04. GENARO (MARÍA JOSÉ VIZ)
Genaro era el mejor en todo. Se podría decir que tenía un don mágico, como el de los clásicos superhéroes. En el barrio lo conocían muy bien, aunque muchos desearían no tener un trato tan cercano con él. Era un experto en “birlar”, un verdadero artista del hurto. Desbordaba simpatía y esa era el arma poderosa que poseía para conseguir sus fines. Siempre trabajaba en solitario. Solía decir que más de uno eran multitud, sobre todo a la hora de repartir el botín.
Han pasado los años. Aquel niño travieso ha crecido y ha mejorado sus técnicas de apoderamiento de lo ajeno. Un séquito de niños lo rodea cada vez que sale a la calle. Para ellos es su héroe; mucho mejor que Superman, sin duda.
Genaro se siente viejo. Ha devuelto la cartera que se le había caído a una anciana, ante testigos. Sus poderes especiales parecen haberse esfumado.
Cuantos Genaros habrá por ahí que solo se dan cuenta de que, quizá, no hayan actuado todo lo bien que deberían hasta que puede que sea demasiado tarde para conseguir purgar sus malas acciones. En este caso, el cansancio de una vida marcada tanto por el temor de algunos como por la admiración de otros, parece haber servido de catarsis. Aguardemos que no sea demasiado tarde. Tu relato me ha gustado mucho y, también, me ha hecho pensar, María José. Enhorabuena y suerte. Saludos.
Gracias,Jesús, por tu interpretación del personaje de Genaro. Yo, que lo «he parido», no entiendo su catarsis, jeje. Pero bien podría ser lo que tú apuntas: el cansancio de vivir una vida al margen, peligrosa, que acaba transformándolo.
Besos. AA.
Hola, María José.
Toda una vida comprimida en unas cuantos renglones. Todo un reto. Y lo has conseguido. Un conflicto claro y un claro dinamismo a la hora de resolver el conflicto en cuestión. Un hombre haciendo desequilibrios en el filo de la barandilla del mal. Y madurando su técnica. Los poderes especiales, esas habilidades únicas, muchas veces, como es el caso, resultan nefastos, son malevos y, sin embargo, suscitan admiración, sobre todo entre los niños. Qué malísimo es esto. Arrepentidos queremos todos, y este Genaro (me complace que le hayas puesto nombre) ha conseguido, al fin (nunca es tarde si…; más vale tarde que nunca; a la vejez viruelas)llevar a cabo una acción buena. Y qué bueno que tu texto tenga esa acción concreta, un acto concreto del protagonista y no simplemente un estado de ánimo tendencial. Un microrrelato tiene que tener, por poco que fuera, algo de acción. Si no la tiene no es un microrrelato, es otra cosa. La ejecución de tu ejercicio es perfecta y permanece en mi paladar el supremo regusto de la ambrosía. Un texto, por lo demás, que invita a la relectura. Mi muy enhorabuena. Un grandísimo beso emocionado, artista.
Querido amigo Eduardo, siempre eres generoso en tus comentarios y a los que somos objeto de tu cariño, no queda más que sonrojarnos, primero, y agradecer, siempre. En Genaro se ha producido un cambio, de esos que pueblan tantos microrrelatos. ¿Qué le lleva a cambiar? Pues puede, como le decía a Jesús, que vivir peligrosamente haya hecho que el personaje se hastíe y se «tranquilice».
Un abrazo muy fuerte, artista.
A veces, a los delincuentes se les confiere un halo de admiración. Algunos, pese a haber pasado al otro lado, destacan en su actividad, por ilícita que sea, y obtienen celebridad y hasta un cierto respeto; bandoleros míticos, pistoleros del Oeste o El Lute son buenos ejemplos. Un carterista profesional precisa de una habilidad concreta y trabajada, si además es simpático, tiene ingredientes para crearse una reputación. Tu personaje evoluciona hasta perfeccionar su técnica, pero la verdadera evolución le llega cuando el cansancio de la edad le hace regenerarse. No importa que abandone o pierda esos «superpoderes», su fama le acompañará siempre, como nadie imagina a Supermán jubilado.
