28. VEOVEO
—Otra vez, anda.
—La última. Y te duermes ya, Carolina.
—Te prometo, mamá, que será la última.
—Venga, peque…
—Veoveo.
—¿Qué ves?
—Una cosita.
—¿Y qué cosita es?
—Una que empieza por la letra… A.
—Déjame pensar…
—Seguro que esta vez pierdes, mamá.
—Es… ¿una almohada?
—Frío, frío.
—¿Y una alfombra?
—Noooo.
—Ya está. Un armario.
—No. Tampoco.
—Pues no sé.
—¿Te doy una pista?
—Si quieres…
—Es verde y rugoso.
—Hummm…
—Y muy alto, casi llega al techo.
—¡Un árbol!
—¡Mamá…! ¿Hay un árbol en mi cuarto?
—¡Ay, hija!, tienes tanta imaginación…
—Entonces, ¿te rindes definitivamente?
—Me rindo definitivamente.
—Es mi a… migo.
—Vaya con tu amigo. Qué feo es, ¿no?
—Bueeeeno…
—¿No te da miedo?
—Solo cuando lo conocí.
—¿Ah, sí? ¿Por qué?
—No me gustaron sus uñas tan largas.
—¿Las uñas?
—Ni sus dientes. Están muuuuy afilados.
—No te hará nada malo, ¿verdad?
—A mí no. Te lo va a hacer a ti.
—¿A mí?… Si ni siquiera sé quién es.
—Pero está enfadado porque me riñes mucho.
—¿Te cuenta lo que quiere hacerme?
—Sí, aunque me tapo los oídos. Eso sí que me asusta.
—¿Y dónde dices que lo ves?
—Ahí, justo detrás de ti.
¡Me encantan los diálogos! Y más si son fluidos y naturales. Este es tan inofensivo en su inicio como espeluznante en su final.
Un saludo.
Buscaba ese contraste de inocencia infantil y perversidad para tratar de que el relato resultase más eficaz.
Muchas gracias por tu comentario, Sara.
Saludos y un abrazo.
Hoy he visitado «tu isla/refugio» (necesitaba paz)…
Después de la visita, me encuentro con tu relato de esta convocatoria (¡qué curiosa coincidencia!)
Es un texto magnífico, dinámico (lógico, al ser dialogado), extraordinariamente bien estructurado: binomio pregunta-respuesta progresando desde la inocencia al «velado» horror.
Un abrazo con suerte
Muchas gracias por tu lectura y tus palabras, Nuria. Ese binomio preguntas-respuestas rápidas me pareció una de las formas de conseguir ritmo en el diálogo (o en el relato). Me alegra haberlo conseguido.
Me encanta también que visites «mi isla». Se puede hacer siempre que quieras. Ya está anclada en ENTC.
Saludos y un abrazo.
Hola. A mí me ha gustado mucho, qué quieres que te diga, aunque menudos amiguitos tiene la niña!! 😉
Pues muchas gracias, Ignacio. Siempre es un estímulo que nuestros relatos gusten. Ya verás como Carolina te quiera presentar algún día a la pandilla completa…
Saludos y un abrazo.
Imagino a la madre haciendo lo mismo que acabo de hacer yo: mirar para atrás con un escalofrío. Mediante un diálogo que fluye de forma natural, la pequeña presenta al monstruo de su habitación, con descripción detallada incluida; hasta ahí nada se saldría de lo corriente. Sí lo hace el hecho de que se trata de un chantaje encubierto para que la madre no le regañe. También está muy bien logrado cómo pasas de un diálogo infantil e ingenuo, blanco como el título, hasta el hecho que no nos hagas dudar de si existirá realmente ese ser. Sin ir más lejos, yo mismo he visualizado a la buena mujer en peligro, no te digo más.
Un abrazo y suerte, Rafa
Nunca sabremos si se trata de un chantaje, si la madre se encuentra en peligro de verdad o si es un aviso de algo más. Se me acabaron las 200 palabras en el momento más inoportuno. Así que no he tenido más remedio que dejar a la madre congelada para siempre con ese escalofrío que seguro que estará sintiendo en este preciso momento.
Muchas gracias por tus comentarios, Ángel.
Saludos y un abrazo.
Muy bueno. La manera de contarlo y el endiablado final que se teje.
Reconfortante otoño.
Lo del otoño… a ver si de verdad llega para que empiece a ser reconfortante de una vez por todas, con lo bonito que es. Y gracias por tu lectura y comentarios, María.
Saludos y un abrazo.
