12. Desayuno en el centro de la ciudad (Manoli VF)
Me gusta desayunar en el centro. Perder mi identidad entre la gente, porque a nadie le importa el payaso de turno y no tengo la obligación de estar triste ni alegre. Me gusta entrar con mi cara de arlequín, sin que nadie se vuelva a mi paso. Sentarme en la larga barra del bar y pedir un café negro y un zumo de naranja de máquina. Fijar mi vista en la cafetera, en los platillos de café alineados sobre el mostrador, y olvidarme de que estoy desayunando. Olvidarme de que estoy sentado allí. Olvidarme de que sigo siendo un payaso.
El anonimato y la falta de humanidad son circunstancias negativas en teoría, pero quizá no sea así cuando se trata de una situación o ambiente buscados. Tu personaje solo quiere olvidar, se diría que hasta desearía no existir, o haber sido otra persona con diferentes circunstancias. Una gran ciudad, caldo de cultivo de la incomunicación, parece un buen lugar para él.
Es muy posible que haya alguna otra interpretación o matiz que se me escape. En todo caso, buen relato protagonizado por alguien que parece estar vacío de toda ilusión, un perdedor en toda regla.
Un abrazo y suerte, Manoli
Hola, Ángel. Como siempre, apuntando en la diana de lo que quiero contar: Buscar el anonimato en medio de la multitud, pero buscarlo para fundirse en la nada, concentrándose en una cafetera, o en el acto mecánico de ver alinear platos en la barra, que no implica necesariamente algo negativo. Un personaje abocado a una rutina diaria de la que sale solo unos minutos, para seguir siendo un payaso, o un director de orquesta, da igual, en alguna medida todos somos títeres de un tiempo que nos vive muchas veces, aunque a veces consigamos salirnos fuera de esa rueda y vivirnos.
Feliz día, bien vivido, de Reyes.
Hola, Manoli.
Texto breve el tuyo, acorde con el don nadie que es tu personaje y la reducción de sí mismo que pone en práctica sirviéndose del olvido; exento de emociones. Creas una gran atmósfera en torno al bar y parece que todos sorbamos ese café negro y bebamos el zumo de naranja. Que nos encontremos allí, payasos casi todos en busca del anonimato. Perdidos en él tráfago de la gran urbe que nos niega, que nos ignora, que nos mastica; ahogados en el mar de la indiferencia.
Enhorabuena y un beso muy fuerte.
Le has dado a mí texto, Martín, una vez más, la vuelta que pretendí. La reducción de sí mismo es lo que busca mi personaje. La gran urbe, la gran ilusión, el gran tren de las vanidades. Los arlequines no son payasos cualquiera, sino payasos en los que la tristeza asoma en forma de sonrisa. Todos podemos ser ellos, en el fondo de nuestras almas, por eso su visión despierta sentimientos encontrados.
Felices Reyes, abrazo grande.
Me gusta la «sencillez profunda» de lo que cuentas y como lo cuentas. Nos muestras, en pocas palabras, esa invisibilidad e indiferencia, aparentemente buscadas por alguien hastiado. No sabemos lo que le puede (o suele) deparar el resto del día, tras esos desayunos en compañía solitaria, y tenga que abandonar, hasta una nueva ocasión, el centro de la ciudad. Suerte, Manoli. Besos.
Muchas gracias, Jesús. Todo cansa. Es curiosa la clasificación que solemos hacer entre perdedores y ganadores. Un payaso, o arlequín, que saca la sonrisa a los demás como medio de vida, no difiere mucho, en esencia, de un pescador que sale al mar (aunque las condiciones cambien sustancialmente) o de un ejecutivo en la gran urbe. La tristeza, el hastío, el cansancio de ser es lo que lleva a mi personaje a descansar en ese olvido: en el medio de un bar cualquiera, entre cualquier multitud, por un breve tiempo, el suficiente para cargar las pilas. No siempre la evasión es en negativo, pues todo está en cómo lo vemos.
Que tengas un buen día de Reyes. Un abrazo.