Buena propuesta, amiga María José. Un abrazo y suerte
Muchas gracias, querido Ángel. Tienes razón, hay un dicho popular que dice: «crea fama y échate a dormir» (o algo así). Una vez que te creas una reputación de malvado o de vivir al margen de la ley, es muy dificil eliminar ese lastre y rehabilitarse.
Un fuerte abrazo.
Ja, ja, ja, genial, María José. Pobre Genaro, con superpoderes para lo ajeno, pero que al final ha encontrado su kryptonita, la empatía. Abrazos y suerte.
Sí, Salvador, nuestro Genaro es un tío simpático y, claro, como no podía ser de otro modo, tarde o temprano tendría que empatizar con los demás, puesto que hasta ese momento, eran muchos los que lo hacían con él (aunque resultaban escaldados, también es cierto…).
Un fuerte abrazo.
Hola María José, voy leyendo relatos y creo que esta de los superhéroes será una buena cosecha: todos diferentes, todos originales y muchos, como el tuyo, muy humanos. Mucha suerte.
Es cierto, mi superhéroe es muy de andar por la calle, jajaja. El tema da para mucho, efectivamente, pero pienso que todos los de este concurso son igualmente provechosos para el desarrollo de la imaginación.
Un fuerte abrazo.
El buen Genaro, que tantas alegrías ha proporcionado en el barrio, repartiendo sus ganancias entre los más necesitados, al estilo Robin Hood.
Pero la edad no perdona, y va perdiendo facultades, para alegría de esa pobre anciana.
Un beso, Maria José.
Asun, gracias por dejar tu comentario. El bueno de Genaro no repartía sus ganancias, tal como lo imaginé. Tanto es así que no quería tener «socios» pues ya serían multitud, a la hora del reparto. Pero lo que es cierto es que la edad va haciendo mella en su carácter malévolo… y ya has visto el resultado: ayuda a una anciana. ¡Si la gente cambiase hacia el lado positivo! Mejor nos iría, ¿verdad?
Ojalá nos conozcamos pronto…
Besos.
Lo entendí mal, el séquito de niños cada vez que salía a la calle me despistó, pensé que repartía entre ellos sus ganancias.
Ahora lo he releído y veo que estaba equivocada.
Un abrazo, creo que pronto nos conoceremos.
Cada contexto señala las cualidades deseables que deben encarnar sus superhéroes. En el mundo del hampa, un superhonrado Genaro, hubiera sido denostado inmediatamente. No obstante, ganó su fama respondiendo con habilidad a la cualidad más admirada en su entorno, no solo ser el mejor, sino el único. El giro final, que nos lo presenta en una fase tan distinta, me lleva a pensar que «lo cortés no quita lo valiente», o bien, que la empatía ha hecho mella en él, como la kriptonita lo haría sobre Superman.
Interesante y afilada tu propuesta. Un beso, Mª José.
Muchas gracias, Manuel, por tu comentario. Sí, la empatía surge en Genaro, sin él darse cuenta, y le lleva a realizar esa buena acción. Faltaría saber si siguió por el buen camino..
Besos.
María José, retratas esos heroes de barriocon afilada punteria y buen ambientación. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda, por tu amable comentario. Sí, mi Genaro es un héroe para los niños, pero no gusta nada a aquellos a los que les «birla» la cartera, obviamente…
Besos.
Hola María José. Me encanta el Genaro. Excelente tu historia, y cómo nos lo has relatado. Ahora, con tanto mangante, de los de traje y corbata, a tu protagonista podemos catalogarlo de santo. A las buenas personas siempre se las acaba reconociendo por sus acciones.
Un fuerte abrazo,
Ton
Gracias, Ton, por tus cariñosas palabras. Tienes toda la razón del mundo, hay tanto mangante de traje y corbata que, personajes como Genaro, casi resultan extraños, jaja.
Un abrazo fuerte.
