OCT156. LA IMPORTANCIA DE LOS TRES PUNTOS, de Carolina García
Aquellas, son puntadas hechas con hilos de luna para mantener al cielo en su lugar, dijiste una noche señalando las tres estrellas más grandes del firmamento.
Te miré un rato largo y me enamoré un poco más, empapado todavía en la ternura que me había provocado tu comentario infantil.
Como a mí me parecen estrellas, tomaré una y te la obsequiaré, adelanté feliz aunque con esa sensación cotidiana de estar en deuda con vos.
Pero entonces gritaste que no lo haga, por favor, que ni siquiera lo intente, que confíe en vos ignorando lo absurdo de esa opción.
No discutí. El terror de tus ojos me estremeció y me forzó a creerte. Aunque no comprendiera.
Anoche, sin embargo, recostado a tu lado lo entendí todo.
Mientras te observaba dormir, el horizonte que establecía la sábana sobre tu clavícula se desplazó hacia el sur, descubriendo la respuesta.
Allí estaban, también atraídos por el magnetismo de tu piel, en una posición curiosamente similar a la de las estrellas. Tres lunares sobre tu pecho, justo encima del corazón.
Recordé tus palabras. No me atreví a acariciarlos.
Una preciosidad, Carolina. Hay otro relato que juega con la idea de la constelación de tres lunares. No recuerdo el número. El tuyo es hermoso.
Isabel, bienvenida a mi humilde hogar 🙂
Muchas gracias por tu «preciosidad». Este tema me costó muchísimo más de lo normal, tenía poco jugo. Pero me alegra, sinceramente, que te haya gustado.
Es una lástima que no pueda leerlos a todos, pero veré si puedo rastrear ese relato que me indicás.
Gracias, Isabel, muchas, muchas.
Un cálido abrazo.