DIC48. SILENCIO BLANCO, de Nieves Martínez Menaya
Olía el aire a serpentinas y los confetis volaban por mi pelo como promesas recién improvisadas.
Entre lágrimas fáciles y sonrisas de niños que se iban de la mesa, se regalaban todos el cariño atrasado , y fuegos en el aire explotaban sonoros junto a uvas de colores. Mientras, en el árbol callado, los regalos dormidos esperaban mi abrazo prendidos de las ramas. A escondidas, recuerdo, yo adelanté el camello. Frente al belén, sé que una voz me dijo: “Antes de irte a la cama besa al niño, chiquilla”. Pero siempre buscaba el estanque y los patos.
Una noche una estrella – la estrella peregrina- me anunció una sorpresa. Y yo sé que la vi. Era blanca y distante. Unos días después se marchó de repente, dejando en mi recuerdo sólo el silencio blanco de la nieve. Yo tenía seis años. La llamé “Navidad”.
Tu relato, intimista y humano, nos conduce a un cierre suave y placentero.
Una delicia en medio de tanta frustración navideña.
No te fíes de «las niñas navideñas»
😉
Qué bien describe tu alma de poeta esa escena tan ascentral. Menos mal que aún no conocías al asesino del pavo. Hubiese roto el hechizo del silencio blanco de la nieve.
No sé por qué pero hacemos buena pareja «el asesino del pavo» y «la niña navideña». Y aún no se ha roto el hechizo!!
(
Gracias, don J. Alfonso!
He oido panderetas, y me ha llegado el aroma del corcho viejo y del musgo en el nacimiento. La ilusión de la navidad para los peques es su mayor regalo. Tu relato lo he vivido.
La ilusión de la navidad, la ilusión de la navidad…..Tal vez la echemos en falta cuando nos falte por algún motivo importante. De momento,la dejo para los niños.
Gracias por percibir sonidos y aromas.Ese mérito es tuyo.
( no estaba en la receta, pero lo has enriquecido)
He leído dos veces el relato y no sé que me quieres contar. Veamos los comentarios qué me dicen. Nada. Problema mío, sin duda.
Problema mío sin duda. La verdad es que no he querido contar nada. Quise atenerme a la pauta: «Aquella navidad…de niño». Camellos que se mueven; estrellas que hablan; serpentinas que huelen….Suerte que ellos pueden . Algunos conservan de mayores ese estado y pasan directamente a ser artistas. Los demás pertenecemos «al resto de los mortales» (me encantaría saber cómo Pablito vio con 6 años a las señoritas de Aviñón).
La realidad para un niño es una percepción fragmentada y poco articulada. Una revelación inconexa difícil de explicar. De modo que así lo ha contado la niña navideña, como ha podido.Claro que algunso llaman «relato» a algo que empieza, sigue y acaba. Plin!
Tranquilo, no te lo hagas de mirar: cosas de niños
un abrazo
Bonito relato, Nieves. Suerte.
Tu vuelo raso por estas líneas,me place. Es más, siempre lo espero.
Pues yo también andaba por aquellos andurriales. Recuerdo mis manos enredadas en aquellas serpentinas, entre voces de adultos y algarabía. Recuerdo también a una niña que se acercó a aquel estanque de papel de plata y asustó a unos patos que doblaban en tamaño a un pescador cercano. Recuerdo, finalmente, el rumor aún audible de aquel blanco silencio que quedó en el ambiente después de desaparecer, irse o desvanecerse la estrella supernova peregrina. Y además yo tampoco entiendo lo que me cuentan las rosas y los colores, las auroras boreales y el canto de los grillos, pero os juro que los entiendo a todos. Me gusta cuando te ausentas porque parece que callas. Besos para todo el mundo, porque a pesar de todo va a ser otra Navidad. Y el próximo año ya la séptima. Anónimos del mundo, uníos.
Pues mientras no sea el «séptimo de caballería». Salvando eso del 7, me gusta mucho todo lo que dices por poético y visual. Preciosos los patos gigantes y lo de las rosas boreales y las auroras que cantan y me salto lo de los andurriales y empiezo en «Recuerdo».
Resumiendo, sigue comentando así, y ojalá dejes asomar tu nombre sobre el silencio y bajo la estrella.
Beso.
Recuerdo una tarde de invierno en la que nos anocheció mojando nuestras manos en las aguas gélidas de aquella pequeña rada, cuyas aguas calcaban el espejo más negro que a modo de cúpula enmarcaba las aguas de la Bahía de Santander. De pronto mirando al cielo se nos aparecieron el silencio blanco, un pato gigante, varios kilómetros de serpentinas de colores, una mesa de Navidad completamente montada, la supernova que dudaba entre irse o desaparecer para siempre y un caballo blanco a cuyo lomo se reconocía al autor anónimo del comentario de las 23:23. Gracias Menaya por prestarme las palabras. Anónimo sin más.
