SEP119. UN SMS, de Mercedes Solsona Guillén
Aquella tarde estaba muy irritada, había quedado con Mario para comer y a última hora, se excusó con un motivo muy peregrino. “Habían regresado sus padres de vacaciones y debía comer con ellos”.
En ese mismo instante desapareció mi apetito. Un mensaje de móvil, con un mísero mensaje de móvil me dio un plantón del quince… No era la primera vez que ocurría, lo hablamos en su momento de forma civilizada y acordamos cuidarnos más.
Sé que tiene el criterio anulado por sus padres, sé que el deseo de agradarles es infinito y el sentido de la deuda inagotable. Hijo único, cuarentón y con demasiadas sombras en su vida.
Yo, divorciada con dos niñas, no muy pequeñas pero cansinas, cuarenta y cuatro para cuarenta y cinco y con una mochila a la espalda que me quiebra el espinazo.
Hace una semana que no sé nada de él, en esta ocasión, se me antojó una majadería su actitud y he tenido que atarme los dedos y el alma para no marcar su número.
Creo que esta historia se ha caído de nuestros corazones como fruta madura en la estación adecuada.
Hoy, con el ánimo enervado, he tomado una decisión.
Pues muy bien pensado. Peor que no llevar mochila es no tener nada. Solo hay que encontrar a quien ayude a llevarla, que lo habrá.
Ese tal Mario tiene sombras en su vida. Eso es lo que me intriga de la historia, por otra parte muy bien narrada, con toda la visceralidad que requiere el tema. Que la decisión sea acertada.
Suerte.
Muy bonito y muy cotidiano. Felicidades.
Muy real, por desgracia hay vidas sujetas tan fuertemente a las circunstancias que sólo se mueven a través de ellas.
Bravo por esos dedos y ese alma atada, hay nudos que es mejor no deshacer.´
Suerte.
Muchas gracias Yolanda, tú me animaste y no me lo pensé dos veces… Un beso.
Enhorabuena, Mercedes. Un relato, por desgracia, demasiado cotidiano, relatado con fuerza pero con elegancia a la vez.
Gracias Amparo por todo tu apoyo. Un beso.
Me ha gustado mucho tu micro, Mercedes. Está muy bien relatado. La cobardía de él…, ella atándose los dedos y el alma para no llamar…
Aprovecho para felicitarte por tu santo.
Besos!!
Gracias Inés, incluso por acordarte de mi santo…
Muchas gracias por vuestra generosidad.
Mercedes, hay sencillez de lo cotidiano en tu relato; y una historia cotidiana. Suerte.
La vida es sencilla, nos ocurren cosas sencillas y contarlas es necesario. Gracias Calamanda.
Buen relato y buen título. Contiene frases trascendentes que elevan un nivel más arriba algo cotidiano como un plantón.
Un abrazo.
Gracias Susana, esa era la idea, hacer de lo sencillo algo importante…
Estupendo relato, no dejes de escribir nunca…
Mer, precioso el relato pero no creo en la sencillez, cada uno lleva lo suyo y compaginarlo siempre es difícil y más cuando la mochila va repleta de sinsabores, traiciones y años.
Un beso
Muchas gracias Epífisis, agradezco y comparto tu razonamiento.
Muy buen relato, más allá de lo cotidiano de tu historia.
Es duro para una mujer encontrar al «Hombre», dado que hay quienes a pesar de los años no pueden cortar el cordón.
La firmeza de la mujer en no volver atrás,dejar la utopía.
Un abrazo.
Gracias por tu comentario. Esa es la idea del texto, con los años nos cuesta arriesgar. Un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Preciosa historia!!! Amor, dolor, desilusión y desenamoramiento. Has encontrado las doscientas palabras adecuadas para expresar todo eso…
Relato narrado de forma clara, sencilla y concisa.
Enhorabuena y espero sigas escribiendo para poder seguir leyendote!!!!
Muchas gracias Rosa Dean, me alegra mucho que te haya gustado.
Hay mochilas que pesan menos cuando son dos quienes se turnan en llevarlas, pero si alguien no quiere ayudarme con mi mochila, procuro salir ligero de equipaje. Un relato rotundo, Mercedes.
Muchas gracias Fernando por tus palabras, cada cual debe llevar su vida a la espalda, pero cuando van echando piedras gratuitas, duele, duele mucho. Ya ves, cotidiana y sencilla. Un beso
Tu historia tiene la fuerza de lo diario, de esas cosas que nos van pasando a todos a cierta edad, cuando la vida que elegimos no dio más de sí. Tenemos niños, mochilas y sueños rotos que nos aocmpañan donde vayamos, pero creo que ese Mario lo tiene peor, porque al estar atado a unos padres, en realidad sigue viviendo en la inmadurez de la adolescencia ya marchita. Esas sombras son las que me dejan intrigada.
Suerte Mer con este relato tan real,
Yasmira, esas sombras de él indudablemente son más pesadas que la mochila de ella, pero de momento son inconfesables. La vida nos ofrece opciones, en la madurez, esas opciones tienen que ser menos idealistas… Gracias por tu comentario. Un beso.
Un hermoso relato, apropiado en los tiempos en que vivimos. Un hombre que no dejó de ser niño y se hará viejo sin ser hombre, y una mujer que quiere además de ser madre ser mujer. Mer me gusta la sencillez con que cuentas unas vidas complicadas.
Muchas gracias Fina. Has definido perfectamente la situación. Un beso
Original propuesta con el tema del mes, me gusta el final «he tomado una decisión» espero que sea mandarle a tomar vientos, pero queda ahí en el aire. Muy bien descrita la rabia contenida. Por desgracia narras una situación, en mi opinión, se está haciendo demasiado cotidiana eso de plantar alguien con las nuevas tecnologías, me parece el colmo de la cobardía. Hace 3 años yo recibí un sms parecido de un tipo «el erik» firmaba al que por supuesto no conocía de nada y debió confundir algún número… en fin rompía y ya de paso, se despachaba a gusto con su novia a la que llamaba de todo menos bonita. Le contesté diciendo que se había equivocado y que fuese un poco caballero y que lo hablase en persona, todavía va el tipo y me pregunta a ver que como soy y que edad tengo, si estoy disponible etc … en fin hay cada uno por ahi… Me gusta mucho el comentario de Fina. Pues nada que se aligere tu mochila y que encuentres mejor compañero de camino.
Hola María Elejoste, me encanta la forma que tienes de ver el texto y como lo has trasladado a una situación tan concreta, como la propia experiencia… ¡Estos hombres tan prácticos! Para qué desperdiciar ninguna ocasión. Gracias por tu comentario.