NOV137. CENIZAS, de Asun Gárate Iguarán
«Como el fuego se ha apagado podemos volver a casa» -dice el padre.
El niño no se mueve y sigue mirando las brasas. Sus ojos brillan enrojecidos.
Cuando el padre se marcha, el niño se arrodilla ante la hoguera. El aire ardiente le acaricia la cara tan suave como un soplido de amor. Por las mejillas teñidas de humo le descienden todas las lágrimas del mundo. Se ha consumido todo y sólo quedan las cenizas.
Regresa por el camino sombrío, por primera vez sin la mano que siempre le llevaba cogido. Y la soledad se le mete dentro, extendiéndose desde la punta de los dedos de su mano, que no va cobijada en aquella otra mano, hasta el corazón.
El padre está cenando en la cocina. Sobre la mesa hay un cofrecito. El niño lo coge, pero el padre dice: «Deja que se enfríen, ya las recogerás después. Ahora siéntate y cena. Y acéptalo, puñetas, mejor que se la coma el fuego que no los gusanos.»
El niño piensa que le gustaría ver arder la casa entera, su padre con el cuerpo en llamas, el pelo incendiado… Desearía que fueran sus cenizas las que tuviera que guardar en el cofrecito.
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En principio me parece una historia con imágenes muy conseguidas, con sentimientos, con un léxico con tonos poéticos y con un final potente,pero no consigo entender a quien ha perdido. Parece ser la madre, pero no queda claro por la indiferencia del padre y porque no entiendo lo de que si es una incineración, esté ante una hoguera, quemen las cenizas y esos detalles que desconozco. Me ha hecho pensar que quizás fuera una mascota viva o juguete, lo cual no casa con lo de las manos.
Espero a ver si alguien o tú lo aclara.
Abrazos.
Un relato triste, que habla de despedida. Asumo que es la mamá la que está en ese cofre, y siento ternura por ese niño que tiene que dejarla ir.
Me gustó mucho.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho tu relato, Asun: imágenes muy poéticas, evocadoras, que calan muy hondo.
Creo que no importa mucho quién esté en el cofre, ya que, lo que creo que quieres destacar es, por una parte, el valor que tienen esas cenizas para el niño (él ha perdido algo importante) y por otra, lo indiferente que le resulta al padre esa carencia o pérdida, a mi entender ahí está la importancia (igual me equivoco, pero yo lo he querido ver así).
Enhorabuena y mucha suerte!!!
Un abrazo
Marta
Hola:
Sí, realmente se trata de las cenizas de la madre. Ha muerto y la han incinerado (supongo que no es muy ortodoxo que lo hayan hecho ellos mismos en el campo…).
El padre es un hombre duro, rudo, un campesino, nada sentimental, que afronta la muerte de la mujer y su incineración sin ninguna pena ni tristeza, exactamente como si se tratara del cuerpo de un animal de su granja, o como parte del ciclo de la naturaleza.
Para el niño, en cambio, resulta traumático no sólo la pérdida de su madre, sino el hecho de que su padre decidiera quemarla en lugar de enterrarla.
Muchas gracias por vuestras lecturas.
Hola Asún, que duro es ver que lo que es importante para uno es indiferente a los demás… yo así lo había entendido, aunque coincido que lo de quemar al cadaver puede llegar a despistar, por eso te sugeriría una pequeña cosita a ver que opinas, y si dices, siéntate y cena las gachas … es decir colar una palabra o dos que claramente hacen referencia a otros tiempos y eso ya simplemente explicaría el anacronismo de la hoguera funeraria. Espero que no te siente mal la sugerencia…
Asún, es triste imaginar a ese niño que ha quedado tan solo. Suerte. Un saludo.
Lo primero, muchísimas gracias a todas por vuestras sugerencias y aportaciones. Pienso que la mejor manera de aprender a escribir cada vez mejor son las lecturas que hacen los lectores, sus miradas diferentes al que escribe. Es enriquecedor…
Las 100 palabras del texto no me daban para muchas explicaciones, pero como dice María Elejoste sería suficiente con añadir un par de detallitos para situar la escena y que quedara más clara. Es increíble cómo cuando uno está escribiendo, y lo tiene todo superclaro en su cabeza, se olvida de que el que lee no puede saberlo si no se lo muestras con alguna pista.
Gracias. Besos a todas.
Asún, la vida en ciertos medios es dura, la muerte es algo natural, los hombres no pierden mucho tiempo con los sentimientos. Los niños que pasan por esos acontecimientos se convierten a su turno en hombres duros. Lo que me pareció el cinismo máximo fueron las palabras del padre:Ahora siéntate y cena.
Un abrazo.
Exactamente eso quise reflejar, Nicoleta. Me alegra mucho tu comentario.
Siempre pienso en los niños, en cómo les influyen nuestras conductas adultas, en cómo hacemos de ellos lo que serán un día… su carácter, su forma de ver la vida. Para bien o para mal los moldeamos en nuestras manos.