115. Decadencia (towanda)
Acudió al Café Literario con tiempo suficiente. Adoraba ese lugar colmado de nostalgia, de tardes de tertulias. Sentada frente a una taza de café, lió un cigarrillo. Sus torpes dedos desatinaban colocando la boquilla al abrigo del papel. Aguardando una temblorosa lengüetada y el chasquido de la piedra
Tras un ansioso humo, adivinó su figura.
—No volveré más. La amo y no puedes cambiarlo.
—Desagradecido, sin mí no habrías tenido ninguna oportunidad…Te di ojos, pelo y ese porte distinguido. Te ofrecí una vida y descarné mi alma creando tu personaje. Me perteneces.
—Dejé de hacerlo hace mucho tiempo, cuando perdiste tu rumbo entre las páginas de algún capítulo inconcluso que embarraste de alcohol.
—Maldito seas. Solo eres ficción; un personaje inventado…
El estallido de la taza contra el suelo hizo que una camarera le recriminara por molestar con sus voces a los clientes.
Desde la pared, una fotografía de aquella escritora que algún día fue pareció reprobar la escena cuando sus miradas se cruzaron. La mujer escondió sus ojos y avanzó cabizbaja, arrastrando los pasos entre las mesas, en dirección a la calle.
Poco después, se escuchó una detonación, como estaba escrito en la página doscientos del último manuscrito inacabado.
Un título que engloba un relato y una vida en una sola palabra. Una escritora de edad avanzada, que quiere recuperar el esplendor pasado, tarea imposible, porque ya nada es lo mismo, ni aquellas tertulias literarias, ni ella, que nada tiene que ver con aquella mujer joven y triunfadora que luce en la pared de ese café, alguien brillante que un día vio cómo su creatividad se secaba y trató de llenarla, vanamente, con alcohol, como le reprocha su criatura principal. Ya sólo le queda convertirse ella misma en personaje, terminar de forma novelesca, como un día imaginó.
Descripciones que dibujan a la protagonista con nitidez. Un diálogo que viene a ser un duelo sin concesiones entre autor y personaje, que es también el monólogo de alguien en caída libre. Una adaptación total al tema del bimestre y un final contundente. No se puede pedir más. Una apuesta fantástica.
Un abrazo muy grande y suerte, Towi
Ángel, siempre tienes esa palabra amable, generosa, que levanta el ánimo. Es un placer (y ya me repito) leer con atención siempre tus comentarios.
Gracias, precioso.
Un abrazo enorme.
Hola, Towanda, la del póquer de «Abogados», diosa.
La protagonista de tu texto hace buena la tesis de que si somos algo es sendas de demolición. Esta escritora venida a menos en cualquier sentido la toma con uno de sus personajes, al que pese a prestarle la voz, maldice por ser ficción cuando seguramente ella misma lo es también ya. Tanto, que se atiene a lo que acontece en una de las páginas finales de su último manuscrito inconcluso, remojado en alcohol, para poner su punto y punto a poco de salir del Café Literario. El ya nada es lo mismo ha podido con ella. Uno de los sentimientos más trágicos de la vida. Envejecer no es para flojos, que diría el gran Paul Newman, si viviera. Sentir que se ha ido todo en una mirada a una fotografía. Una belleza de relato, muy a la par con de la de su autora.
Un beso orbitando en el espléndido planeta tuyo.
Jajaja, Eduardo, tú y las diosas…
Muchísimas gracias porque, al igual que le digo a Ángel, es una delicia (con el poco tiempo que tenemos todos) que dediques tu tiempo a comentar con tanta amabilidad.
Besazos.
(towanda) Felicidades por tus exitos. Bien llevada tu propuesta, recuperar lo que fuimos no siempre compensa o ayuda. Suerte y abrazos
Éxitos?? Qué va! Si estoy en dique seco…
Recuperar lo que fuimos no siempre compensa; buena frase te has sacado de la chistera.
Gracias, guapa.
Abrazos.
Lo hiciera pensando en ello o no, esa última acción será la que consiga que vuelva a la actualidad, que sus libros sean destripados por sesudos entendidos, que todas sus miserias salga a relucir o que se paguen fortunas por cualquier manuscrito perdido o inconcluso. Tristemente, negocio para unos pocos a costa del respeto que, seguramente, se merecía la pobre escritora caduca. Enhorabuena, Towanda. Suerte y saludos.
Hola, Jesús.
Bien visto, es cierto lo que dices, aunque después de muerto de qué sirven esas cosas.
Gracias, bonito.
Un abrazo enorme.
¡Qué buenos comentarios te han dejado aquí arriba!
Así que añadiré unos besos de mi parte (espero verte en Valencia, ¿irás?)
Carme.
Hola, Carme.
No podré ir a Valencia y bien que lo siento, pero me es imposible.
Diviértete mucho por mí y gracias por comentar.
Muak.
Triste destino cuando los años se llevan la gloria y las musas, solo quedan recuerdos que hacen más dura la existencia. Tu protagonista decide poner el punto final. Excelente amiga.
Un abrazo y suerte.
Hola, Moli.
Así es. El éxito hay que quererlo y mimarlo como a un bebé.
Mi protagonista no tenía salida, pobrecilla.
Un besazo y gracias.
¡Qué malvada, cómo disfrutas matando!
Intentar recuperar el esplendor perdido… tu excelente micro me recuerda a una excelente película: «El crepúsculo de los dioses». Mira tu, hablando de dioses… ¿sabías que estás en el Olimpo de mis escritoras favoritas?
Un besote.
Hola, Rosy.
Eso del Olimpo me suena a algo, jajaja. Te voy a matar a ti, pero a abrazos.
Un beso enorme y gracias.
Hola Towandita, no podías faltar a la cita y te has hecho rogar, pero aquí estás con este personaje atormentado. Esperemos que nunca nos veamos tan desoladas como ella y que siempre tengamos al lado a quien nos ponga los pies en la tierra y nos ayude a pasar esos malos baches. Un beso guapetona.
Hola, Asun.
Atormentado, tú lo has dicho. Nosotras nunca nos veremos en esa situación, espero, confío, deseo.
Besos y a escribir el tuyo, ¡YA!
Hola, Juan.
Qué bonito eso del malditismo. Me gusta mucho.
El Café Comercial de Madrid ha reabierto sus puertas hace apenas un mes, así que ya sabes dónde podemos sentarnos a charlar.
Gracias por tu amabilidad y unos abrazos apretados.
Pues avisado estás,
Abrazos, JuanPérez.
Recojo el testigo que dejáis en el aire Towanda y tú Juan Pérez. ¿No sería buena idea comenzar una tertulia entre los madrileños que nos asomamos por aqui? Todo sería proponer un día y hacer el esfuerzo. Venga chicos maduremos la idea!!!
La decadencia del cuerpo, de la mente, de la creatividad, es una ley inexorable que la vida nos regala sin nuestro consentimiento. El escritor tiene que asumir que sus personajes son imperecederos, no así su mundo. ¡Genial, Towanda! Abrazos y suerte.
¡Madre Santa, Towanda! No son buenos compañeros el talento y el alcohol. Parece que ha sucedido mucho y tú lo cuentas tan bien que he quedado atónita, hasta casi escuché el disparo y se me cortó la respiración. ¡Qué buena eres, maestra! Felicidades, como siempre! Me encantó leerte otra vez. Beso!