66. ATRACCIÓN FAT(AL)
Fidelio era un artista del alambre. Colocaba uno entre dos postes y sus hermanos, Alejandro y Tarsicio, lo tensaban tirando cada uno por un lado, ayudados por varios voluntarios de entre el público. Fidelio recorría los siete metros con la pértiga, a pasos lentos, mientras sus hermanos subrayaban lo difícil del trance. Lo hacía luego a cuerpo limpio. Después andando hacia atrás con los ojos vendados. Por fin intentaba dar una voltereta en el alambre y se caía, con gran alharaca de gritos entre la concurrencia. Quedaba malherido, pasaba unos meses de reposo y volvía a actuar. Unas veces se rompía las dos piernas, otras varias costillas o una vértebra; si había suerte era solo la muñeca o una mera luxación en el hombro. Siempre se caía. La gente no se hubiera conformado con menos, pues solo le divertía ver sufrir. Llegó un momento en que Fidelio apenas tenía tiempo de sanar, y se presentaba en el alambre con vendas aún o un brazo en cabestrillo. Era entonces cuando recibía los aplausos más fervientes. Sus hermanos le odiaban por ello.
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No me identifico nada con el público de tu artista, creo que me pondría enferma; en cuanto a la envidia de los hermanos, lo tienen fácil, ¿no?, ¿por qué no se parten la crisma ellos?
Es como si hubieras forzado mucho la trama y la hubiesés llevado muy muy lejos. Lógico por otra parte, ya hay muchos micros de artistas y la cosa se está poniendo complicada.
Porque…. yo…. ¿escribiré algo yo?
Mira, por eso te envidio. Felicidades
Un comentario que critica, Luisa, cómo te lo agradezco. Con lo sano que es y lo que hace reflexionar. Diré en mi defensa que no pretendo que el lector se identifique con ese público salvaje que, eso sí, pretende reflejar este mundo actual en que todo es espectáculo, incluida la muerte. Lo de que los hermanos le envidien es un sarcasmo un poco surrealista. Pero seguro que tienes razón y todo a quedado en un cuento forzado, como me suele pasar. Nos vemos pronto…
ANTONIO, dura realidad la de esa familia del circo. Para sobrevivir se les ocurren las ideas mas peregrinas, lo cuentas muy bien. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda. Lo mío es un circo un poco kafkiano.
Como la vida misma Antonio, cuánta gente se alegra de las desgracias ajenas… Muy bueno! Suerte!
🙂
Gracias, Sandra. Es verdad. Y más en una sociedad-espectáculo como la nuestra.