19. La marca amarilla (La Marca Amarilla)
A la edad de cuatro años aquel niño nunca había visto un lápiz. Una mañana de septiembre su madre le llevó al parvulario y él, ante tamaño quebranto de su apacible existencia, no paró de llorar hasta llegar a la escuela.
Ni las caricias de su madre, ni la mano izquierda de la profesora, consiguieron apaciguarle.
Pasados unos minutos me cansé de llorar, y mi madre, apenada, tuvo que marcharse a sus quehaceres. Aprovechó entonces la profesora para acompañarme a una mesa con una cartulina blanca, y me dijo que pintara lo que yo quisiera. No tenía ni idea de qué hacer, me fijé en el bote amarillo y metí un pincel que después acerqué al centro de la cartulina. Me quedé mirando el punto amarillo sin saber cómo continuar.
Y aquel niño embelesado, tímido, desconfiado, que hasta entonces no había visto un lápiz, empezó a pintar una pequeña obra sin significado e inacabada, pues la profesora indicó que de inmediato saldrían al recreo.
Nunca volví a ver aquella cartulina blanca con su punto amarillo, pero todavía me acuerdo de la anécdota. Y os aseguro que nada tiene que ver con mi seudónimo.
¿O sí?.
Curioso y entrañable homenaje a los recuerdos de niñez (reales o falsos, qué más da). Yo soy de los que no se acuerdan de casi nada de aquella época y sobre lo que creo recordar sospecho que no es verdad ni la mitad. Ya que hablas de un punto, me parece que se ha venido a tu presente. Ahí está, detrás del signo de interrogación. Sin bromas, me ha gustado. Suerte, Marca. Un saludo.
Muchas cosas nos marcan en las primeras jornadas de la vida y sea verdad o no, la marca amarilla te ha quedado que ni pintada.
Besicos muchos.
Todo tiene un principuo. Hasta las personas más habilidosas en una actividas hubo un momento en el que no lo fueron en absoluto. También se cumple una norma no escrita, peeo cierta, según la cual alguien se abraza a algo y termina realizándolo con maestría como escape de la timidez o de otras circunstancias.
Un relato que te ha quedado redondo. Cuanto haya dw verdad en él nunca lo sabremos, los buenos cuentistas producen ese efecto.
Un abrazo grande ¡campeón!
Ah, pero era un seudómino? Desde luego tanto tus relatos como tus dibujos tienen un sello especial, llámalo marca y, por qué no, amarilla. Un fuerte abrazo!!!
Miguel Ángel, nos dejas con la intriga de ese final abierto; buen relato. Suerte y saludos
La niñez marca (aún que a veces no seamos conscientes de ello), de color amarillo 🙂 y de tantas otras cosas.
La verdad es que siempre me ha gustado tu seudónimo, Miguel Ángel, y ahora, conociendo su origen (o no), aún más.
Un abrazo y suerte, artista.
Es muy entrañable tu relato y explica cosas. Me ha gustado como de pronto has pasado a primera persona.
Suerte y feliz noche de otoño incipiente.