DIC106. HISTORIA DE DOS NAVIDADES, de Òscar Pareja Bañón
Me envuelven palabras lejanas, unos leves acordes y la oscuridad. Un silencio me transporta a mi niñez. Hace frío y nieva más allá de la ventana. A mi espalda parpadean las luces de un adornado abeto y cuelgan de la apagada chimenea, unos motivos navideños cargados de dulces. Un grito me estremece. Proviene de la habitación de mis padres. El reno esconde su sonrisa. Un sollozo me devuelve a la oscuridad. Suena una canción inmortal. No hay regalos en el árbol. Mi padre surge de la habitación escupiendo palabras oscuras. Me insulta. Mi madre, tumbada sobre la cama, yace maltrecha. Pienso en la sopa caliente, en los turrones y en el jodido champán. Tengo ocho años y ya odio estas fiestas. Mis hijos me leen unas palabras entrecortadamente,con la emotividad que sólo te permite la pérdida de un ser querido. No puedo escucharlos del todo bien. El recuerdo del bofetón de mi padre esa noche lo evita. Me veo llorar y saliendo por la puerta de casa. Corro y escucho el grito apagado de mi madre. No hay vuelta atrás. La imagen de la huida me devuelve al presente y al chirriar de unas ruedas al desplazarse sobre el suelo.
Terribles recuerdos de una Navidad para olvidar.
Recibe mis saludos.
Gracias por el comentario.
Oscar, dramática imagen de navidad has escrito, imagino que en algún momento de su vida este hombre sintió algo parecido a la felicidad…
Un abrazo y suerte.
Gracias, El moli por el comentario. Sí, su felicidad se encuentra en tener unos hijos que le dedican palabras entrecortadas y gente (aunque él no sea consciente) que se despide de él en esa segunda navidad. Gracias por tus palabras.
Tu relato, aunque muy triste, debería estar entre los regalos de este mes. Por su valor literario en la construcción, el ritmo, la mezcla de escenarios que en el fondo es uno, por ese «El reno esconde su sonrisa», por ese jodido champán que nos habla del alcoholismo del padre, porque ese anciano en sillas de ruedas que acaba de perder a su mujer se lo merece. Para mi, es un relato de Óscar.
Gracias, Ximens por todas tus palabras y por todo lo que en ellas se encuentra. Gracias de todo corazón. Estoy en este concurso con la intención de seguir aprendiendo y de momento es lo que intento. Es cierto que puede sonar a triste el relato, pero entrelíneas se encuentra la felicidad de haber formado cariño y, tal vez, de recuperarlo. Por cierto, las ruedas del final, no son de una silla de ruedas, sino de la camilla que transporta al ataúd en los tanatorios. Supongo que no habré conseguido transmitir bien esa imagen. Un abrazo y gracias de nuevo por el tiempo dedicado a la lectura del texto.
Turbio y triste, pero sobre todo muy doloroso. Entiendo que el narrador ya está muerto, y aún queda algo de él en el cuerpo que ya se llevan. Muy bueno, Óscar.
Abrazos.
Gracias, Miguel Angel por tus palabras y por el comentario. Es un honor recibir comentarios tuyos.