108. Esta noche te cuento
Aquella noche, Hans Christian no podía conciliar el sueño convencido de que algo extraño habría de pasar. Y en su inquieta duermevela, tras unas de las tantas vueltas que dio sobre su cama, se le apareció a sus pies el soldadito de plomo indignado. El personaje le reclamó algún tipo de compensación por tener en su cuento un final tan cruel; siempre acababa en el fuego. Hans, después de la sorpresa inicial (aunque ya estaba acostumbrado a tratar con musas y hadas), le quiso tranquilizar hablándole de metáforas, elipsis, moralejas y mensajes. Pero no tuvo éxito, en un momento aparecieron el Emperador desnudo, la Sirenita, el Patito feo y la Reina de las nieves, todos con quejas y reclamaciones, no entendiendo cómo podían ser personajes de cuentos de hadas y pasarlo tan mal. Hans Christian, ignorando si estaba en un mal sueño, intentó capear el chorreo como pudo, pero se derrumbó cuando apareció aterida de frío la pequeña Cerillera. Ahí ya no pudo más, y se puso a llorar como un niño abandonado, o con los juguetes rotos. Sus personajes intentaron consolarlo, pero un Hans abatido sólo se preguntaba por qué diablos no se había dedicado a la literatura erótica.
Si se analizan en profundidad los cuentos clásicos, que consideramos infantiles, aparecen aspectos crueles, sobre todo en lo mal parados que salen algunos personajes. De todos los nombrados en tu relato, algunos, como el famoso palmípedo y la princesa pez, tuvieron un final feliz, pero antes las pasaron moradas. Con el resto es aún peor. No resulta extraña, pues, esa reclamación conjunta. Ya son ganas de complicarse la vida, cuando existe la literatura erótica, un género donde los personajes siempre parecen gozosos. Este final socarrón es un broche de lo más apropiado para un relato lleno de desmitificaciones. Hasta el título, que siempre hemos tenido todos delante y no se nos ha ocurrido utilizarlo, es brillante.
Un abrazo ¡campeón! Suerte
Ángel, Campeón, gracias por tu comentario, siempre meditado y acertado!!
Pues sí, el título me gusta… Es todo un homenaje!!! jajaja
Un saludo!! 😉
(No sé porque ha salido duplicado el comentario, ni sé cómo se quita. Estas cosas a Andersen no le pasaban. Mis disculpas)
Hay varios estudios sobre lo poco adecuados que eran los cuentos de mi infancia, pero ninguno tan claro y revelador como el tuyo.
Muy bueno, Miguel Ángel.
Un saludo
Muchas gracias, Margarita!!
jajaja revelador!!!
Un saludo! 😉
Miguel Ángel, qué buena historia, cargada de verdad, y final. Suerte y saludos
Calamanda!!! Gracias por comentar!! jejee
Un saludo!! 😉
Muy buena historia, Miguel Ángel. La frase final muy ocurrente y muy de mi estilo, jejee.
¡Un saludo! 🙂