145. Incertidumbre
En una isla, en lo más profundo de ningún lugar se emplazaban un puñado de infames que ponían en el blanco de sus chanzas a una rareza andante, a un tipo vulgar de andares desgarbados, sin cicatrices, ni dientes podridos, ni parche; que quería ser pirata, como ellos, y que a falta de loro para mayor mojiganga se hacía acompañar de un perro patán de ojos tranquilos y orejas desfallecidas sobre la cara. Hasta que los ingleses quisieron tomar la playa y perdieron al encontrarse a aquella ralea de holgazanes desconcertantemente sobrios de buena mañana. Detrás de las cabezas de los de la Pérfida rodaron el ron, las carcajadas y la bromas; esas que se van de madre y acaban con el bufón en un hoyo a dos metros bajo tierra con un mal cuchillo clavado de costado. El chucho desde entonces se recuesta en la entrada de la taberna y solo levanta la cabeza cuando sale el asesino de su amo. Menea el rabo, le sigue, disfruta la noche estrellada y saborea el miedo cerval de aquel canalla que al verlo camina ligero maldiciéndolo sin atreverse a separar la mano de su espada; aunque él nunca lo ataca.
«Él nunca le ataca», hasta el día en que le apetezca hacerlo, o no, ahí está la clave, en esa «incertidumbre» un estado latente e intranquilo que acompaña al asesino de su amo, un título que compendia bien este relato de un chucho corriente, pero a su manera fiel. a un amor de baja ralea más allá de la muerte.
Me alegra mucho leerte José Antonio
Un abrazo y suerte
Eso sí que parece un castigo duradero, pues el canalla parece que no va a disfrutar de tranquilidad durante una temporada. Esperemos que este, en su maldad, no ensarte la espada en el vientre del fiel y desheredado chucho. Hermoso el aire de cuento clásico del texto que nos dejas, José Antonio. Un saludo y suerte.
Un relato muy bien contado, palabra por palabra. La fidelidad, es don perruno, dicho en el mejor de los sentidos.
Mil felicidades y suerte.
Hola, Juan Antonio.
La venganza es un palto que hay que digerir en frío. ¿Qué pueda hacer o no ese perro? El que algo teme algo debe, con esa espada siempre presta. El can estará buscando su oportunidad, la mejor papa pasar al otro lado al facineroso matador de su amo. Un final abierto para un texto bueno libra por libra. Gusto leerte. Un abrazote.
Un relato con sabor a salitre y cerveza que genialmente nos recrea una atmósfera de pillaje y violencia, en la que el perro, tal vez contagiado por los bajos instintos del entorno, ha juzgado y sentenciado al ruin de su amo a vivir bajo los colmillos de Damocles, ja, ja, ja. Me ha encantado, Juan Antonio. Abrazos y suerte.
¿Pues qué os digo? Que muchísimas gracias por pasar por aquí a leer y comentar. Estoy un poco fuera de juego, pero sois una gran familia y aunque en la prórroga he querido aportar algo (con mejor o peor tino literario). Ángel, me alegra mucho que tu nombre siempre ande sonando por ahí por tus buenas letras. Jesús, María y Martín, mil gracias por los ánimos. Aunque no pueda comentar demasiado (este bimestre lo intenté y creo que me quedé por el 40 y pico) tened por seguro que os leo. Ínclito Juan, es un honor recibirle desde este humilde relato. Sus letras siguen siendo para mí pura ambrosía. Estimado Salvador. Este año me quedo con las ganas de ir a Santander a la presentación del libro, pero espero que podamos coincidir alguna vez para que te pueda decir en persona lo mucho que disfruto también tus relatos. Un abrazo enorme y suerte con la nueva convocatoria !!! 🙂