73. La burbuja
Al comparar estadísticas desde que se tienen datos fiables, la Organización Mundial de la Diversión concluyó que las tardes de los domingos de invierno eran las más aburridas del año. Como el tedio genera desencanto y este induce a la tristeza y al fracaso decidieron eliminarlas del calendario. Fue el inicio de un ambicioso plan que llevó a suprimir la primera hora de trabajo de los lunes además del tiempo que transcurre tras las despedidas, el que llega después de hacer el amor y el que provoca la rutina. También se animó a la población para que no dejase de gastar bromas ni de contar chistes con cualquier motivo y en cualquier lugar, y todos obedecimos como si fuésemos auténticos payasos.
Y aunque con estas disposiciones se logró disminuir el porcentaje de suicidios a la vez que la alegría y el optimismo alcanzaban niveles inusuales, absurdos, incontestables, hubo muchos que desconfiaron y se los vio reservar otras tardes y otros momentos para sentirse tristes y acumular desilusiones, incluso detrás de una nariz roja. Fueron ellos los que se anticiparon a la catástrofe, los únicos supervivientes cuando la presión ejercida por el tiempo consiguió recuperar la realidad.
Un enfoque muy original para esta propuesta. En estos tiempos en que parece que la juventud y la alegría son los valores más importantes, es bueno reivindicar los momentos de melancolía, de aburrimiento o de frustración para crecer. Me ha gustado mucho.
Gracias por tu comentario, Paloma. Ese era el objetivo del relato. Hablar de la frustración. Como bien dices, ahora muchos jóvenes son «alérgicos» a ella, por pequeña que sea. No sé qué será de ellos si algún día tienen que lidiar con la que les depare la vida, sin haber aprendido nada.
Saludos y un abrazo.
Rafa, reivindicas con sencillez la naturalidad, y con ella todo tipo de sensaciones que trasmitimos casi sin querer. Suerte y saludos
Desde hace algún tiempo he oído cómo psicólogos y educadores reivindican una asignatura que consideran muy necesaria: la educación emocional. Por algo será.
Gracias por tu comentario, Calamanda.
Saludos y un abrazo.
Muy bien planteado. Original. Diferente.
Con tanto como leemos (e incluso algunos escriben) siempre resulta un estímulo que un relato nuestro parezca original a un lector.
Gracias por tu comentario, Edita.
Saludos y un abrazo.
En consonancia con la idea del yin y el yan, no puede existir la alegría sin su contraria, y viceversa, por mucho que se programe o decrete desde instancias superiores. La vida en un único sentido produce una burbuja que lo único que puede hacer es explotar, siempre con fatales consecuencias. La realidad siempre se impone y solo los que supieron verla sobreviven, como bien has expresado y sabe tu payaso triste.
Una propuesta imaginativa y bien llevada.
Un abrazo y suerte, Rafa
Así es, Ángel. No podemos (ni debemos) vivir en una burbuja de eterna alegría porque tarde o temprano corremos el riesgo de que nos estalle quién sabe con qué consecuencias. De eso saben mucho los payasos tristes.
Gracias por tu comentario. Saludos y un abrazo.