88. EL REGALO
Demasiadas bocas en casa y la muerte de su padre, sacan a Tristán de la escuela y le conducen a la mina. Vive en una región rica pero en una aldea muy pobre donde ni sus doce años recién cumplidos son excusa, allí se explota por igual al subsuelo que a las personas. Al salir de las tinieblas para enfrentarse a la cegadora luz del día, mira al cielo tapando sus ojos con las dos manos y va moviendo sus dedos a modo de persiana hasta que nota que el sol ya no le daña. Es en el camino de vuelta cuando el tiempo le pertenece y comienza a dar vida, en su cabeza, a historias que traslada en casa a su cuaderno. Es su gran pasión. Ahora apenas tiene tiempo pero sigue haciendo magia con sus letras y las tardes de domingo les regala a los vecinos su lectura que ellos esperan ansiosos. Sacan sus sillas y se sientan en derredor mientras él va desgranando historias. Sueñan, ríen, viajan y se enamoran…pero jamás lloran. Tristán sabe de sobra que allí las lágrimas, son las únicas que nadan en la abundancia.
Me ha gustado tu historia, Yoya, y enternecido. !Cuánto arte no habrá enterrado la mina!
Un beso. Y mucha suerte.
Muchas gracias Rosy, me alegra que te guste?
Un beso grande.
Es un relato con alma Yoya, me gusta mucho.
Suerte! besinos!! 🙂
Pues muchas gracias Sandra, me gusta que le veas alma, tus poemas saben mucho de eso. ?
Besinos ??
Me ha gustado tu niño-hombre-artista, Sandra. Esa plenitud en tan pocos años y ese «hacer luz» para los demás. Aunque la mina sea oscura él lleva la claridad dentro.
Bello micro.
Un saludo.
Manoli, no te preocupes por lo del nombre, gracias por tus palabras y por ver tantas cosas en mi niño grande.
Un beso.
Disculpa Yoya, te he cambiado el nombre por el de la comentarista anterior. Ha sido un lapsus 😛
Me ha encantado tu relato Yoya. Me ha recordado a algunas historias parecidas, y reales, que he vivido. Saludos desde Kampala. Antonio
Muchas gracias Antonio,vivirlas tan de cerca tiene que ser verdaderamente impactante.
Un abrazo .
Yoya, bella historia; cuentas como trascurre la dura vida de los mineros y sus familias con trazos sencillos y tiernos. Suerte y saludos
Muchas gracias por tus palabras Calamanda, me alegra que te guste.
Un abrazo.