60. Vidas truncadas
Crecí convencido de que cuando fuese mayor me dejaría barba para ser más tú. Te veneraba. Me fascinaba tu capacidad para hacer que las cosas complicadas pareciesen sencillas, por eso siempre dejaba los deberes de mates para hacerlos contigo. Insistí en ir a clases de guitarra pues albergaba el deseo de amenizar a dúo las reuniones familiares, convencido de que nuestro estatus de clan era inamovible No sé cuándo ni cómo nuestro núcleo familiar se fue al traste.
El divorcio fue un revulsivo que volvió a traerme lo mejor de ti, cada quince días. Esperaba ansioso esos fines de semana alternos que disipaban la nostalgia de tu ausencia. Sólo deseaba estar contigo y compartir la cotidianeidad de antaño.
Me abrumaban tus preguntas sobre ella que yo interpretaba como una titánica labor de recuperar nuestro ayer. Ante mis ojos lograste revestir tus maléficas intenciones.
¿Qué hubiese pasado si hubiese intuido…? Si hubiese atisbado una pizca de peligro. Si hubiese sabido hacer de parapeto y protegerla.
Hoy, ante esta caja de madera de pino, perfectamente pulida pero inerte como el cuerpo que acoge, me maldigo por haberte idolatrado. Me aborrezco por haber confiado en ti.
Perdóname mamá……..
Dolores, buen ritmo el de tu historia hata ese final tan especial. Suerte y saludos
Cómo novata me siento abrumada por el nivel de los relatos. Así que gracias por tus palabras, me animan a continuar.
Saludos
Triste historia y, por desgracia, demasiado habitual. No te sientas abrumada y sigue así, escribes muy bien. Aunque no soy el más indicado para dar consejos, si quieres que te dejen comentarios, atrévete y haz tú lo mismo, escribiendo tus impresiones en algún relato que te guste. Suerte, Dolores. Un saludo.
Gracias Jesús. Tienes toda la razón, para recibir hay que dar. Suerte y amistosos saludos.