«Jirones de niebla cruzan la calzada danzando al viento. Amanece. Una silueta se
viste de frío viento. Camina en dirección a ninguna parte mientras un revolver humeante se balancea entre sus dedos»
—¿Se viste de viento? ¡Qué cursilada!
—Adriana, compórtate. ¿Esto, mejor? : “Su mirada, de frío color, observa el amanecer tras la niebla que se evapora entre ráfagas de viento”
—Bien, pero no me convence. Eso del color frío de su mirada ¿Qué significa? ¿Me estás llamando desalmada?
—Acabas de disparar a sangre fría sobre un desconocido ¿Cómo quieres que defina tu mirada: inocente y candorosa?
—No te consiento que me trates como a una vulgar asesina.
—Sin amenazas que, sin describir tu mirada, puedo acabar contigo en un sólo párrafo.
Toma entonces la pluma y escribe en su cuaderno lleno de correcciones:
“Sin piedad, no hay perdón. Adriana, presa del remordimiento por su atroz crimen, se acerca con paso vacilante al precipicio. Arrastra los pies por el enorme peso de su culpa. No deja de ver los aterrados ojos de su víctima que, de rodillas, suplica por la vida de su pequeña oculta tras de sí. Un paso más al frente y desaparece en la oscuridad del vacío.
Curioso, y muy bien escrito, texto el tuyo. Ese autor, poco piadoso, parece que no pasa ni una, por muy desalmado que sea el personaje salido de su mente. Suerte, Luis. Saludos.
Tienes razón, los personajes son como los crea el autor y debe ser consecuente con ellos. Todos debemos ser responsables de nuestros actos, y en este caso de nuestras palabras, así que mejor cortar por lo sano antes de que se te suban a las barbas.
Muchas gracias por tus comentarios y un saludo.
Suerte, LuisCar.
Tocayo, gracias por acercarte a comentar. Eterno debate autor-personaje en el que él último cobra vida para dirigir al escritor. Sólo escribí un final de los muchos posibles. Cuestión de aritmética, 200 palabras no son muchas, yo diría más bien pocos y esa es la salsa de este guiso.
Un abrazo y suerte.
LuisCar.
Tienes razón, pero a veces te dan ganas de dejarte llevar a ver hasta donde te llega el personaje. En este caso no llegó muy lejos, pero estoy de acuerdo contigo, el que tiene la pluma debe tener la batuta también.
Un abrazo y suerte
LuisCar
Calamanda, cierto es. Decida quien decida el escritor es siempre responsable. De sus actos y los de sus personajes, por mucha vida propia que tengan.
Muchas gracias y mucha suerte
LuisCar
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Curioso, y muy bien escrito, texto el tuyo. Ese autor, poco piadoso, parece que no pasa ni una, por muy desalmado que sea el personaje salido de su mente. Suerte, Luis. Saludos.
Tienes razón, los personajes son como los crea el autor y debe ser consecuente con ellos. Todos debemos ser responsables de nuestros actos, y en este caso de nuestras palabras, así que mejor cortar por lo sano antes de que se te suban a las barbas.
Muchas gracias por tus comentarios y un saludo.
Suerte, LuisCar.
Muy original, el autor y su personaje en una eterna disputa que la fin llega a buen término y en ENTC podemos apreciar.
Un abrazo tocayo y suerte.
Tocayo, gracias por acercarte a comentar. Eterno debate autor-personaje en el que él último cobra vida para dirigir al escritor. Sólo escribí un final de los muchos posibles. Cuestión de aritmética, 200 palabras no son muchas, yo diría más bien pocos y esa es la salsa de este guiso.
Un abrazo y suerte.
LuisCar.
Siempre pasa lo mismo: el que tiene «la pluma por el mango» es el escritor. Y no aprendemos.
Un saludo, Luis
Tienes razón, pero a veces te dan ganas de dejarte llevar a ver hasta donde te llega el personaje. En este caso no llegó muy lejos, pero estoy de acuerdo contigo, el que tiene la pluma debe tener la batuta también.
Un abrazo y suerte
LuisCar
Luis, el escritor parece que decide. Aunque a veces los personajes tienen su propia personalidad, es verdad. Suerte y saludos
Calamanda, cierto es. Decida quien decida el escritor es siempre responsable. De sus actos y los de sus personajes, por mucha vida propia que tengan.
Muchas gracias y mucha suerte
LuisCar