78. Vivencias extremas
Marta entrechocaba las palabras hasta que salían oliendo a chicle de fresa. De vez en cuando una pompa rosa explotaba junto a un: «¿y si robamos un banco?», «¿y si después nos vamos lejos?». Juancho asentía, condescendiente, mientras pensaba que vaya locuras se le ocurrían.
«Si no hubiese estado tan colado por ella ahora todo sería diferente», rememoró mientras deslizaba la mopa por los pasillos. Al principio fueron pequeños hurtos en el pueblo. Ya en la capital se atrevieron con una joyería. La huida los llevó a Francia y desde ahí fue un no parar: una sucursal bancaria en Nancy, otra en Bruselas… Se sentían invencibles, demasiado confiados. En Suiza subestimaron el tiempo de respuesta de la policía y tuvieron que escapar a toda prisa por la azotea. Marta calculó mal el salto y a él lo encerraron allí.
Un enfermero se acercó e introdujo dos pastillas en su boca entreabierta.
Arrastrando torpemente la mopa, Juancho se afanaba en continuar inventándose recuerdos: Eugenia y él sobre el rompeolas, después de trepar entre resbalones y risas las piedras. Ella señalando hacia el puerto con una repentina idea enardeciendo su voz: «¿Y si birlamos aquel velero y nos echamos a navegar?».
Genial comienzo (me encanta la primera frase) para un relato que me ha dejado literalmente «tocada».
Saludos con suerte
Hola, Sara.
Esta especie de Bonnie and Clyde made in Spain no tiene desperdicio. Genial, sencillamente. Mi más muy enhorabuena. Y feliz verano.
Me gusta, Sara. Ese lo que pudo haber sido y no fue, esas decisiones alocadas y erróneas de juventud, las consecuencias terribles y para toda la vida de esas vivencias extremas… Enhorabuena y suerte. Un saludo.
No hay mejores (ni peores) viajes que los que se hacen con la imaginación. Genial la primera frase, Sara. ¡Enhorabuena!
Mu gusta mucho, el como nos dejamos influenciar tontamente y eso determina nuestra vida. Ay, las malas compañias, qué malas son.
Y después esas dos pastillas, otro viaje, distinto, con otros riesgos y servidumbres. Para mi que le están sobremedicando un poco, ¿no?
Felicidades en cualquier caso
Sara, precioso viaje el que termina haciendo con su imaginación después de haber optado en su juventud por el viaje equivocado (o no).
Un abrazo
Leo contradicción en el protagonista q se lamenta de su vida de riesgo y, cuando no lo tiene, sigue imaginándolo.
Desde luego, la imaginación le da la oportunidad de elegir el final.
Un saludo Sara.
Gracias por vuestros comentarios. Vivencias extremas, reales o imaginarias. mantienen la «chispa». El recuerdo de esos momentos extraordinarios, como sus consecuencias, nos pueden durar toda la vida.
Abrazos.
Es un relato en el que no llego a distinguir qué hay de “real” y qué de “imaginado” por el protagonista. Deduzco que Marta pereció en el salto mal calculado y que Eugenia es una nueva amistad, quizás imaginaria pues ha terminado medicado. En fin, suerte a fin de mes.