NOV51. REFLEXIONES Y CAMBIOS, de Juan Herminio García-Zeballos
Esbeltas bailarinas que danzan mientras rechinan las tablas, pájaros de color amarillento que vuelan en medio de la negrura del cielo, grandes rubíes que destellan su fulgor por un tiempo no muy prolongado y grisáceas nubes odorantes que suben a toda velocidad producidas por un mar de magma y calor.
La imagen lo dejaba impactado, -¡No hay nada como el fuego!- Solía repetir en voz alta, pero…, ¿por qué entonces se lo asocia con la catástrofe y la destrucción? ¿Por qué en el Infierno hay fuego y en el Paraíso no? ¿No pasan frío las almas buenas? Si la combustión es controlada y se maneja con cuidado, resulta vital.
Estas disquisiciones lo estaban volviendo loco, por eso decidió incorporar una cláusula prohibitiva a su testamento: no vaya a ser que justo al final, su admiración por lo ígneo se estropeara.
Me gusta el final…Es mejor no darle oportunidad a la decepción.
Gracias Luisa, pienso lo mismo. ¡Suerte!!!
Juan
Interesante historia Juan, con diferentes lecturas.
Un abrazo
Gracias, eso es lo que traté de lograr, de esa forma uno puede imaginar distintos escenarios y posibilidades en el relato. ¿Vos tenés relato también? ¿Qué número es?
Gracias nuevamente Ana, muy bonitas palabras. Sobre todo esas sobre Jesús y el fuego alrededor de su corazón. También es lindo el fuego que hay en el corazón de cualquier persona que comienza a recordar, que comienza a revivir los buenos momentos y todo lo que ello trae aparejado, aunque en esos casos, a veces, el fuego puede recibir alguna lágrima, lágrima que no lo apagará, pero sí formará parte del círculo de emociones.
Con respecto a la cláusula prohibitiva, es una buena interpretación la que haces, pero es diametralmente opuesta a la que imaginé; no la explicité justamente para permitirle al lector/a imaginar, pero, de redactar yo ese testamento diría que con el cuerpo del protagonista de la historia, hagan lo que quieran, salvo incinirarlo, ya que, el fuego resulta vital, como el propio personaje sostiene y por ende, habrá que dejar que la tierra haga su trabajo y produzca vida de los despojos, algo que la combustión no permite.
En fin…, son sólo alternativas de pensamiento.
¡Suerte y gracias de nuevo!!!
Nuevamente gracias Ana por estas palabras tan lindas y tan consideradas.
Teniendo en cuenta tu razonamiento, creo que se le puede dar esa interpretación al final, ya que si tanto uno admira algo que mejor que «introducirse» en ese algo.
Las recuerdos merecen un capítulo a parte, porque si bien pueden jugarnos una mala pasada por las emociones que generan y hasta incluso impedirnos vivir plenamente el presente, también son la certificación de lo que uno ha vivido y eso es algo que nada ni nadie nos podrá quitar nunca. Parte buena y parte mala, yin y yang, como todo en esta vida, como el ser humano mismo.
¡Suerte!!! Juan H.
Ana: por supuesto que los hombres tenemos sentimientos, quizás por cuestiones culturales, no lo demostremos tanto o a veces, nos dejemos llevar por impulsos que hacen que partezca que jugamos con los sentimientos de los demás, especialmente de las mujeres, pero por supuesto que tenemos sentimientos porque somos personas, de hecho, yo trato de exresarlos cada vez que puedo, no quiere decir que no me equivoque, pero intento manifestarme sentimentalmente. Nada que agradecer Ana, así es la literatura, nos permite ser quienes no seremos, estar donde nunca estaremos y viajar en el tiempo con el recuerdo. Gracias a vos por tu amabilidad en escribir comentarios tan delicados. ¡Suerte!! Juan H.