DIC87. SUEÑOS DE NAVIDAD, de Ana Rosa de Artíñano Comin
– Mamá me gustan las Navidades. Me afirmaba Miguel, de pequeño, en una ocasión cuando la cabeza apenas le llegaba al borde de la mesa de la cocina en la que me hallaba preparando una bandeja de dulces.
Le miré fijamente a esos enormes ojos color miel que le abarcan casi todo el rostro.
– Son Navidades con sueños de algodón- le contesté risueña.
– ¿ De algodón?- exclamó arrastrando las palabras con extrañeza.
– Si, con belenes, magia, juguetes envueltos en papel de celofán, luces de colores, Reyes Magos, campanitas, ilusiónes y muchas cosas más.
– ¿ Con sabor a caramelo mamá?.
– Sí, como a tí te gustan.
Revolví su pelo y una lágrima resbaló por mi mejilla.
– Las Navidades de los mayores son iguales?
– Las de los mayores tienen , a veces, un sabor agridulce.
Puso cara de asco y se marchó corriendo como alma que lleva el diablo.
Me acerqué a la ventana y observé cómo los copos de nieve cabalgaban sobre la ciudad tiñéndola de un color mágico y especial, me quedé pensativa y mil imagenes acudieron a mi mente, deseé volver a la niñez y quedarme en ella para siempre.
Muy buena la escena. Muy visual, casi una postal.
La Navidad agridulce de los mayores y la ilusión infantil…
Bella descripción.
Besicos muchos.
Siendo adulto acumulamos tristezas,ausencias…que nos hacen alejarlos de la inocencia de ser niño, ¡ojalá! no perdamos del todo esa ingenuidad de la infancia.
Recibe mis saludos.
Reflejas muy bien el sentir de los adultos por las personas que se han ido, aunque por otro lado también la añoranza de una vida donde los problemas no existían. Venga, que tengas suerte con los regalos.
Me gusta como lo relatas, pero, realmente necesitaba la niñez para volver a sentirse viva