56. Óleo sobre lienzo, 1937 (Anna López Artiaga / Relatos de Arena)
Un día, el azul desapareció. Nos quedamos todos mirando al cielo, con cara de pasmados. Quietos. Alguien aventuró que se acercaba una tormenta, pero aquel gris acerado no tenía nada que ver con los nubarrones de abril. Después se borraron los amarillos y el atardecer perdió su luz. Los enamorados dejaron de citarse a la hora del crepúsculo y un frío penetrante se coló entre los pliegues de tu falda.
Al poco, nos faltó el verde y el roble milenario se convirtió en despojo de nuestra historia. Muy pocos se atrevieron a salir al campo y los que lo hicieron regresaron cubiertos de cenizas, como si un gran incendio hubiera devastado el valle. Pero fue cuando nos robaron el rojo que, incapaces de distinguir la sangre del barro, alzamos nuestras manos crispadas en puños y gritamos con las gargantas llenas de polvo. A esas alturas, el dolor asaetaba nuestros ojos y el cielo vomitaba hierro y fuego.
Y muerte.
Sobre un lienzo blanco, Pablo dibuja formas afiladas, lenguas enhiestas que apuntan al cielo. Pinta cuerpos retorcidos en ángulo obtuso, animales moribundos, madres que lloran. Y en tus ojos, nublados de tristeza, el recuerdo de una guerra en blanco y negro.
Perfecta descripción del Gernika, del contexto de su inspiración y de los sentimiento que hoy sigue despertando. Relato no de arena más bien de polvo, pero polvo de oro.
Enhorabuena, Anna. Suerte y besos.
Qué gran cuento!!! Mi abuela, que estaba llegando a Gernika ese día, lo contaba así, el cielo oscureciéndose con los aviones y el ruido terrible. Me ha encantado.
Con una prosa lírica nos retratas a la perfección un hecho tan terrible y trágico como fue el bombardeo de Gernika y a su vez haces un guiño al genio que creó el cuadro. Felicitaciones, Anna!
Un beso.
Lo que ocurrió en ese día que tan bien recreas en tu texto me hace evocar, a bote pronto, el título de dos canciones maravillosas: Se detuvo abril y Quién me ha robado el mes de abril. Algo se detuvo, sí, pero la vida, para nuestros abuelos, continuó envuelta en la sinrazón y, sí, también alguién robó la inocencia y los colores a esa primavera por vivir. De la infamia y la ausencia de color un verdadero artista, en ocasiones, es capaz de iluminar e iluminarnos con su inspiración; y, en este caso, conseguir que no olvidemos lo que no deberíamos dejar de recordar. Enhorabuena y suerte. Un abrazo.
Una bella y, a la vez, dura descrpción de una de la obra más impactantes del siglo XX, un símbolo del tremendo sufrimiento que generan las guerras. En mi opinión, un gran relato. Enhorabuena y un abrazo, Anna.
Hola, Anna.
Un relato cromatista, que pincelada tras pincelada, o sobre pincelada, nos va sugiriendo aquello que pasó y no debiera de haber ocurrido nunca. Contar sin haberlo hecho, en eso eres una maestra, en el arte de juntar palabras en general. Creo que has dicho lo que querías con las palabras y con los colores con los que querías hacerlo. Y nuevamente has jugado con la belleza hasta alcanzar a darle forma y sentido. El que te acuerdes del genio malagueño, autor de cuadro tan celebrado (yo lo tenía muy cerca en el Reina Sofía, desconozco si lo han trasladado a otro museo), termina de redondear tus renglones. Un texto, el presente, de los tuyos, con tus trazos inigualables, rozando como siempre la perfección, o habiéndola incluso coronado. Con su perdurable sabor a armonía. Mi más muy enhorabuena. Leerte es un gran placer, a la altura de mandarte un beso muy grande.
Magnífico relato, que bien pueden ser dos.
Buen otoño.
Anna, buena historia, real y a la vez imaginativa, fenomenalmente descrita de la tragedia y la ausencia de algunos colores. Suerte y saludos
Tremendamente visual y abrumadoramente conmovedor. ¡Enhorabuena! Un gran relato
Muchas gracias a todos,
perdonad que os conteste en un solo comentario, en lugar de hacerlo uno por uno, como merecéis. Ando atareada y dispersa al mismo tiempo, no sé si me explico. Prefiero invertir tiempo en leeros, leer vuestros trabajos y, si me es posible, haceros un comentario.
Os agradezco mucho, mucho, muchísimo, vuestras palabras y vuestro cariño. No os podéis imaginar, o quizá sí, lo que me cuesta escribir en los últimos días; lo difícil que se ha vuelto, de repente, concentrarse y dejar fluir las palabras. El mundo parece haberse aliado en contra de la inspiración. Así que estoy en régimen de aislamiento, encerrada en mí misma y por decisión propia: buscando el silencio (bendito silencio). De cuando en cuando, salgo un rato y os leo un poquito, comento algo (poco) y me vuelvo a la cueva.
Por eso, hoy, cuando salí a ver el sol y os vi aquí hablando de mi humilde relato, me emocioné.
Mil gracias,
Y besos
El horror arranca el color del lienzo de la vida. No solo tu relato es hermoso en su construcción, sino que su prosa desgrana la emoción que ese grandioso lienzo contiene.
Desde el silencio a la luz, solo hay un paso. Te deseo que las palabras te iluminen, cuando menos, con la belleza que lo han hecho en este relato. Un abrazo, Anna.
Un relato que, con negras pinceladas, va robando el color de la vida y nos muestra la sinrazón de nuestras acciones. Un grito desgarrador buscando el color de la paz. Ahora, cuando mire el Guernica me resonará de fondo tu magnífico relato. Me ha encantado. Abrazos y suerte.
Muchas gracias, Manuel y Salvador,
celebro que os haya gustado.
Un abrazo