SEP145. ALINEADA, de Mercedes C. Velázquez Manuel
-“No emplees toda la mano, Lucía. Apenas pálpala con tus tres dedos. No tires de ella bruscamente. Vas dándole la vuelta lentamente y poquito a poco con el dedo gordo, el índice y el del medio hasta que el pezón vaya cediendo. Entonces se desgajará de la rama como fruta madura” –
Lucía había aprendido, desde su niñez, a coger las ciruelas del árbol delicadamente, casi acariciándolas. –“Sin despezonar”- cómo decía su abuela -“No hay que arrancarles el rabillo, ni tampoco debes quitarles el polvillo fino que las cubre. Una fruta manoseada y despezonada no es fruta fácil de vender al intermediario y tampoco es muy agradable para ponerla en el frutero a la mesa”-
Ahora, frente al viejo y retorcido ciruelo negro, enmarañado de zarzales silvestres y que se alongaba a la vera del barranco, Lucía vuelve a sentir la necesidad de volver a recoger la fruta, experimentando la misma pulsión que, desde siempre, le había llegado a modo de ráfagas momentáneas como si de un mensaje exotérico se tratara. Por más que quisiera negarlo en su interior, Lucía seguía alineada con la naturaleza.
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Mercehe: Me ha parecido perfecto, sensible, sensual, añorante, dulce, familiar; muy bien trabajado. Calma del alma.
Mercedes, ya acaba el verano y se termina la recolección, muytierno.
Un beso
Un relato lleno de recuerdos, de tradiciones y enseñanzas. De respeto, de convivencia y cariño. La naturaleza forma parte de nosotros, y nosotros somos naturaleza. Esa simbiosis es la que dejas aflorar en tu cuento: Alineada.
Un abrazo.
Amparo Martínez Alonso
Qué relato más dulce, qué abuela más buena y paciente. Mercedes,has sabido recrear perfectamente un ambiente tierno y relajante. ¡Enhorabuena!
Un abrazo.
Jesú, mchísimas gracias por tus palabras tan cercanas a mi espíritu. Calma que intenta uno trabajarse… Un abrazo en paralelo.
Ya acaba sí. Pero todavía hay por ahín un viejo ciruelo con alguna que otra ciruela salteada a la espera… Algunos se retrasan algo más.Epífisis, te agradezco tu visita. Abrazos varios.
Petra, cierto, somos todos UNO. Y tu lo dejas bien claro con tus sabias palabras. Te agradezco que hayas venido por aquí y también por tu comentario. Besos Petra.
Amparo, disculpa. No había visto tu nombre. De nuevo gracias.
Ginette, te agradezco esas buenas palabras que tienes conmigo. ¿Será ese ambiente el mismo que anda buscando tanta gente, en los últimos tiempos?Tal vez «la calma del alma» a la que aludía Jesús en su comentario.Abrazos y besos.
Agradezco especialmente a «Esta noche te cuento» por contar con mi relato.Y también de manera directa a los que convocan: Sendero del agua y El Molino de Bonaco.Me siento contenta.
Mercedes, sin duda vivir alineada con la naturaleza es vivir plenamente.
Muy bonito.
Un abrazo.
Muchas gracias Inés, tus palabras me llegan. Esa plenitud de la que hablas es la que construye de manera efectiva. Un abrazo.
Alineada con la naturaleza, alineada con la vida.
¡Qué bien leerte aquí y que sutil aprendizaje!
Tanci, otro abrazo grande.
Virgi, yo también me siento contenta. Más que nada por la lección que me ha dejado Lucía.Y, sí, nunca terminaremos de aprender.Gracias.También te abrazo fuertemente.
Coger frutas es un arte en tu relato, Mercedes, tiene algo de Zen.
Un abrazo.
Nicoletta,no lo había pensado.Pero si me paro un poco a pensar puede que si, que toda la concentración de Lucía está exclusivamente en su momento.En ese al que le dedica accíon de recoger la fruta, guiada por su abuela. Te agardezco tu reflexión y además me agrada. Un besazo Nicoletta.
Yo estoy con Nicoleta, has recreado la metódica tarea de recolectar en un momento especial y hermoso. Es al final del cuento cuando me he despistado: viejo y retorcido, … enmarañado… a la vera del barranco… Me anticipan estas palabras un peligro que no veo en le cierre. Ya me cuentas.
Un abrazo.
Ha pasado mucho tiempo y ese ciruelo viejo todavía da algunas ciruelas incluso con zarzales que apenas le dejan espacio. Nadie ha reparado en cogerlas,tal vez por estar solo, por los zarzales, por el olvido… Lucía,sabiendo coger la fruta de manera tan parsimoniosa, quiere volver a experimentar aquella práctica con la creció.En su interior hay algo que le dice «no dejes de estar junto a la naturaleza… aunque tengas que separar ramas, follaje, zarzales… tan simple como eso. Muchas gracias Susana por acercarte y dejar tus palabras y tu pensamiento. para mí un regalo. Un abrazo.
Te voy a dar mi sincera opinión Mercedes «tanci»
El relato es muy bucólico, con su Zen, su naturaleza, su enseñanza «Exsotérica o esxotérica» y me gustó mucho la filosofía que encierra, pero a primera lectura, sobre todo en las primeras líneas, no pude evitar pensar en algo erótico. Y si analizas el vocabulario, pezones, rabillos, polvillos, ciruelo, manoseos, pulsiones, podría muy bien tener otra lectura.
Quizás sea la «fever del domingo noche, auqnue ayer me sugirió lo mismo.
Sea como sea, está bonito, felicidades y un abrazo, que pareces muy simpática.
Antonia¿sabes? me alegra un montón que te haya sugerido un relato erótico. Eso quiere decir que en el moemnto en que no te lo esperabas ha cambiado la dirección… tengo entendido que es bueno sorprender al lector. Y si, es cierto que el vocabulario nos lleva a eso, pero nada más simple,llano y «táctil» que coger la fruta, en este caso se trata de ciruelas. Y Lucía ha elevado esa pequeña acción cotidiana de verano a un acto casi sagrado. Como sagrado debe ser cualquier acto natural que sale con autenticidad desde el interior. También podría haber sido un acto erótico y sensual.A mí me alegra que lo hayas encontrado bonito y también que te haya sugerido lo del principio.Tú quédate con lo que te en-cantó y con eso basta. Y también te deseo lo mejor. Y… creo que sí, tengo algo de gracia pero con una cierta timidez. Un abrazo Antonia.
Me alegro de que te satisfaga mi percepción. Podrías perfectamente escribir ese genero tan delicado y difícil.
Pues sí, me sorprendiste. Te expresas muy bien y tienes un razonamiento muy limpio, en el sentido de elevado. Eso veo yo. Otro abrazo, y la timidez también tiene su encanto.