10. Delirium (Susana Revuelta)
No necesitó alejarse unos pasos de la pared para darse cuenta de que algo le faltaba al cuadro. Del entusiasmo que había sentido al encrespar el océano y llenar de espuma su superficie, pasó a la decepción al comprobar que no quedaba pintura negra y gris para oscurecer, cual galerna repentina, el cielo azul. Y ahora, ¿con qué nubes provocaría un vendaval que desplazase al velero sobre las olas?
Tomando aire se acercó, sopló el lienzo y observó con agrado cómo el mástil se combaba entre sus telas inflamadas y el barco iniciaba su periplo, surcando un mar embravecido. Avanzaba dejando atrás el temporal cuando divisó unos cocoteros en un islote de arenas blancas.
«Esto —pensó— no me lo esperaba. Voy a dibujar un náufrago barbudo; no, mejor sin greñas —se animó— como si acabase de llegar, ¡que se busque la vida!». Entonces sonó el ding-dong de la entrada.
Contrariado, escondió los pinceles en un cajón y empujó con un pie los tarros de témpera detrás de las cortinas. Pulverizó con ambientador para mitigar el olor a tinte, restregó unas gotitas de espuma que habían salpicado sus gafas y, circunspecto, abrió la puerta, señalando al nuevo paciente el diván.
«Todo se pega, menos la hermosura». Ojalá los pacientes de este circunspecto psiquiatra se contagien de su radiante locura.
Un saludo, Susana, y mucha suerte.
Bien Susana, quién te dice que no es verdad que ese barco esté a punto de llegar a esa isla paradisíaca, casi me muevo al doblarse el mástil. Me gusta muy plástico-Abrazo
Hola, SUSANA. No sé si Freud habrá tenido el metejón de la pintura, pero te juro que lo pude ver soplando las velas del barco, y pude ver sus gafas manchadas, y el disimulo con el que empujó los tarros de témpera tras las cortinas, y el apuro con el que desodorizó el ambiente y la circunspección con que le abrió la puerta al paciente.
La verdad, me encantó 🙂
Un beso grande,
Mariángeles
Susana, que bueno; porqué no buscar esas valvulas de escape; las continuas confesiones descolocan. Suerte y saludos
No debe haber un profesional de los recovecos de la mente mejor que éste, pues quién sino el que ha pasado por lo mismo podría comprender mejor a sus pacientes. Se nota que sabe hacer que ellos mismos extraigan sus propias soluciones, igual que al náufrago le prefiere sin barba, recién llegado, para «que se busque la vida».
Ameno y sorprendente relato, Susana.
Un abrazo fuerte y suerte
Empecinado en inyectar cordura no se da cuenta de que el velero de la suya va haciendo aguas entre colores y texturas. Original y sorpresivo tu relato, Susana, que nos sugiere la delgada línea entre lucidez y locura. Abrazos y suerte.
Me gusta tu micro Susana, en especial ese final tan sorpresivo…
Suerte, guapa.
Un besote
Soñar no es de locos, ni de loqueros, solo de gente sana que no cede en su empeño. Tres hurras por ese psiquiatra circunspecto y por tu relato, Susana, tan vivo que invita, sin dudarlo, a perdernos en el mar de la imaginación. Saludos.
Fantástico, Susana. Todo está en la mente, o en la imaginación, como dicen los magos, jaja, aun que aquí mejor decir que «está en la psique». Tu relato sorprende todo el tiempo y el revelador final hace que quede redondo.
Como siempre, placer leerte. Besos.
Enhorabuena, susana. Un relato sorprendente en su final, con mensaje sobre la delgada línea entre lucidez y locura incluido. Pero no quiero dejar de comentar el fenomenal arranque de tu historia: como sabe el artista que al cuadro le falta algo, aunque aún no lo ha observado en su totalidad, como parte de su alma y de su entendimiento y como en ese «Esto no me lo esperaba», reconoce implícitamente su propia locura.
Un abrazo y mucha suerte.