OCT150. SOLUCIÓN, de Pablo Vázquez Pérez
La niña dibujaba esos triángulos incompletos en su cuaderno durante las clases, figuras que al enseñárselas al maestro y a sus compañeros, nunca lograban comprender.
En la universidad, ya de adulta, la joven siguió marcando esas líneas sugerentes y misteriosas que ni los colegas ni los docentes eran capaces de descifrar.
Varios lustros después, siempre había administrativos curiosos en la oficina, que trataban de adivinar imágenes ocultas en los formularios de su compañera, entre vértices y ángulos difuminados unos encima de otros,.
En la residencia de ancianos, una tarde lluviosa de otoño, la mujer, ya vieja, marcaba con el dedo índice las rayas en el vaho que empañaba el cristal, hasta que otro interno se acercó a la ventana uniéndolas con un solo trazo, hasta formar tres estrellas sobre el vidrio húmedo.
Aquella noche el firmamento lucía más brillante que nunca.
Qué bonita historia, Pablo!
Va creciendo y creciendo hasta acabar completa, como las estrellas que por fin terminan de delinearse, con la ayuda de otra persona.
Preciosa metáfora, por otro lado.
Felicidades y mucha suerte!!!
Un saludo
Marta
Extremadamente esperanzador. J. Pérez.
Pablo, sorprendente relato y precioso final. Un abrazo, Sotirios.
Hermoso relato, aunque en el fondo oculte una triste realidad. Suerte.