Ronda 1 – Aquelarre 22
Los participantes con el alias : PLAÑIDERA – HADES– ANUBIS
deberán escribir un relato :
- Donde aparezca el pecado de la Lujuria.
- Plazo : hasta el domingo 17 a las 23:59 hora peninsular de España
- Extensión: 123 palabras Máximas (título NO incluido)
- Ambientado en el escenario : UN CONVENTO
Dejad vuestro relato en este enlace
Podéis votar en este otro
HADES – Dulces de monjas
En su visita al Convento de las Clarisas, monseñor Grimaldi quiso conocer las cocinas donde preparaban sus famosos dulces. Al ver los brazos desnudos de la hermana cocinera amasar con brío harina, mantequilla y azúcar y sus poderosas caderas moviéndose al compás, sintió en sus carnes la llamada del deseo. Así, antes de maitines, se introdujo en su celda. Con la mano derecha puesta sobre unos labios para cerrarlos y la izquierda sobre los otros para abrirlos, la inició en las prácticas amatorias. En su honor, la repostera inventó unos nuevos dulces cilíndricos rellenos de crema a los que llamó “falitos de gloria”. Las demás creyeron que cambiar la “p” por la “f” fue un error de imprenta.
ANUBIS – LA ARDIENTE NOVICIA
La nueva novicia recordaba los pecados que la habían llevado allí y los devaneos y ejercicios acalorados que anteriormente realizaba en el pajar con su guapo vecino granjero.
Para apartarla de esos arrebatadores deseos sin freno, sus padres decidieron ingresarla en el convento.
Sin embargo, las prisas para alejarla del pecado de la carne, hicieron que sus progenitores no se percataran de que en realidad la lanzaban a la boca del lobo.
Ingenuos y despreocupados creían que la novicia practicaba cada día el rezo pertinaz de maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas o completas.
Pero no podían imaginar que la joven ardiente acompañaba esas oraciones acompasándolas de unos eróticos ejercicios físicos, que cada anochecer ejercitaba con el encargado de mantenimiento del convento.
PLAÑIDERA – ORA ET LABORA
La Encarnita era muy golfa y aún más ignorante. El padre Francis no daba crédito cuando Encarnita se plantó en la sacristía y le dijo que quería apartarse del pecado de la lujuria y tomar los votos. Lo entendió cuando habló con su madre. Esta estaba desesperada después de cargarse con dos nietos no deseados. Como no estaba dispuesta a más, un día se le ocurrió empezar a comentar, así como el que no quiere la cosa, que en el pueblo rumoreaban que las monjas del convento de La Arcada andaban siempre con las manos en la masa y que conocían todas las posturas posibles: el “ora pro nobis”, el “vía crucis”, la “adoro te devote”, los “regina caeli” y “te deum”.