SEP139. EL FIN, de Ana María Cuevas Calonge
Antes de abrir mis ojos por primera vez, sintiendo la caricia del sol, o el rocío de la mañana, podía distinguir el día de la noche.
No sabía donde estaba. Aunque estaba resguardada. Cuando pude ver, supe que era parte de una flor, que vivía en ella.
En ese momento era muy pequeña, apenas más grande que un puntito. Llegaron las lluvias y empecé a crecer. Todo cambió a mí alrededor. Cambié de piel y me deshice de los pétalos que me cubrían.
Apenas podía reconocerme, mi color cambió, empecé a ponerme verde. No me acostumbraba aún a mi nuevo aspecto, cuando volvía a cambiar. Me aparecieron pecas y me ruboricé. Despedía un aroma dulce al atardecer. En las mañanas me visitaban las abejas. Las aves me sobrevolaban.
Supe que era el fin, cuando una mano áspera, me sopesó y me arrancó de tajo mientras me acercaba a su rostro y dijo:- esta, ya está madura-.
Lo mejor de las flores es que, si las cortan, mueren en pleno esplendor. Suerte
Ana María ¿es una fresa?.
De todas maneras muy gráfico y bonito.
Un beso
La vida de la fresa… no estaba del todo segura pero los comentarios anteriores apuntan en la misma dirección, asi que será la fresa no?. Original, cuando está madura es su fin…
Muy bien descrito desde el punto de vista de la fresa. Me ha encantado.