OCT57. TRISTE SOLEDAD, de Rafael Urbano Ojeda
Todas las noches salía al porche para hablar con ellas. Era su momento más feliz del día. Antonio, un anciano de noventa años, vivía solo en una casita en el campo. Su única compañía eran sus continuos recuerdos, una maldita artritis y tres estrellas que cada noche compartían con él su triste soledad. En cuanto anochecía, Antonio se arreglaba, como si fuera de paseo, se sentaba debajo de la parra de su porche y hablaba con ellas. A cada una les puso un nombre, eran para él como la familia que ya no tenía. Les contaba lo feliz que fue en esa casa, en otro tiempo, con su mujer y su hijo, que el implacable destino le arrebató. Una noche faltó a la cita y las tres estrellas, inquietas, observaron una luz brillante que se entremetía por la parra al encuentro de ellas. Desde ese momento, fueron cuatro.
Mis felicitaciones un hermoso relato… simplemente encantador.
muchas gracias
Me encanta el relato, papá. Para ser el primero, lo has escrito genial. Un beso.
Chulo, chulo, no? Un abrazo
gracias aurora , un beso para ti.-
Enhorabuena, muy bien redactado y has sabido describir perfectamente la soledad de este anciano. Mucha suerte. Un beso
Un relato hermoso, que tiene un final triste pero a la vez bello. Ahora no tendrá que salir a mirarlas, ahora los demás lo mirarán brillar a él.
Un abrazo.
gracias sindel, es mi primer relato y me alegro que te haya gustado, un beso.-
Ole ole y ole, pezado de suegro que tengo. Rafa vales para todo. Suerte un beso
Final triste que alguien de 90 años se convierta en estrella, no me parece.
Bonito relato estrelladísimo, en el buen sentido.
A mi, en cambio, el final me parece hermoso y positivo. ¿Que otra cosa mas podria haber deseado el anciano artritico nonagenario q subir al firmamento?
Un saludo y suerte
NACHO RUBIO
al fin el anciano encontro la felicidad. gracias por tu comentario.
Bueno, acabo de encontrar otro Urbano… pero si sois toda una familia de escritores, que bueno!!!. Bueno Rafael, voy leyendo los cuentos sin orden ni concierto, según me tiente el título, y te diré que me gusta tu historia, sobre todo el final, es tierna y refleja bien la soledad del ancianito. El título quizás demasiado explicativo, y sí la soledad es triste, pero este hombre ya no está solo. Si como dice Jesús de verdad este es tru primer micro, me quito el sombrero…
gracias maria por tu comentario, me da mucho animo para seguir escribiendo. es cierto que es el primero, pero no el ultimo.- un beso .-