Ronda 1 – Aquelarre 2
Los participantes con el alias : MURCIELAGO – EXORCISTA – TELARAÑA
deberán escribir un relato :
- Donde aparezca el pecado de la Lujuria.
- Plazo : hasta el domingo 17 a las 23:59 hora peninsular de España
- Extensión: 123 palabras Máximas (título NO incluido)
- Ambientado en el escenario : BIBLIOTECA
Dejad vuestro relato en este enlace
Podéis votar en este otro
EXORCISTA – Entre montones de libros
Aquel verano de 1946, Ernesto colocó su mano sobre mi entrepierna. Me enamoré. Sufrí mucho cuando terminó agosto y abandonamos el pueblo. El verano siguiente, Marcelo me dio mi primer beso con lengua y sentí cosquillas en el bajo vientre. Después vinieron Pedro, Manolo, Adrián… Los recuerdo con más ganas que satisfacciones. Me reencontré con Ernesto en la universidad. Nos casamos. Me fue infiel. Nos divorciamos. Conocí a Temístocles en un bar griego. Harta de fingir orgasmos, regresé con Ernesto hasta que murió. Desde entonces soy una septuagenaria radiante que colabora con Eugène en la biblioteca municipal. Entre libros, guiada por sus expertas manos, he descubierto placeres inconfesables, éxtasis jamás imaginados. Y, rotundamente, afirmo que onanismo no define a personas de talla baja.
TELARAÑA – acacia dealbata
Mi carnet de estudiante de botánica me servía para admirarla desde el ventanal de la biblioteca del Jardín Botánico. Su piel fina y húmeda esperaba mimosa mi caricia cada atardecer cuando cerraban el recinto. Crecía fuerte en el parterre y a un metro dividía en dos su tronco, justo al ras de mi deseo. Ese par gemelo de ramas que yo abrazaba, firmes como piernas de bailarina, abiertas a mi lujuria, dejaban en la juntura un par de labios embebidos en sí mismos que yo anhelante besaba. Luego, en pie, arrimado me frotaba sobre la coyunda hasta mojar.
Aquí, en la Casa de Campo, pinos, solo hay pinos de cortezas como asquerosas postillas atiborradas de telas de araña y pinaza sucia.
¡Maldito segurata!
MUERCIELAGO – Coitus interruptus
…Tras el mostrador, la bibliotecaria jugueteaba con sus gafas. Él madrugaba para coger la mesa más cercana, aunque al cruzar sus miradas la bajaba a sus apuntes.
Ese corte en su mano derecha le dio la oportunidad de pedirle una tirita. Pasándolo a una habitación contigua, cogió su mano. Él aguantó su mirada. Ella premeditadamente se llevó el dedo a su boca, desencadenando así los demonios subyugados por su timidez. Él desabrochó su blusa. Ella desgarró su camiseta y se abalanzó sobre él ya sin falda…
Otro movimiento en mi entrepierna me arrancó de la lectura. Un whatsapp. Llegaba tarde. Fui con el libro a la zona de préstamo, allí mi sangre se redistribuyó viendo al doble de Torrente repantigado tras el mostrador.
No sé si el problema es mío. Como en otro de los Aquelarres, elijo dos relatos, pulso ENVIAR y no responde.
Ayer pude votar y ahora mismo he votado en otro.