Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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Ronda 3 – Banquete 3

Los participantes con el alias :   AGONÍA – EXORCISTA – LA MOMIA

deberán escribir un relato :

  • Cuyo tema central sea el pecado de la GULA
  • Plazo : hasta el domingo 1 de octubre a las 23:59 hora peninsular de España
  • Extensión: 150 palabras MÁXIMAS  (título NO incluido)
  • El TíTULO debe contener una palabra de la lista 1 y además otra palabra de la lista2.  Admitimos singulares/plurales y cambios de género (femenino/masculino) de las palabras propuestas.

LISTA 1 :  licor – devorador – telar

LISTA 2 : tinta – almas – luz

Nota : El título puede tener más palabras (si queréis) usando siempre al menos una palabra de cada una de las dos listas e incorporando nuevas, por ejemplo serían válidos títulos como:

licor de luz,  el devorador de almas, el abuelo y su telar de tinta china etc…

 

Dejad vuestro relato en este enlace

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5 Responses

  1. Doña Gula jamonera

    EXORCISTA – Últimas gotas de licor para saciar el alma
    Después del abundante cóctel, y tras repetir primeros y segundos platos, la comida inició un tortuoso descenso por su faringe, como un líquido denso atravesando un embudo diminuto. Sus ojos oscilaban en una tentativa por empujar aquel nudo asfixiante. El rostro se le amorató. Mi suegro, que andaba con los brindis, le ofreció un licor para el chinchín. Evidentemente, papá aceptó.
    Creo que intentó pronunciar algunas palabras, pero resultaron inaudibles por las reverberaciones gástricas de su cuerpo, que comenzó a inflarse con desmesura.
    Su glotonería había arruinado importantes eventos familiares, pero esto superaba mis peores expectativas. La onda expansiva fue brutal. Sus pedazos impactaron contra los postres, copas, techos, cabellos… Mi suegra despegó espantada de su escote algo que había hecho ventosa allí. Lo reconocí al instante. Era la sonrisa, por primera vez, saciada del pobre papá.
    Acababa de dinamitar mi pedida de mano, pero fui incapaz de odiarle.

  2. Jesús Garabato Rodríguez

    Qué asco, ¿no? Supongo que algo se pòdrá aprovechar de lo pegado en esas paredes, menaje y mobiliario. Me pido las vísceras, el vientre y el morro, que quiero callos para cenar. Por cierto, la hija no me hace falta para nada. ¿Simpático? tu relato, Exorcista. Un saludo y suerte.

  3. Doña Gula jamonera

    LA MOMIA – Licor de tinta carmesí
    Al llegar a los doscientos kilogramos el psicólogo le impuso un plan muy estricto a base de agua y verduras, pero él se lo saltaba. Había descubierto que aplastando pasteles los transformaba en finas hojas de papel, las hamburguesas machacadas parecían ceniceros, la masa de las pizzas enrollada imitaba a un cirio y unas gotas del tintero rojo sobre su aguardiente preferido le daban un aspecto semejante a un jarabe para la tos. Así consiguió tener siempre comida y su digestivo y satisfacer su irreprimible gula.
    Un día su madre lo descubrió y le puso una cuidadora para que lo vigilara las veinticuatro horas del día. María, que así se llamaba, era estricta y cariñosa y conforme se fue ganando su confianza, él le devolvió atenciones, caricias, abrazos y apretones, y la besó, lamió, chupó, mordió, masticó y saboreó hasta que solo quedaron los huesos de su jugosa ternerita.

  4. Jesús Garabato Rodríguez

    Sí, sí, agua y vegetales… ¿Pero eso no era lo que tendría que comer la ternera que luego se zamparía el interfecto? Dieta, gula, carnibalismo… Pinta bien esta tinta carmesí. Suerte, La Momia, ahora que has recuperado tu bello nombre. Saludos y suerte.

  5. Doña Gula jamonera

    AGONíA – SONIDO DEVORADOR DE ALMAS
    Primero fue un movimiento intranquilo de piernas, palpitaciones, luego el sudor de manos. Su mujer tendría que haber regresado del trabajo a las diez. Eran las doce.
    Frente a la nevera, embutido, guiso sobrante de la comida, pollo asado, la bandeja de pasteles comprada para celebrar ese día, todo, en una caótica mezcla, fue ingerido por Santi. El nerviosismo crecía a medida que progresaba un dolor agudo de estómago. No era la primera vez, su gula incorregible, ya le había llevado varias veces al hospital. Por ese motivo sabía que Marta no sospecharía nada.
    Conocía bien el camino hasta la sala de enfermeras. Apoyado en la puerta escuchó la voz de un hombre canturreando sensualmente el cumpleaños feliz seguida de unos labios del médico succionando los de Marta, mientras, ese mismo sonido devoraba el alma de Santi y dejaba mayor dolor que el del estómago.

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