99. Viñetas en blanco
Xavier activa su capacidad telepática para compensar la visión borrosa, apoya bien los pies en la hierba y se concentra antes del lanzamiento.
¡BAMMM!
Nuestro héroe vuela por los aires y…
—¡Atrapa la pelota!
—Buah, ya está el friki con sus películas.
—Pues ahora le debes cinco euros a este friki. Venga, os damos la revancha, perdedores.
—Imposible, que es de noche y nuestra vieja nos la va a montar.
—Bueno, Santi, pues echamos tú y yo un uno contra uno.
—Yo tampoco puedo, tío, que todavía no he empezado con el trabajo de Tecnología. ¡Y cuídate ese ojo, que tiene mala pinta!
—Igual me pongo un parche como el de Nick Furia. Va, pírate si quieres, mañana nos vemos.
Entonces Xavier se queda en el parque chutando contra el muro mientras los gemelos y Santi se alejan de allí. Y así, en la soledad propia de los mutantes…
—De los superhéroes, voz en off.
…en la soledad propia de los superhéroes, con cada nuevo disparo, ve el rostro encendido de su archienemigo que lo acecha en casa. Puede percibirlo.
Lo primero que llama la atención en este relato es el respeto de su autor por los cómics, antes tebeos. Qué recuerdos, el sargento furia y sus comandos, aparte de los X Men, antes de llegar a la gran pantalla. Tu protagonista prefiere cualquier peligro antes de regresar a casa y encontrarse de forma inevitable con quien no quiere.
Un abrazo y suerte, Asier
Gracias, Ángel. Veo que empiezas a hablar en tercera persona, como mi personaje 🙂 Un abrazo.
Dos lecturas y sigo fuera del relato. ¿Qué me estás contando? Por lo que dice Ángel (el gran comentarista) debo interpretar que le pegan en casa y que esa visión borrosa es por un puñetazo del padre. En fin. Cada día más mayor. Suerte.
Hola, Javier,
es un relato complicado técnicamente, aunque pueda no parecerlo. Hay gente que lo entiende en primera lectura y otra que no, así que está donde quería que estuviese. A ver si a la tercera va la vencida.
Un abrazo y felicidades por tu micro!
Yo lo entendí, Asier, y me estremeció. Conforme avanzaba en la lectura, iba cobrando vida la escena: los niños jugando, los que marchan a casa porque ya es tarde y el pobre «mutante» del ojo amoratado, con motivos de sobra para no querer regresar.
La complejidad estriba en que todo lo explicas a partir de pinceladas que aparecen en el diálogo entre los chiquillos y (eso es lo mejor, para mí), entre esa voz en off y el prota. Esa voz interior con la que el niño se explica a sí mismo su mundo.
Genial.
Un abrazo y suerte,
Mil gracias, Anna, no puedo pedir más que conseguir trasladar lo que quería, por complicado que fuese… Me has elegrado el día, un beso!!