59. INTERRUPTUS (CRISTINA REQUEJO)
Comenzó a imaginarme con mucho entusiasmo; llegaba a casa, se sentaba delante de su cuaderno, e iba hilvanando mi historia.
Recuerdo bien cómo acariciaba la inicial de mi nombre, la definitiva, porque he de contar que tardó en decidirse, y dejé de ser Alberto para llamarme Luis, hasta llegar a ser Ramón. A veces pasaba su lengua por mis minúsculas, dejándolas húmedas y ávidas de deseo. Otras, rozaba mi tilde con la yema de sus dedos. Conforme iba escribiendo, movía la pelvis y, con la mano izquierda, acariciaba su pubis.
Nunca llegué a saber qué hacía cada vez que cerraba la libreta.
Desde que ganó aquel premio de novela, me tiene encerrado en su cuaderno, excitado entre el margen izquierdo y el gusanillo, junto al cuerpo desnudo de una voluptuosa mujer, a la que aún no ha puesto nombre, contoneándose delante de mí.
No pierdo la esperanza de que algún día se decida a concluir este capítulo, aunque conociéndola, es capaz de terminarlo haciéndome vivir un gatillazo.
¡Qué buena historia la de ese personaje-objeto angustiado por las ideas de su creadora!
No haré ninguna broma sobre gatos, gatillos o gatillazos, pero lo has dejado muy «a huevo».
Felicidades, Cristina, suerte y un beso.
Hay escritoras que tienen mucho morro, la verdad, y muy pocos escrúpulos. Crean a su antojo personajes para utilizarlos de un modo perverso y lascivo. A la hoguera con ellas 😉
El otro día vi el dibujo que alguien me dejó en el parabrisas hace un año y me partí de risa. De tal gato, tal gatillo, jajajajaja.
Un beso grande, Rafa, y gracias.
Un personaje con vida propia, pero también con una relación muy peculiar y directa con su autora, de quien depende en último término su destino. Un relato valiente y lleno de sensualidad, con un toque de humor final, que supone todo un cambio de rumbo, de un plumazo, de las expectativas que hubiera podido hacerse. Los finales no siempre han de ser felices.
Un abrazo, Cristina, Suerte
Y qué mala vida le da su creadora, Ángel. No es justo que tenga a ese pobre hombre ‘así’, pero ya sabes, hay mentes muy retorcidas, y encima, a saber qué le espera al muchacho, si es que le espera algo…
Gracias por tus palabras, compi.
Abrazo grande.
No me gustaría verme en el papel de ese pobre personaje que malvive aguardando a que su creadora, aparentemente inconstante y dubitativa, le permita rematar adecuadamente lo esbozado por sus sensuales manos y su tórrida mente. Me ha gustado tu relato, Cristina. Saludos y suerte.
Yo creo que su creadora se lo pasa en grande con su personaje; no sé cómo acabará todo este asunto, pero me da a mí que ella no está por la labor…
Gracias por pasarte, Jesús, y por tus palabras.
Cristina, ese tono de crítica e ironía está muy conseguido; igual que la historía. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda. A ver hasta dónde nos lleva la historia de este pobre hombre, jajaja.
Besos.
¡Qué gamberra eres!, y qué bien me lo haces pasar, aquí y en tos los sitios… y pobre hombre, si no quieres liberarlo, déjale al menos que entable con la fémina algo más que una simple excitación… jajaja.
Eres la bomba, con una imaginación sin límites.
Un besote y amenazo que seguiré leyéndote.
Rosy, déjalo estar ahí, que sufra un poco antes de consumar, leches, que entre el margen y el gusanillo seguro que se está muy a gusto, jajaja 😉
Me encanta tu amenaza, que conste.
Un beso grande, y gracias por pasarte a ver a este pobre y sufrido personaje.
Me dan ganas de gritar eso de «…y si no lo quiere, pa’mí», que algo se nos ocurrirá. Y si hay suerte, ganamos el segundo premio.
Aquí no se desperdicia nada.
Un saludo, Cristina
Como para desperdiciar estamos, Margarita 😉
Gracias por tu lectura y tus palabras.
Abrazo.