40. Aceptación (Mar González)
Primero se apagaron las velas. Después se llevaron las flores, peluches y dedicatorias que, durante días, quizás semanas, ocuparon la acera.
Mucho antes, su nombre dejó de aparecer en los periódicos. Fue portada su desaparición, su búsqueda, las lágrimas de su madre, las multitudinarias manifestaciones… Nada durante un tiempo y, de repente, la fotografía de una lona negra cubriendo una camilla y, otra vez, las lágrimas.
Entonces llegaron las cinco etapas del duelo. O las cuatro. La depresión dura ya demasiado. Quizás se quede conmigo para siempre.
El psicólogo me recomendó volver a aquella calle. Tardé, pero volví. La vida discurría con normalidad sin ella.
Regresé con pintura y, ante la mirada atónita de algunos, dibujé su sombra. No es ella. Ella no está. Pero es lo que nos queda. Intenté captar su fragilidad, ese andar como flotando entre nubes y esa manera de girar la cabeza para seguir con la mirada todo lo que llamaba su atención.
Ahora, cuando paso por allí, yo también me giro para seguir viéndola todo lo que me permita la vista. De un tiempo a esta parte, me he dado cuenta de que no soy el único.
Me ha encantado. Una manera precisa y preciosa de contar el sentimiento trágico de la pérdida.
Gracias Paloma! Un abrazo
Mar, muy buno este cuento cargado de ternura. Suerte y saludos
Muchas gracias! Es lo que me inspiraba la sombra
Que alegría leerte de nuevo. Nos agarramos a cualquier cosa por pequeña que sea para seguir adelante, incluso un dibujo. Mecanismos de supervivencia incomprensibles para la lógica. Un abrazo
Me encanta volver a cruzar nuestras letras, Mar! Espero que algún día los hados crucen el tiempo y el espacio para hacernos coincidir en el mismo lugar. Un abrazo fuerte!!!!
Este relato podría ser la crónica de las etapas de la tristeza tras la pérdida de alguien que se marchó antes de tiempo. Ese dibujo en la pared puede ser el principio de la aceptación a la que alude el título, cuando dice que «ella ya no está». No es su única función, también puede servir para que quien le arrebató la vida se delate, algo que se deja caer al final de forma sutil, como tampoco se señala de forma expresa que la tragedia tuviese un causante, pero es en ese contar sin decir donde reside una de las principales bazas de este buen relato.
Me alegro de que figure tu nombre en la lista de seleccionados del año pasado.
Suerte con éste y un abrazo
Y la vida sigue con normalidad sin ella… Has dibujado una situación tremenda con una naturalidad y sencillez que cala, que duele, que enamora,
Un abrazooo
Triste, cargado de emociones este relato, Mar. Dejas al lector con el corazón encogido tras la aceptación de esa madre, que acepta pero no deja de sufrir, que trata de que no se olvide y pinta su sombra, una sombra que puede ser el imán de alguien más ¿Quien acabó con su vida quizás? Quién sabe, igual la madre sin saberlo captura al culpable.
Mucha suerte también con éste. Un abrazo.
A veces hacemos malabares para mantener viva, la vida que nos arrebataron. Un relato tan visual como los caso que se le parecen.
Besicos muchos.
Qué bueno! Me gusta mucho, Mar.
Suerte y un abrazo