39. Aparición entre humos pestilentes
Cuando te citan a las ocho de la mañana para pasar la ITV te cagas en todo, pero luego te alegras de haber salido de la cama a tiempo para encontrarte con los auténticos madrugadores. En los paseos y caminos acondicionados para los deportes aeróbicos —que serpentean entre humos surrealistas y pestilentes— caminan en grupo o en solitario sin medidores de pulsaciones ni ropa deportiva high intensity. Van con lo primero que han pillado —las últimas Nike Running del 45 de un nieto mimado, unas mallas de cuando una pesaba diez kilos menos… — y andan como alumnos aplicados en las luces de una mañana borrosa. Los observo. De repente, en una curva del carril bici aparece otra deportista. Lleva un abrigo de paño gris con cuello de piel sintética, unas medias de nailon color carne y unos zapatos de medio tacón recién lustrados. Sujeta el bolso como si lo llevara a pasear, como si antes de ir a misa o al ambulatorio a por unas recetas hubiese decidido sacarlo a «hacer un pis». Entonces me doy cuenta de que mi comparación es una mierda de comparación: lo que de verdad lleva la mujer en la mano es la Antorcha Olímpica.
😀 Gran sentido del humor. Quizás ahí esté la magia…
Las personas, por lo general entrañables, de la llamada tercera edad, se pueden considerar seres mágicos. Vivir muchos años ya tiene mérito. Seguir con ganas de existir e ilusión es un logro. Tus protagonistas, como tantos que vemos y quizá no apreciamos, hacen deporte (aunque sea a su manera) y llevan a cabo gestiones desde primera hora para que el día les cunda más. Poco importa si no tienen el atuendo adecuado para unos corredores profesionales. Madrugar tiene sus compensaciones, a esas horas tempranas ellos son los dueños de las calles y merece la pena detenerse alguna vez a contemplarlos, dignos supervivientes entre el humo. Es cuestión de tiempo que muchos de nosotros también lo seamos.
Como ha dicho Edita, un relato hecho con humor, al que yo añadiría cariño.
Un abrazo, Dominique
¡Gracias, Edita y Ángel!… sí, espero que la nota principal que se desprende de este relato sea el cariño con el que quise describir a estos deportistas de élite.Abrazos.
Bien Vernay, siempre del lado de aquellos que tuvieron y retuvieron. Un abrazo y suerte, unos seres mágicos muy traídos a la tierra y a la vida doméstica.
Gracias, Manuel… ya sabes que a mí me cuesta mucho despegar los pies del aquí y ahora, el escenario en el que todo se juega.
Magia también es madrugar y ver algo así, después de eso, cuando salga el día, va a ser una fiesta y eso es buenísimo (envidia me da). Qué bueno todo, y divertido.
Un lujo, gracias
Gracias a ti, Luisa, por pasarte por aquí… me duermo con tus palabras en mi mente… mis sueños solo podrán ser buenos. Un abrazo.
Me encanta tu estilo fresco y desenfadado, Dominique. Mucha suerte y gracias por compartirlo.
La magia se sabe disfrazar de normalidad…? ¡gracias, Belen!
Nos presentas un curioso relato donde pareces realzar la normalidad más normal, si cabe. Esas señoras que nos parecen, aunque no lo sean, todas más viejas que uno mismo, pero que te dejan en ridículo caminando a una velocidad que pa qué mientras arreglan el mundo (si es que van en grupo). Lo malo son los humos pestilentes. Algo curioso y similar ocurre en A Coruña: todos los días del año (incluso en invierno), un grupo de personas (mayores, por supuesto), se bañan en la playa de Riazor. Y no parece importarles demasiado ni sus bañadores normales, ni el frío, ni el qué dirán. Suerte, Dominique. UN abrazo.
Hola, Dominique.
Un texto trepidante, de estilo muy suelto el tuyo acorde con las carreras de los veteranos. En el pueblo de mi padre, un pueblo de Toledo, de la comarca de la Sagra, había un anciano, muy muy añudo, que decía que madrugaba para estar más tiempo sin hacer na. Tu relato, a mi entender, se mueve entre lo irónico, lo humorístico y lo tierno. Desde luego captas y nos trasladas esa magia que envuelve a esos viejos deportistas, corriendo seguramente para hacerle más hueco a la vida, en esas horas ya del caos. A quien madruga Dios le ayuda. Pues va a ser que sí. Contigo ha tenido lugar. El texto contiene expresiones muy originales, muy logradas. Y el final me gusta también. Mi muy enhorabuena y un beso grande.
Divertido, ocurrente y desenfadado tu relato. Me gusta mucho esa soltura, y ese punto de vista que nos presenta a los personajes madrugadores de un modo tan visual. Me ha gustado mucho ¡Suerte!
Entre la ternura y la ironía. Un relato fresco y sencillo, con un lenguaje directo que nos devuelve a la magia cotidiana y reivindica a las personas mayores como protagonistas.
Suerte y abrazos,
Simpático relato que nos habla de los ancianos y su ausencia del ridículo, claro que a partir de una edad caminar para hacer deporte es llevar una antorcha olímpica, en el corazón. Suerte y que la ITV le fuera leve.
Cuando lees a Dominique Vernay ya sabes que el humor, de una manera más o menos solapada, va a aparecer en cualquier momento, y nunca defrauda. Veo muy claro el homenaje a los ancianos (qué edad hay que tener ahora para considerse anciano) que caminan abnegados cada amanecer para mantener a raya a los fantasmas de la artrosis, la hipertensión o el colesterol, pero me confunde un poco el final, puedo entender la imagen onírica de un portador de la antorcha olímplica comandando el ejército de caminantes mañaneros, pero al leer su indumentaria, lo confieso, he pensado en esas trabajadoras de espacios apartados, de horas intempestivas, de clientes anónimos… y me ha parecido que se podría establecer una bonita relación, posiblemente no tan mágica como la que sugieres tú, Dominique, y fruto, nada más, de mi mente retorcida. En cualquier caso me parece un micro entrañable y, por qué no, lleno de magia. Muchísima suerte!!!
Bssss!!!
Me encanta tu relato, y es cierto. Después de dejar a las niñas en el cole, a las 9:00, los días en que puedo disfrutar de un paseo, cuando yo empiezo, ellas y ellos regresan (¿a qué hora se levantan?). Son admirables. Supermadrugadores y voluntariosos.
Me uno a tu BRAVO, se lo merecen.
FELIZ AÑO 2018, para ti y para ellos, para que nos les sigamos encontrando y, con el tiempo, seamos uno de ellos. 🙂