DIC51. SE VA… MI ALMA TAMBIÉN CON ELLA, de Daniel Sanz Merino
Aquella navidad… cuando me lo dijo, el silencio lo invadió todo, «todo lo que no fuera el sonido del latir desesperado de mi corazón». ―Estaba muerto―. Mi alma murió en ese mismo instante. «No, no podía ser, se me iba… ¡Dios, se me iba! ¿Qué va a ser de mí ahora?».
Mis pensamientos eran los únicos vivos, (el corazón, como un motor sin alma, seguía latiendo).
Veintiún años… ¡toda una vida por delante! Acabada… ¿Por qué?… ¿Qué mal hizo, para merecer ese precoz final? Las lágrimas me ganaron la batalla y resbalaban silenciosamente, cayendo una tras otra sobre lo único que guardaba de ella, sus letras. Poco a poco estas se fueron diluyendo ahogadas por ellas… Me maldije. No llegaba a comprender el por qué el destino nos llevó a conocernos y sin embargo, ahora… se reía de nosotros.
No digo que yo la mereciera no, ella merecía mucho más, tanto y bueno que, me maldije una vez más. Iba a morir… sola. Sin un beso mío, una mirada, o tan siquiera… una caricia.
La injusticia se volvía a cebar en ella… y conmigo.
Cuando la desgracia se involucra también en el interior de los sentimientos, al alma solo le queda el refugio de sangrar… sangrar y ahogarse. Espero por tu bien amigo, que solo sea inspiración. Mucha suerte… en todo.
Triste, muy triste. Y en estas épocas es normal. Un micro que es una oda a la pérdida del amor.
Mucha suerte, Daniel.
Uff, tristisimo. Sospecho que es personal y en esos casos no tengo nada que decir, pues no tiene sentido.