27. La maleta carmesí
Era roja y pequeña, con unas ruedas transparentes que transmitían liviandad. Sus cremalleras doradas tintineaban graciosas cada vez que la agitaba. Le bastaba con mirarla e imaginar su contenido: jamás se atrevió a abrirla. Había aterrizado en el Prat desde Cracovia, vía París. No tuvo corazón para dejarla allí, indefensa, dando vueltas infinitas sin ser recogida. Sintió el impulso irrefrenable de adoptarla.
Dejó su trabajo y a sus amigos para viajar con ella por el mundo. Planificaba las rutas siguiendo una febril inspiración que no acertaba a reconocer como propia y se apresuraba a descender de los aviones para que nadie creyera que estaba abandonada en la cinta de equipajes.
Un día, camino de Múnich, un agente de aduana se empeñó en inspeccionarla. Mientras descorría temblando la cremallera, contuvo una inexplicable ira asesina que solo se disipó cuando el interior quedó a la vista.
Ni en sus más locos sueños habría adivinado que transportaba aquello.
El funcionario, decepcionado tras una detenida ojeada, cerró la maleta y le instó a avanzar en la fila. Él, estupefacto, decidió quedarse en tierra y dejar que continuara sola.
Aquel extraño y minucioso diario de viajes, escalofriantemente actualizado, sólo podía ser cosa del Diablo.
Una maleta que posee a un hombre, al que hace viajar sin razón aparente, sin molestarse a saber lo que tiene dentro. Si que debe ser cosa del Diablo, pues solo está reservada a algunos elegidos. De él, pasará al siguiente. Lo mejor de este relato tan misterioso, un tanto inquietante y con un toque que me atrevería a llamar surrealista, es que nos quedamos con las ganas de saber lo que contenía dentro, al parecer algo anodino para ese rutinario empleado de aduanas, pero seguro que también diabólico y fascinante.
Muy original, Eva, aparte, por supuesto, de bien contado, con su intriga creciente y su final inesperado.
Un abrazo y suerte
Hola Ángel. Gracias por leerme. Pero siento que no te haya quedado claro lo que contenía la maleta. A mi me parecía que sí lo estaba…ese diario de viajes auto-actualizado…
Un beso y gracias.
Eva me ha gustado mucho el ritmo de tu relato. Consigues llamar la atención con una acertada descripción de la protagonista, esa coqueta maleta, para sin darnos tregua ir despertando una creciente curiosidad que bordas con ese final tan abierto. Mucha suerte
Gracias Dolores, por leerme y por comentar. No sé si el final es abierto o el inicio de un nuevo relato. Un abrazo.
Eva tiene tú historia un ritmo fenomenal y un guión muy original, feliz verano suerte y saludos
Gracias Calamanda. Feliz verano a ti también.
Intrigada me dejas. No podía ni por un momento imaginar el final. Suerte guapa.
Besicos muchos.
Gracias Nani. Esa maleta tuvo muchos contenidos antes del definitivo 🙂 Besos mil.
Hola, EVA. Ya el hecho de que fuera carmesí (otra forma de decir rojo) debería haber hecho sospechar al hombre quién había «extraviado» la maleta. Y ese «diario de viajes escalofriantemente actualizado» vaya si lo confirmó. No sé si hizo tan bien en dejarla ahí sola, a la espera de otro incauto y no con candado en un locker del aeropuerto, pero en fin… el miedo es así; capaz de hacernos actuar sin pensar en las posibles consecuencias.
Muy bueno tu micro; me gustó. Salvando las diferencias, me recordó al micro que abre el libro «La despensa del diablo», de Jim Crace (si querés, podés escucharlo leído en este video de TCyC: https://www.youtube.com/watch?v=EhjyITVzd3c).
Un beso grande,
Mariángeles
Hola Mariángeles. No conocía el libro y he mirado el video con fruición. Entiendo que te recordara a ese relato: a veces lod objetos (y las personas) despiertan más interés cuando no se sabe todo lo que contienen. La interpretación de mi relato puede ser literal o no tan literal, al gusto de cada uno. Lo que creo que está claro es que encierra una historia de manipulación, de obsesión y de posteriro revelación. Un beso enorme y muchas gracias.
Una vuelta de tuerca final, inesperada.
Una pregunta, ¿por qué elegiría el Diablo hacer algo así? ¿Esperando que lo abran, que lo lean y lo ojeen?
Misterio misterioso, jo.
Y suerte!
Hola Luisa. Como le decía a Mariángeles, la interpretación es libre. Si tú quieres saber los motivos de Diablo habrá que pensar en sus características. Quizá no quiere que lean el diario precisamente (de ahí la ira inexplicable al tener que abrir la maleta) sino sencillamente incrementar su ego al lograr que su ‘siervo’ dedique su vida a llevarlo por el mundo. Si te fijas, algunos de los lugares mencionados tienen su aquel de infierno o fama maldita…
Un beso y gracias.
¿Qué es mejor, disfrutar de la belleza enigmática de un envoltorio o deshacer el nudo del interior? A veces, simplemente, preferimos no saber, especialmente cuando se refiere a «nuestra» maleta. Las perspectivas y las puertas, siempre mágicas, hacen tu texto adictivo. Enhorabuena, Eva.
Me gusta tu lectura, Alberto. Efectivamente, muchas veces preferimos ‘no saber’ aunque sospechemos o incluso tengamos pruebas de que algo no es normal. Sobre todo cuando se refiere a nuestras propias ‘maletas’. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.
Hola, Eva. Me ha gustado mucho tu micro. Esa intriga maletera mantiene la atención del lector desde el minuto uno. Además, resulta agradable el desarrollo completo, con su planteamiento, nudo y desenlace. Muy buena y fluída redacción. Enhorabuena. Besos y suerte.
Hola Maria José. Muchas gracias por tus palabras, me alegra que te haya gustado. Besos.
Sobresaliente. Original y bien escrito.
Un honor aprobar con tan alta nota. Muchas gracias Edita. Un abrazo.
Una maleta que requiere un alma para sus viajes, a cuál más inquietante. Un transporte al cual dirige con hilos invisibles. Escalofriante relato, Eva, muy bueno. Abrazos y suerte.
Muchas gracias Salvador. Un objeto que manipula… ¿realmente e stan extraño? Sólo hay que pararse a pensarlo. Un beso.
Parece un guión de película, Eva. Me encanta el ritmo narrativo y esa incógnita cuando abre al fin la maleta. El diario de viajes da el mismo miedo que los muñecos de ventrílocuo 😉
Suerte y abrazos
Enhorabuena Eva. Me ha gustado mucho, además el tema aerportuario me atrae, no lo puedo evitar. En una segunda lectura se ve en vrias ocasiones la mano del diablo empujando al viajero.
Un abrazo