No queda otra, la edad nos ¿obliga? a sustituir los poderes por la experiencia. Porque no siempre es cierto eso de que «querer es poder».
Un abrazo, María José
Muchas gracias, Margarita, por comentar. Sí, lo de «querer es poder» no se cumple siempre, aunque muchas veces funcione.
Otro abrazo fuerte para ti.
Hola, María José.
Los años no perdonan, pero el Genaro tuvo y retuvo. Yo creo que las personas buenas lo son siempre, hasta el final y más allá.
Qué bonito, hija.
Un besazo y suerte.
Muchas gracias, Towanda. Yo siempre he pensado que la bondad no se extingue; muy al contrario, se incrementa con el paso del tiempo, siempre y cuando se reciba una mínima parte de lo que se da.
Besazos para ti, amiga.
Hay poderes «especiales» que no merecen ese adjetivo. Así se sienta viejo, celebro que Genaro se haya dado cuenta.
Me gustó mucho, mucho, MARÍA JOSÉ.
Cariños,
Mariángeles
Muchas, muchas gracias, querida Mariángeles. Celebro que te haya gustado.
Besitos.
La vida de Genaro ha tenido mucha acción. Los chavales de su barrio lo admiran, pero debe ser que con la vejez ha reflexionado y ahora hasta devuelve carteras en lugar de robarlas.
Nunca es tarde…
Buena propuesta, querida Mª José.
Un beso grande.
Muchas gracias, querida Malu. Sí, la vida de Genaro, es de todo, menos aburrida, jaja.
Un abrazo muy fuerte.
Buena historia la de Genaro. Nunca es tarde para comenzar a cambiar, aunque sólo sea por despiste.
Un saludo
Sí, Blanca, importa poco si el cambio se produce de la manera ortodoxa o no, lo que hace falta es mejorar de actitud y darse cuenta de aquello que hacemos mal y que todavía estamos a tiempo de convertir en algo bueno.
Gracias por dejar tu comemtario.
Un abrazo.
Es adorable tu Genaro, un Robin Hood urbano al que casi apetece perdonar sus fechorías. Qué personaje tan potente y original. Me ha encantado, María José. Muchos besos y suerte.
Querida Belén, te confieso una cosa: a mí también me cae muy bien Genaro. De lo que dudo es que tengan el mismo sentimiento hacia él todas aquellas personas a las que robó… Bueno, al final, con esa buena obra, parece que se abre una etapa de buen comportamiento, muy loable. La pena es no saber si sigue por esa buena senda…
Muchos besos también para ti, guapa.
Salado tú, Juan, siempre. Me alegra saber que te ha gustado mi Genaro. Yo no pensaba en situarlo en ambiente rural, pero bien podría ser un ratero de pueblo. Buena observación. Te envío un fuerte abrazo, amigo. Gracias.
¡¡Se hace querer tu Genaro!!
Sobre todo con ese cambio de actitud con el paso de los años…
Qué plástica y tierna la imagen que has utilizado al representar al viejo Genaro como un anciano amable al agacharse para recoger la cartera perdida, y además ¡devolverla a su dueña!
Me gusta.
Un abrazo, María José.
Muchas gracias, Amparo, por tu amable comentario. Sí, mi Genaro, se hace querer, a pesar de lo «trasto» que ha sido toda su vida…
Un fuerte abrazo para ti.
María José Viz
😀 Genaro se ha vuelto Generoso por imperativo legal: la edad no perdona.
Muchas gracias, Edita, por dejar tu amable comentario. Efectivamente, Genaro estaba predestinado a hacer el bien, por «imperativo legal».
Un fuerte abrazo.
El microrrelato es toda una vida de un héroe de lo ajeno. Se redime al final. Un cuento picaresco español. Suerte.
Muchas gracias, Javier, por tu amable comentario. Me encanta que veas mi microrrelato como un cuento picaresco. A mí me encanta la literatura de ese género y he de reconocer que ha influido en mi escritura.
Un fuerte abrazo.