga inerte. Herido, tiene el pelambre sucio, con sangre seca. Huye de las alimañas como de un mal sueño. La oscuridad y la jauría le cierran el paso. Inquieto, duda entre saltar y seguir la huida, o quedarse agazapado. Le agitan las sombras, las gotas que caen desde la voladura de las cañerías, son un aviso. Tiene un mal presagio. Evoca su pasado; su hijo y esposa, también los otros, socios y enemigos. Todo por un ajuste de cuentas. Suelta el maletín y se restriega la cara. Con la mano agarra fuerte la pistola, el índice en el gatillo. Ladrador y perdedor, agachado sale y sube la calle; con el rabo entre las piernas.
Hola, Marta.
Extraño texto el tuyo que crea una atmósfera e tensión, muy inquietante. Perro ladrador poco mordedor, pero este, acosado, parece que ladra pistola en mano por mucho que lleve el rabo entre las piernas. Dejas al lector, lo cual está muy bien el imaginarse la historia que le lleva a esta situación, el ajuste de cuentas. Buena propuesta. Un beso.
Marta, a tu historia, minuciosamente y bien contada; con imagenes muy claras, le encuentro tintes cinematograficos. Suerte y saludos
Coincido con los comentarios precedentes en lo de cinematográfico y bien contado. También me sorprende que, aparentemente ladrador, vaya con el rabo entre las piernas, a menos que… Dejando las bromas, me ha gustado y además, dejas espacio a la imaginación. Suerte y un saludo.