HUELLAS DE CARAMELO, de Begoña Heredia
Los cristales de la ventana sabían de mis esperas, de mis dedos pegajosos ,cuando Lucía me traía a escondidas caramelos y me anunciaba un nuevo encuentro, para luego peinar mi pelo, asearme mientras me hacia cosquillas, y arreglar mi cama.
Las ventanas eran como periscopios de submarinos, por los que veía llegar a quien sería en esa ocasión mi cita a ciegas. Siempre fue así. Entraban hasta los jardines del edificio, bajaban de los coches y no volvía a saber de ellos hasta pasadas unas horas. Pero yo ya había visto sus caras, sus ojos asustados, sus manos temblorosas aferradas a otras adultas. Durante ese tiempo en el que perdía su rastro, imaginaba como serian: tímidos, silenciosos, divertidos… La inquietud y la curiosidad se me enganchaban al corazón y mataba los nervios y la impaciencia con los dulces de Lucía.
Algunos estuvieron conmigo durante meses, otros unas semanas y los menos unos días. Todos ellos se quedaron en mí y dejaron su huella. ¿Cómo olvidar a esos niños que durante aquellos años infantiles, en los que aprendí a vivir y a ganar a la muerte, fueron mis compañeros en la habitación de un hospital?
Relato de la quedada «Cita a ciegas» en Santander
yo pienso que podría ser de Begoña por la ternura ambiental…
La dulzura de los caramelos no le quita dramatismo a esta historia tan bien contada y con sentimientos tan profundos.
La comprensión del otro, el compartir los momentos duros y tristes, pero también la alegría de la amistad, aunque sea momentánea y efímera. Sensible , pero en el buen sentido.
Abrazos.
autora Begoña
Creo que es de Begoña
Cuatro en pleno, vaya, no se si es bueno o malo,¿quizá ya se me va viendo el plumero?Pues nada, Anonimo, Antonia, Hector , y Calamanda, habeis acertado.Lo bueno el acierto, lo malo, que se acabaron los caramelos de Lucía y no hay premio.
Un abrazo
Lo de los caramelos se avisa, si lo llego a saber no participo.
Creo que tienes un estilo poético, tus personajes son muchas veces infantiles y casi siempre hay pérdidas y todo eso conforma tu estilo. Quizás por eso te conozcamos, pero creo que eso es bueno.
Un beso.
Begoña, muy bueno este cuento. Al principio me hizo pensar en una puta en un descampado y resulta que era un niño en su habitación del hospital. Una cosa, la frase sus manos «aferradas a otras adultas» lo eliminaría porque sobra en mi lectura y da una información que es justo lo que tú quieres obviar. Ya me dices si eso.
Un abrazo.