68. SALVACION
Entre las paredes blancas se distinguia tu silueta tan blanca como ellas, llegué y vi que dormías, te traía tu pastel preferido, sabía que no lo ibas a comer porque llevas tiempo sin tener hambre. Me senté a tu lado, y miraba tu respiración, ¡casi me duermo yo misma! Que paz irradias hijo.
- Hola mamá – te despertaste y me hiciste volver a la realidad
- Hola cariño , ¿que tal has dormido?
- Bien, perfecto, tengo tanto sedante en mis venas que podría convertirme en el Ceniciento del hospital – y ahi sonríes con esos dientes brillantes .
Empiezo a contarte historias del día a día, y mi mente no deja de urgar en mis recuerdos, el diagnostico,resultados, tratamiento….la palabra, ¡cancer! ¿y tu? ¿que dijiste? Con trece años, solo me miraste y me tranquilizaste, y al salir del hospital te vi girando hacia mi , ¡mamá! Ahora tenemos que ser fuertes, lucharemos y si no ganamos, ayudaremos a otros a ganar.
Desde ahí, nos fuimos al banco de donantes, ahora se que cuando tú faltes estarás en el cuerpo de más niños como tu. Nunca pensé que serías mi tabla de salvación. Y…solo sonríes.
¡Cuantas lecciones nos dan los pequeños de la casa! Me gusta la frescura y naturalidad con que relatas este drama familiar. Muy acertadas las pinceladas de humor, tan necesario en cualquier situación límite. Mucha suerte Paqui