Manoli, muestras el perfil de tu personaje con imagenes claras y un ritmo adecuado a su estado de animo. Suerte y feliz año
Muchas gracias, Calamanda. Igualmente para ti. 🙂
Manoli, cuando uno quiere pasar desapercibido o desaparecer no hay mejor sitio que la gran ciudad.
Buen relato. Mucha suerte.
Besos apretados.
La gran ciudad que iguala, a simple vista, a sus habitantes. Así es, Pilar. Gracias por comentarme.
Besos apretados también para ti. Feliz año.
Conseguir ser nada para serlo todo, en realidad. Bien lograda la sensación con las palabras justas.
Exactamente, Edita. Tú lo has dicho mejor que yo, quizá. La figura del «perdedor» es un hándicap más, un lastre, que conviene dejar atrás si se quiere ver «lo siguiente que ocurre» jaja 😀 Muchísimas gracias.
Besos.
Este hombre necesita perderse entre la multitud de la gran ciudad, descansar de sí mismo en el anonimato, dejar de ser el payaso triste que arranca sonrisas ajenas, fundirse con un entorno masificado y neutro.
Reflejas muy bien esa soledad buscada que no es introspectiva ni creativa, sino una pausa en el devenir existencial.
Tu relato, Manoli, en su brevedad y aparente sencillez, encierra toda una filosofía de la existencia.
Enhorabuena y un beso.
Muchas gracias, Carmen. Has captado lo que quería decir a la perfección. No se trata de perdedores ni de ganadores, sino de descansar de la rutina y de las exigencias, descansar, también, de la individualidad, de ser lo que se representa, de ahí el final. La observación hipnótica de la mecánica del bar responde a esa atención consciente que nos lleva a conectar con lo que queda bajo el disfraz o el roll que adoptamos.
Besos mil.
Amiga Manoli, elegante texto el que compartes con todos nosotros; haces que esa tristeza que se respira de inicio a fin destile tanta belleza serena que de gusto leerlo. Te diré que me encanta tu triple repetición final. Olvidarme, olvidarse, olvidarnos… Aparte del recurso literario, que le da fuerza a mi entender, opino que ese es un sano ejercicio que todos en alguna ocasión, como tu payaso, deberíamos hacer, si no como renuncia a la propia identidad como desea él, sí como un necesario reseteo.
Gracias por regalarnos lecturas como esta.
Un fuerte abrazo.
El reseteo es muy necesario en nuestras vidas, nos sirve para eliminar archivos que enlentecen nuestra atención, sin ninguna duda, querido Patxi 😀 Me ha gustado la interpretación que has hecho de mi texto y como has conjugado el verbo olvidar: olvidarme, olvidarse, olvidarnos.
Muchas gracias y ¡Feliz reseteo y reinicio! Un abrazo muy grande.
Curioso personaje, Manoli, parece el contrapunto a lo que estamos acostumbrados, la gente intenta hacerse notar, desesperadamente buscamos atención, ser, que nos miren, nos escuchen, nos hagan sentir vivos. En cambio tú nos muestras al personaje que busca no ser, desaparecer, me ha gustado especialmente porque al leerte me he dado cuenta de que dentro de cada uno de nosotros hay alguien así, quizás lo que da miedo es aceptarlo, asumirlo y disfrutarlo, como a mí me parece que hace tu protagonista.
Me has hecho reflexionar, sí, un placer leerte. Saludos.
Hay momentos en que «ser» cansa, momentos y personas a las que el anonimato de la gran ciudad les gusta, porque en el «no ser»(entendiéndolo como la ausencia de identificación con un personaje concreto) se esconden a un tiempo todas las posibilidades de ser «otra cosa», de fusionarte con lo que hay para ir un «poco más allá». Se que me explico fatal, pero es una especie de meditación necesaria para mi personaje o, como dice Patxi, una especie de reseteo. Encantada, Maribel, de que hayas conectado con lo que he escrito.
Un saludo.
Sumergirse entre miradas que no ven, hacer un acto en la vida para ralentizar las emociones de tu existencia, para ser solo tú. Me ha gustado mucho, Manoli. Abrazos y suerte.