Espera que aterrice. Me pones en un serio compromiso: es de esas veces en las que el comentario supera con creces al relato. Voy a ver a quién plagio
…recuerdo una tarde de invierno…..que a modo de cúpula enmarcaba las aguas…. mejor me callo y no estropeo ese silencio que pide a gritos quedarse cuando uno lee estas cosas…..No mereces ser anónimo ( aunque no sé por qué me da que de alguna manera nos has dicho tu nombre dentro de ese
» marco» incomparable de Santander….
Con la primera lectura me he visto colocando el papel de plata del río sin agua, oyendo villancicos zambomberos, soñando con algún (desconocido) regalo y liado con el musgo verde de las montañas. Me has hecho (otra vez) niño con antiguas ilusiones.
Con la segunda, me has descubierto tu idea de aquellas fiestas. Tus camellos, tus árboles, tus patos gigantes y tus ajetreos de comidas familiares.
Con la tercera he disfrutado analizando la forma que tienes de desarrollar un belén ante los lectores que te seguimos.
Pero esa última estrella que se te apareció, no me deja ver si tus recuerdos son felices. Si fuese así, te los cambiaría aunque estén ya caducados. Lo mío es envidia podrida.
Veo que tú también procesas las lecturas con los mismos mecanismos con los que se analiza un vino.Ya sea bueno a malo,
es inevitable distinguir los diferentes tramos, aromas que no se presentan unos seguidos de otros , sino fuertemente mezclados y que sólo resultan visibles cuando se les aísla
deliberadamente. Mi relato es un Tempranillo del año, joven y vulgar, por lo que no requiere narices expertas sino voluntariosas, de modo que el mérito está en tu análisis.
En la primera parte hablas de lo que la lectura te ha hecho ver, lo que has visualizado( y lo has ordenado – muy bien, por cierto- como lo primero que llega. Eso es lo que precisamente un autor persigue:casi más que que se le entienda.
lo segundo que has detectado es mi mensaje, el mío. Mi idea. la mía.
Y la tercera ,la forma.
Untalmiguel. Un análisis forense en toda regla. Y según el orden que llega. Sorprendente.
Después de ésto y del comentario que se ha «marcado» nuestro pirómano de pacotilla, que además es un poeta «de verdad», voy a tener que revisar mi estilo para merecer vuestras palabras.
No hay nada triste ni autobiográfico ni puntual en este relato. Ha sido un recurso en el que he querido remarcar que, sobre todo, la navidad TODO LO INVADE, como un elefante en una cacharrería, a mediados de noviembre y luego se va, siempre de repente el día 7 en el que desde el punto de la mañana las bocinas, los embotellamientos, las prisas,las caras de la gente son las de siempre y parece que
la navidad nunca existió. OCURRE DE REPENTE.Principio y final distintos y muy diferenciados, creo. Es el leimotiv de mi relato. sin más
Y mientras…. han ocurrido cosas: visiones fragmentadas desde la mirada de un niño que ES CAPAZ de imaginarse hablando a una estrella del belén con todas sus consecuencias. Cosas de niños.
ah! todos mis recuerdos navideños son felices. conste
Tú y tu mundo. No sé cual de los dos es más impresionante.
Veo que lo mismo te luces en párrafos largos que en dos palabras. (Ay! lo que tenemos que aprender de algunos comentaristas…..!)
Se agradece tu extensa reflexión sobre el asunto, porque, más que CONTAR cosas que pasan , me gusta HACER SENTIR cosas que no ocurren. Y al menos tú y , como ves, los de aquí arriba
habéis logrado compartir conmigo ese delicioso momento. Es lo único que persigo.
Te echaba de menos (los «poéticos» somos muy malqueridos)
Un saludo, Ana.
Hola Nieves, me apunto a los «poéticos» porque, como a ti, me encanta poner palabras a momentos entrañables, perfectos. Por eso me ha gustado mucho tu relato, porque se oye, se ve, se huele. Un abrazo y suerte.
Me alegra de una forma especial que a tí te haya gustado porque yo, personalmente, colecciono las palabras de tus escritos.Porque son densas y suaves a la vez, llenas de mensajes y contenidos secretos.
Jolín, Nieves, muchas gracias. Me alegro que para ti las palabras sean golosinas, como lo son para mí. Un placer compartirlas con personas como tú y, ampliando el círculo, con personas como las que participamos en este blog ¿verdad? Aquí se recoge mucho más de lo que se da. Un abrazo enorme.
No solo este sino todos los demás relatos tuyos creo que obligan a JAMS a ampliar de 200 palabras a infinito estos escritos. Con esto es probable que algún día podamos leer la esperada «Conclusión»
La esperada «Conclusión»….la esperada «Conclusión».
Estoy en ello, pero me temo que no llegará nunca porque me gusta estar continuamente escribiendo, en gerundio. Es un «perpetuum mobile» que, de no gustarme, me lo tomaría como una maldición.Como en el cuento de las mil y una nights,ese final siempre lo pospongo.
De momento ando peleando con unos endecasílabos que me ha mandado hacer Violante. Y ya te contare´.