Bueno Rafa esta vez los dos hemos empleado un diálogo para nuestro micro y también hemos coincidido en que son una madre y su hijo, en tu caso hija, los que hablan… pero el tuyo da mas miedito eh? Jajaja. Está muy bien, me gusta pero no me gustaría ser esta mamá, seguro que no dormía en toda la noche… bueno a ver si duermo después de leerlo jaja.
Un abrazo y feliz noche de otoño.
Espero que hayas podido dormir sin ningún problema, Mercedes, ahora que has conseguido también que «tu niño» se quede tranquilo. Le diré al monstruo que no te moleste, por si acaso.
Muchas gracias por tu vista y por comentar.
Saludos y un abrazo.
Qué bueno.
Te felicito por este texto, Rafa.
Un saludo.
Me alegro de que haya gustado el relato. Muchas gracias por tus felicitaciones.
Saludos y un abrazo, Asun.
Pues… me he debido de meter en la historia (es decir, que me has metido) y me ha dado miedo, por esa mujer, por ese monstruo, por los que nos rodean y no vemos o queremos ver.
Muy bueno… y esa estructura en frases cortas….
Muy bueno
El monstruo puede existir o hacerlo solo en la imaginación de la niña, pero como bien dices, Luisa, hay otros monstruos, metafóricos o no, que nos rodean. Quizá la visión de la niña sea una forma de hacerle ver a la madre lo que supone reñir a un niño a veces, cuando nos olvidamos que son niños, y cómo se siente ella cada vez que se excede y piense más calmada en lo que ha hecho.
Muchas gracias por el comentario y tu visión.
Saludos y un abrazo.
Tres personajes. Solo uno inocente: la madre. Y yo, por creerme al principio que era un texto inocente. Muy bien ejecutado. Bueno, esta palabra… 🙂
Ejecutar, ejecutar… Habría que preguntar a la niña cuáles son los planes del monstruo, pero como se tapa los oídos…
Muchas gracias por tu comentario, por tu sentido del humor y por haberte mantenido inocente al principio, Edita.
Saludos y un abrazo.
Rafa, bien contada esta historia de niña manipuladora, y quien sabe si algo más. Me gusta. Suerte y saludos
Quizá esa personalidad le venga a la niña de su nombre, o quizá su seguridad tenga más que ver con lo que realmente ve. No lo podremos saber hasta que la madre no se de la vuelta y mire a su espalda.
Muchas gracias por pasarte y a leer y tu comentario, Calamanda.
Saludos y un abrazo.
«Veo veo» un texto estructurado con frases cortas en una escalera de bajada directa a los infiernos, que hace explotar nuestra imaginación con la frase final. Genial, Rafa. Abrazos y suerte.
Para la madre esa bajada a los infiernos tiene que ser real, tanto en un sentido como en otro; si el monstruo no existe, ¿qué tiene que pensar de los sentimientos de su hija con respecto a ella? ¿O de su comportamiento según lo percibe su hija? Que la imaginación de cada uno se lo piense.
Muchas gracias por tu comentario, y por haber definido como peldaños de una escalera hacia el infierno las frases cortas. Me parece una imagen preciosa.
Saludos y un abrazo.
Rafa, me gustó mucho ese ritmo que imprimes y ese juego de niños que puede ser tan tierno y tan intrigante. Abrazos suerte
Muchas gracias por tu comentario, Manuel. Ya sabes que los juegos infantiles, tan inocentes, pueden resultar a veces sobrecogedores. Como los cuentos clásicos, si lo leemos con atención.
Saludos y un abrazo.
¡Caray! Te juro que he mirado por encima de mi hombro con un respingo. Tremendo y fabuloso relato. Gracias por compartirlo y mucha suerte.
Espero que no hubiera nada raro a tu espalda y que todo quedara en un pequeño susto. Es cierto que no sabemos lo que puede estar agazapado por ahí, así que ten cuidado las otras veces…
Muchas gracias por tus generosas palabras, Belén.
Saludos y un abrazo.
Hola,Rafa.
A lo mejor hago como para meterme donde no me llaman, y no quiero sembrar la manzana de la discordia. Vamos a ver, el texto es magnífico, pero encuentro dos ataques a la verosimilitud en la adjetivación en boca de la niña ( no especificas edad y haces bien). «Rugoso» y «afilados» (sobre todo «rugoso») por mucha imaginación que tenga la niña en cuestión, que no tiene que ver con la cultura, no me parece que se encuentren dentro de la tónica general del acervo lexicológico de la niñez, y me chirrían. Es una cuestión del autor, desde luego. Te la planteo, no obstante, para que la consideres. El relato, por lo demás, insisto, me parece magnífico. Un abrazo.
