Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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Ronda 2 – Poltrona 9

Los participantes con el alias :  CALABAZA– PSICÓPATA– LÁPIDA

deberán escribir un relato :

  • El pecado de la pereza NO debe aparecer. Tema libre.
  • Plazo : hasta el domingo 24 a las 23:59 hora peninsular de España
  • Extensión: 123 palabras EXACTAS  (título NO incluido)
  • Con las palabras : crucifijo y un condón

Dejad vuestro relato en este enlace

Podéis votar en este otro

4 Responses

  1. Perez@Dora

    PSICÓPATA – Fe y condescendencia
    Cuando prepara el sermón, recuerda sus dudas de seminario para ablandar el tono. Fue una época oscura en que la debilidad de su fe empapelaba las cuatro paredes de aquél cuartucho de pensión. También ayudó Margarita, la regente del negocio, una viuda recia y exuberante que preparaba unos guisos de gloria y gastaba un escote pecaminoso. Primero fueron miradas, luego roces suaves en el comedor, íntimos, como de confesionario. Finalmente una noche ella cruzó la puerta de su purgatorio, él cubrió el crucifijo de la cabecera, ella sacó un condón de su bolsillo y él se dejó llevar.

    Antes de subir al altar, pide perdón por sus pecados, mira al monaguillo y le indica sonriendo que es la hora. Tiene sus mismos ojos.

  2. Perez@Dora

    LÁPIDA – GLOBITOS
    Se fueron al cine y nos dejaron solos en casa. Pablo dijo que esta vez sí lo haríamos. Me sentó en la cama —enorme— y abrió el cajón de la mesilla. La del lado de papá. Se reía, pero le temblaba la mano cuando rompió la bolsita. Olía como el gorro de la piscina. Lo tocamos con el dedo, era suavecito y también pringoso. ¿Por qué lo llamas condón, Pablo? Pone pre‑ser‑va‑ti‑vo. Siempre responde lo mismo cuando no sabe, que las niñas somos tontas. Debajo de la caja estaba el crucifijo de la abuela. Una cruz negra con el Jesús de color plata. Lo empujé al fondo, boca abajo. La tonta seré yo, pero ahora sé por qué mamá gritaba diosdiosdios aquella noche.

  3. Perez@Dora

    CALABAZA – Secretos de confesión
    Padre, he descubierto el amor en los ojos de María. Se lo confieso a usted primero, ya que nos conoce desde pequeños. Ahora que somos mayores hemos intimado. Verá padre, los besos furtivos en el parque nos saben a poco y como lo nuestro va en serio, vamos a hacerlo, pero con condón. Usted no se preocupe, he cogido uno del paquete que tan celosamente guarda en el cajón de su cómoda; sí, esa que está en la sacristía.
    Por Dios, padre, no se escandalice. Usted también tiene sus debilidades. Hace tiempo advertimos lo que le abulta en el lado izquierdo del pantalón cuando ve a sor Ángela; y todos sabemos que no se trata precisamente del crucifijo que guarda en el bolsillo.

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