82. MORIR (PURIFICACIÓN RODRÍGUEZ DÍAZ)
—«Ya no eres rentable, porque ni tu aspecto ni tu humor venden entradas»—.
Con esas trece fatídicas palabras acaban de despedirme, tras toda una vida de duro trabajo. Las lágrimas me han obligado a salir de allí sin quitarme el maquillaje ni el maldito disfraz y hoy, por primera vez desde que tengo memoria, empiezo a ser el payaso triste que añora risas y aplausos en la carpa de un bar.
Al que nadie admira. Al que ni siquiera ven y del que pronto acabarán burlándose cuando quizá, entre mis manos, vean una copa en lugar de un café.
Y todo irá desapareciendo en mi cabeza. El fresco olor de la arena recién removida, los alegres colores de las grandes lonas, las tramoyas, las cuerdas, los murmullos de admiración del público entrando en la pista, los potentes focos resaltando los brillantes trajes pero, sobre todo, la vibrante música convirtiendo el más humilde espectáculo en algo inolvidable.
Aunque lentamente, el circo se muere, y yo siento por dentro que empiezo a morir con él.
Y pronto se restablecerá el orden natural de las cosas porque desaparecerá ese tipo raro que no encaja en la barra del bar.
El orden natural de las cosas, a veces, o casi siempre, es injusto.
Puri, potentes reflexiones las de tu prsonaje, bien expresadas, que llevan a pensar. Suerte y saludos
Veo en mi cabeza como según leo tu relato todo va desapareciendo. Qué triste e inevitable. Qué bien contado.
Un relato lleno de melancolía, la decadencia ante lo que fue importante y desaparece.
Muchas gracias, guapos. Hay tiempos perdidos de la niñez que sí merecen una nostalgia.
Es difícil no apagarse con se apagan también tus ilusiones. Triste, reflexivo… un baño de realidad. Mucha suerte !!