Hola, Eduardo.
Por supuesto que expresar puedes tu opinión e incluso sembrar la discordia, si quieres. Aquí presentamos nuestros relatos para que cada quien opine libremente de ellos según su criterio, y con respeto; eso es lo que se ha conseguido en ENTC, y es muy de agradecer. Siempre se aprende algo de las opiniones ajenas. Además, si no nos apeteciese recibir críticas o halagos no lo haríamos. Así que me parece muy bien y te agradezco que hayas expuesto tu crítica como lector.
Respecto a lo que me planteas, es cierto que en los relatos donde se da voz a los niños siempre nos cuesta “adaptarnos” a su forma de ser, y de ahí que a veces, por resultar incongruentes, se pierda verosimilitud. Yo intenté que no fuera así mediante dos formas. La primera era no especificar, como señalas, la edad de la niña, de tal forma que cada lector pudiera imaginarse la que considerase adecuada (el único criterio sería la edad hasta la que un niño se pueda divertir jugando al “Veo veo”), aunque también utilicé su nombre, Carolina, para hacer de ella una “mujer fuerte”, que además venía muy bien para todo lo que sucede en el relato. La otra forma era a través del lenguaje; por ejemplo, utilicé “Te prometo” en vez de “Te juro” o alargué el “Noooo” y el “muuuuy” (no metí un «en plan de» porque todavía es muy de adolescente, aunque como sigamos así, con el tiempo hasta los niños pequeños lo van a decir también, ja, ja). En cuanto al uso de «afilados» y «rugoso» la verdad es que no tuve ninguna duda. Lo de “afilados” (en vez de puntiagudos, que no me parecía adecuado) me vino por el uso que se hace de esa palabra al sacar punta de los lápices que se utilizan en el colegio desde que los niños son muy pequeños, hasta que les pasan al boli. Y en cuanto a “rugoso”, mis hijos, cuando eran pequeños, tenían un libro de tela que reproducía diversas texturas a través del cuerpo de varios animales, y en la página donde se imitaba cada textura se podía leer la que reproducía, entre ellas lisa, suave, rugosa, e incluso áspera. A pesar de esto, “áspera”, por ejemplo, yo no la utilizaría en boca de un niño. Supongo que por eso cada lector tiene su propio criterio.
Y veo que me ha quedado una explicación muy larga para justificar mi elección. Espero que sepas perdonarme, Eduardo. Muchas gracias por dedicarme tu tiempo, por tu comentario y por tus felicitaciones. Saludos y un abrazo
¡Qué bueno, Rafa! Me encanta que me hagas dudar. Que ese tierno juego infantil se convierta en algo si no terrorífico, al menos muy muy inquietante. Una vuelta de tuerca magistral. ¡Enhorabuena!
Muchas gracias por tu comentario, Patricia. Si he conseguido que te sientas un poco como la madre, y que dudes, la niña, el monstruo (si está por ahí agazapado) y yo estamos muuuuy contentos.
Saludos y un abrazo.
Jolines, Rafa, Que caqui da ponerse en la piel de la madre.
Qué cabrona la niña.
Me encanta la unión inocencia/maldad. Creas una atmósfera enrarecida muy cinematográfica.
Muy bueno!!
Un abrazo.
La madre tiene ahora mismo la carne de gallina, la niña una sonrisa que solo en apariencia es inocente, y el monstruo parece que se está relamiendo. No te digo más… bueno, sí, que muchas gracias por tu comentario, Amparo.
Saludos y un abrazo.
Jopeeeeeee con la niña y su amigo. A mí también me daría miedo, jajajaj.
Suerte.
Besicos muchos.
La niña y su amigo son inseparables, pero tú tranquila: si no riñes a la niña parece que no te harán nada.
Muchas gracias tu visita y tu comentario, Nani.
Saludos y un abrazo.
Ahhhhhhhhgggg, terror y pavor, vaya miedo y vaya amigo. Espero y deseo poderosamente que el final no sea el que parece que esssss.
Me escapo de aquí corriendo, que temo por mi suerte también.
(muy originaaal)
FELIZ NAVIDAD Y AÑO PARA todos, también para el amigo, para que esté contento.
Bueno, Isabel, como lectora tú decides lo que quiera que sea, pero de todas formas haces bien en felicitar la Navidad a todos por si acaso. No veas cómo es de susceptible el «amigo».
Muchas gracias por el comentario. Saludos y un abrazo.