OCT69. LAS SEÑALES DEL CIELO, de Esperanza Temprano
No quiere irse a la cama, esta noche no, se ha sentado en la puerta de casa para contemplar el cielo. Le tiemblan las comisuras de los labios que no se sostienen por el peso de las penas. Sus ojos vidriosos están clavados en esas tres estrellas que brillan por encima de las otras. Han vuelto.
La primera vez se llevaron a Andresillo, el más pequeño, que se ahogó en el pozo.
La segunda, no quiso mirarlas para ver si así pasaban de largo sin cobrar ningún tributo, pero Adela las vio, cogió la maleta y voló tras ellas. Aún, cada mañana, sale a otear el horizonte para ver si algún día la ve regresar entre las brumas y la niebla.
Sabe a qué han venido esta vez y está preparado. Se acurruca en su primer beso; en el olor de los prados recién segados; en los pajares, cómplices de tanta pasión furtiva; en la lumbre solitaria del hogar… Las mira un último instante y cierra los ojos. El cárabo entona un réquiem, las luciérnagas apagan sus luces y el viejo bastón descansa a los pies de su memoria.
Has creado, Esperanza, una hermosa historia asentada sobre la reaparición premonitoria de esas estrellas. Una vez más, disfruto especialmente de algunas de las palabras que has escogido y que dicen mucho del nivel de tu prosa: comisuras, otear, brumas, acurruca, lumbre, cárabo… Preciosas.
Un abrazo.
Gracias, Joaquín, un comentario como el tuyo, levanta el ánimo al más pusilánime y por supuesto es una inyección para seguir escribiendo.
Gracias de corazón.
Un abrazo,
Juaquín tiene toda la razón del mundo. Se nota lo mucho que has trabajado en el léxico y en las frases. No te escondo que me has sorprendido mucho, Esperanza. En mi humilde opinión tú e Inés estáis demostrando una clara mejoría. Te deseo mucha suerte amiga, Sotirios.
Que amable eres, Sotirios, valorando tan generosamente mi relato. No se sí he mejorado, pero antes, quedaba finalista y ahora llevo unos cuantos meses que no me como una rosca. El nivel cada vez es más alto.
Un abrazo,
Esperanza, preciosa y serena anticipación de la muerte. Una escena estática con acción, para mí escribir así es de lo más difícil. Los que quedan recuerdan a los que marcharon, y así es como era antes, ya no. Muy muy bonito.
Un abrazo.
Me alegra mucho que te haya gustado, Susana, y efectivamente, siempre ha sido así, los que quedan recuerdan a los que se marcharon.
Un abrazo,
Tan sólo puedo decir que los bellos se me han erizado. Precioso relato lleno de tristeza. Un saludo,
Gracias Cristina, el sueño de todo escritor es llegar a emocionar con sus letras al lector.
Un abrazo,
Emotivo y hermoso relato. La sensación de que le ha llegado la hora mirando esas estrellas que lo vienen a buscar es maravillosa.
Un abrazo.
Gracias Sindel. Yo creo que el momento de la muerte, debería ser así, un instante de serenidad poniendo punto final a todas las vivencias y recuerdos.
Un abrazo,
Tremenda tu historia y tu modo de narrar.
Me ha encantado.
😉
Yolanda, un placer que te haya gustado.
Un abrazo,
Hola esperanza. Me alegro de encontrarte por aquí.
Me ha gustado tu micro mucho, mucho. en especial esta frase: Le tiemblan las comisuras de los labios que no se sostienen por el peso de las penas. Me parece una imagen, de esas tiernas que desgarran.
Me ha chirriado un poquitín el adjetivo «vidriosos» de la frase siguiente, pero no me ha importado. Tu historia es entrañable.
Un abrazo y, de nuevo, me alegro de encontrarte por aquí.
Hombre! Fernando! ¡que bien encontrarte de nuevo!. Tienes buen ojo, el adjetivo «vidriosos» estuvo bajo observación un par de días, porque no me acababa de convencer: lo cambiaba, lo acompañaba de lágrimas reprimidas, lo quitaba y finalmente lo dejé porque no se me ocurrió una opción mejor.
Un abrazo y gracias por tu comentario.
Esperanza, historia de despedidas, con una aroma a leyenda que embriaga. Yo pensaba que las estrellas eran buenas, pero ahora deberé tener cuidado cuando otee el cielo, no vaya a ser…
¡Muchas suerte para el concurso!
Un abrazo, Escritora.
Nicolás, pues ya ves que no, uno ya no se puede fiar ni de las estrellas. Ya sabes unos nacen con estrella y otros estrellados.
Mucha suerte para tí también.
Un abrazo, Escritor.
Esperanza, que hermoso relato has creado en que los astros son estrellas de la muerte que se presentan para anticipar la partida hacia otro mundo incierto. Tus palabras me han llegado.
Es verdad, los vivos recordamos a los que ya no estan y asi sucesivamente, hasta que se rompe la cadena y entonces, como las estrellas nos apagamos del todo.
Te deseo suerte con tus tres estrellas.
Saludos
Muchas gracias José Ángel. Las estrellas nos hablan, la pena es que estamos demasiado ocupados para escucharlas.
Suerte también con tu relato, que voy a ver si localizo.
Saludos,
Esperanza, como siempre, has bordado con palabras una historia especial. Las imágenes que se reparten por él le visten de gala. Triste y nostálgico, y tremendamente bello. Felicidades.
Un abrazo
Gracias Paloma, me halaga tu comentario y me alegra que te haya parecido una historia especial, eso pretendía.
Un abrazo,
Esperanza, nos llenas de imágenes para sentir. Y nos enredas en ese mundo interior del personaje, meciéndonos al antojo de tus palabras… Y a mí me gusta, y disfuto con tu relato aunque me anuncies una muerte (eso es magia ¿no?: tu magia).
Un beso.
Petra, es el sueño de cualquier escritor el conseguir mecer al lector al antojo de sus palabras. Las tuyas me mecen ahora a mí. Gracias.
Un beso,
Bellísima historia, Esperanza, escribes como los ángeles. ¡Qué bien hilvanado, qué poético, que final tan conmovedor! La historia de una vida contada a través de tres estrellas. Sólo tú puedes hacer de lo cotidiano poesía. Un beso.
Mar, es un gran honor recibir este comentario de tí. Me quedo con la frase de «Sólo tú puedes hacer de lo cotidiano poesía» con tu permiso me la guardo en un lugar especial.
Un beso,
Muy buen relato. Seguirían ahora unas alabanzas a tu prosa, pero acabo de ver unas estrellas extrañas y voy a poner pies en polvorosa.
Jesús, haces bien en alejarte no sea que se den cuenta de tu presencia. 😉
Gracias por el comentario.
Saludos,